Cuando uno se encuentra con una película como Cielo amarillo, lo primero que piensa es en la cantidad de obras maestras absolutamente desconocidas que los cinéfilos tenemos al alcance de la mano, y no las vemos sencillamente porque desconocemos su existencia. El mérito principal que tiene desde hace muchos años Filmoteca, en sus diferentes variantes (en la televisión pública, en vivo y ahora on line), es el de acercarnos al resto de los mortales estas películas ocultas. Joyas como Cielo amarillo o Conciencias muertas, ambas parte del ciclo de western organizado por el Malba y programado por Fernando Martín Peña, ambas dirigidas por Wiliam Wellman, se pueden encontrar en YouTube (en copias más que dignas) y están al alcance de cualquier persona con una conexión digna de internet. Peña, dedicado a la difusión y divulgación de su saber cinéfilo, utiliza su conocimiento para estimular el interés de los demás y en ese acto de una profunda conciencia democratizante se construye como la contracara de los hacedores de un saber aristocratizante, que se erigen desde la distinción en relación al campo de la cultura (yo sé algo que vos no, y voy a dejar claro todo lo que nos distingue). En Peña sucede exactamente lo contrario a esa actitud propia de las elites locales, y ese gesto se observa de manera cristalina en el ciclo que presenta de modo virtual 25 westerns, que se alejan de la idea de canon preconcebido y nos acercan a películas ejemplares pero escondidas, representativas de la edad de oro del cine entendido como espectáculo en toda la complejidad de esta acepción.

En Cielo amarillo están de entrada todos los clichés de este género, pero como en toda obra maestra esos clichés se desarman apenas se desarrolla la acción. Varias cuestiones hacen de Cielo amarillo una película notable. Allí se encuentra, de modo depurado, la pulsión narrativa que circula entre el western y el más extremo suspenso. Basado en un libro de W. R. Burnett, el escritor de El pequeño César y La jungla del asfalto (sin duda una de las obras maestras de la literatura negra del siglo XX), Cielo amarillo utiliza temas como la ley, la pobreza y la figura del Otro, para delinear una trama que desborda tensión de modo creciente y que resuelve cuestiones morales desde la acción, corriéndose de cualquier atisbo de didacticismo en imágenes. Al igual que en Mientras la ciudad duerme -versión de John Huston inspirada en la novela de Burnett, La jungla del asfalto-, la pobreza define las acciones de los sujetos siendo la moralidad de cada individuo la que determina el rumbo a tomar. Aquí la violencia se transforma en una opción válida para salir de ese lugar de marginalidad al que el sistema condena a las silenciosas mayorías. La pericia sociológica de Wellman se observa en un guion que no subraya esas tensiones sociales sino que las deja en evidencia ante una mirada atenta de los acontecimientos.

Cielo amarillo podría pensarse como un western crepuscular, con tintes existencialistas,  filmado veinte años antes de las películas que clausuran definitivamente al género: los spaghetti-western de Sergio Leone, que desarrollan al máximo esa veta cuasi metafísica. Deslumbra dentro de un casting notable la protagonista femenina de la historia, Anne Baxter, quien se enfrenta al deseo sexual de una banda de forajidos. El grupo de hombres, luego de cometer un robo, llega hasta un  pueblo abandonado en el que ella vive junto a su abuelo. Allí el deseo aparece de modo muy intenso, y hace que ciertas escenas vistas a la luz de la contemporaneidad no toleren el filtro de la corrección política. Quizás por ello la película trasmite esa inusual energía de una protagonista empoderada, que hace gala de una mirada feminista cuando las cuestiones de género no estaban en ninguna agenda pública.

En el primer acercamiento erótico entre Strech Dawson (Gregory Peck) y Mike Mae (Baxter), él se abalanza sobre la heroína y la besa a la fuerza. La chica se resiste y termina disparándole. Nuestro héroe se sorprende ante esa actitud de fiereza impropia en una mujer. Luego el galán volverá a seducirla siguiendo los mandatos del amor romántico de la época, pero esa primera escena no será la única en la que Baxter motorice el deseo sexual de esos hombres. Su Mike nunca se entregará mansamente a ese destino que la posiciona en el lugar de víctima indefensa, sino que se defenderá a los tiros ante cada intento de posesión, y también defenderá a uno de los forajidos de una muerte segura mostrando una valentía que en la época solo era reservada para los héroes masculinos.

Además de la arrolladora personalidad de su protagonista femenina, el film de Wellman se destaca por el manejo del suspenso dramático y por una puesta en escena minimalista, en una trama en la que triunfará la idea de bondad sin ofrecer una mirada ingenua de la condición humana. La acción se contiene en unos pocos espacios y el suspenso surge de esa tensión psicológica anclada en los dilemas morales en la elección entre el bien y el mal. Finalmente el personaje de Peck descubrirá, por medio de esa epifanía que es el amor, el camino del bien y se enfrentará al personaje del increíble Richard Widmark, que es quien le disputa el poder dentro de la banda de forajidos.

La cuestión de la ley y la situación de pobreza que padecen los protagonistas surge constantemente a lo largo del film,y esa disputa acerca de la legalidad y quien la representa será una de las claves del relato de Wellman.  Esta ley se erigirá por medio de la fuerza como era moneda corriente en el Oeste, siendo la violencia la constante de un relato en el que los diversos modos de posesión (material y sexual) construirán una narración estremecedora. Cielo amarillo hace de esa violencia epidérmica la expresión última del poder hacia adentro del grupo y hacia el otro (la mujer, en este caso), supuestamente débil, al que se intenta someter (y poseer) como si fuera un objeto. Es extraordinaria la utilización del fuera de campo en la escena final: luego de la sangrienta batalla una nueva comunidad surgirá a caballo, marchando hacia un futuro que todos creemos mejor. Después de todo, de eso se trata la utopía.

Cielo amarillo (Yellow Sky, Estados Unidos, 1948). Dirección: William Wellman. Guion: Lamar Trotti, W.R. Burnett. Fotografía: Joseph Macdonald. Montaje: Harmon Jones. Elenco: Gregory Peck, Anne Baxter, Richard Widmark, Robert Arthur, John Russell. Duración: 98 minutos.

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