«Aquí no existe la caridad, la salud de nuestro pueblo es justicia social».
La historia se nos presenta -y la aprendemos- como un macrorrelato organizador del pasado. Afortunadamente a la historia la componen hechos y eventos que protagonizan personas y, esas personas (nosotros) organizan(mos) la experiencia a partir -habitualmente- de microrrelatos que dan cuenta de los hechos atravesados por la mirada y el cuerpo.
En ese sentido -desde mi mirada, claro- se construye el relato de Las Enfermeras de Evita, el documental de Marcelo Goyeneche quien, rescatando la tradición oral como relato histórico, aporta otra lectura sobre la Fundación Eva Perón y su obra generadora de hechos y eventos que LA historia ha condenado o prejuiciado fuertemente.
Cuando se habla del peronismo «uno tiene que distinguir qué fue realidad y qué fue mito. Frente a lo potente de esta historia, usé las voces para volcarme a trabajar el mito. Era una buena forma de acompañar la reconstrucción de un proyecto de política sanitaria al que yo considero revolucionario», comenta el director.
El relato se apoya en el testimonio de cuatro enfermeras que, hace 60 años, asistieron a la Escuela de la Fundación Eva Perón y que serán «recreadas» por las actrices y cantantes Magali Sánchez Alleno, Melania Lenoir, Andrea Lovera y Deborah Turza que aparecerán siempre en riguroso blanco y negro. Las biografías y los testimonios se complementan, completan y contextualizan con abundante y muy atinado material de archivo, mientras que la cita de autoridad, el anclaje histórico-político, estará a cargo de la Lic. en Enfermería Beatriz Morrone. La inclusión de números musicales aporta frescura al relato en la tradición de los musicales clásicos en los que las letras de las canciones aportan y/o completan el sentido de lo que se viene viendo/escuchando.
Las protagonistas.
Lucy Rebelo (la única que, orgullosa, confiesa sus 90 años) era empleada de la fábrica Phillips y había hecho un curso de primeros auxilios en la Cruz Roja. Tras la sugerencia de un «señor», se presentó en el Hospital Rivadavia donde estaban «tomando gente» y así comenzó su carrera. María Luisa Fernández, la hija menor de una familia de inmigrantes españoles, se enteró por una nota en el diario y recibió de su madre primero el beneplácito, ya que la capacitación era gratis (algo poco frecuente en la época), y luego una advertencia: «probá un año, si te da la cabeza seguís. Si no, volvés y te ponés a trabajar». Dolores Rodríguez, la menor de ocho hermanos, era una niña inquieta que se aburría en todas partes y sus hermanas la anotaron en la «escuela que salía en los diarios»: en la Escuela de Enfermería los planes de estudio incluían la escuela secundaria por la mañana y la Escuela de Enfermería por la tarde. María Eugenia Álvarez era enfermera diplomada y en esos años las enfermeras recibidas «cumplían el rol de mucamas… limpiar los pisos, lavar los baños, el aseo de la sala». Pero llegó a la profesión desde otro lugar: tras una larga internación de su hermana en el Hospital Rivadavia se sintió fuertemente conmovida por la actitud de una enfermera hacia una niña pequeña y «fue un atrape, ahí comenzó todo, sentí la necesidad de ser enfermera, quería ayudar». María Eugenia fue Regente de la Escuela a los 25 años y, además, fue quién se ocupó de los cuidados de Eva Perón hasta el momento de su muerte.
Y así entre recuerdos gratos de la época de estudiantes y del florecimiento de una profesión relegada se va colando el relato de una época, marcada por cambios profundos. Un lugar importante lo ocupa el relato de Lucy Rebello quién en 1949 estuvo a punto de morir calcinada cuando se estrelló uno de los aviones sanitarios que Perón había enviado a Ecuador para socorrer a las víctimas del terremoto de Ambato en el que murieron 5.000 personas. «El episodio ocupa un lugar importante en el documental –explica Goyeneche en una entrevista–, porque tanto la Escuela como la Fundación Eva Perón, además de trabajos sociales, organizaban operativos solidarios en el interior y en otros países. Todavía hoy los ecuatorianos recuerdan con mucho agradecimiento el gesto de la Argentina, que envió profesionales, medicamentos y comida».
Otro lugar destacado lo ocupa la presencia del Dr. Ramón Carrillo que en 1946 asume como el primer Ministro de Salud Pública del país y fue, entre otras cosas, el iniciador del trabajo en la comunidad como política de salud y responsable del plan de estudios de avanzada con el que contaba la Escuela de Enfermería. Carillo finalmente renuncia en 1954 presionado por la corporación médica y la industria farmacéutica y «muere solo y pobre en Brasil», recuerda María Eugenia y sus ojos se llenan de lágrimas.
A medida que avanza la línea de tiempo, las lágrimas se tornan amargas. Los bombardeos de 1955, la «Revolución Libertadora», la caída de Perón y la destrucción sistemática y literal (edificios demolidos, hogares cerrados, policlínicos en obra abandonados) de la obra de la Fundación Eva Perón (entre otras muchas cosas). Estas y todas las enfermeras de la Fundación fueron víctimas de persecuciones y allanamientos. En una inexplicable escalada de odio y venganza fueron requisadas sus casas y destruidos todos los elementos que remitían a la Fundación Eva Perón o a ellos mismos. Inclusive les quemaron los uniformes. Las enfermeras eran obligadas a renunciar o a reubicarse el lugares remotos; Dolores cuenta que «no iba a renunciar, me mandaron a Posadas (Misiones) y allí trabajé 5 años»; para María Luisa, septiembre del 55 marcó el inicio de su militancia; María Eugenia recuerda su salida de la Fundación el día en que la obligaron a renunciar a su cargo de Regente «con un ramo de flores que me regaló una alumna, mientras salía por la puerta de la calle Arenales (la principal), no por Callao como ellos querían».
Y así inicia la historia del deterioro de la salud pública, como modelo inclusivo, humanitario y solidario.
La historia. El presente.
«Un grupo profesional que no se interpela sobre su historia, sobre sus momentos de acumulación de capital social, simbólico y cultural, seguramente va a ser un oprimido», afirma la Lic. Rebollo y sostiene que las enfermeras (éstas enfermeras de 1948 dónde la salud es un espacio liderado por varones y regenteado por la Iglesia) son protagonistas de primera línea de lo que fue la participación política de la mujer de esos años.
«A la enfermera lo que le falta es un reconocimiento en la sociedad», dice María Luisa a una clase de Enfermería de la Escuela Cecilia Grierson. «Sí, pero hay que lucharla para eso y mucho y va a costar. Pero se tienen que unir y proyectar», agrega María Eugenia.
«Este proceso del que dan cuenta estas mujeres no lo puede dar la Enfermería Argentina hoy en día, porque no puede dar el debate político, social y puntual del sector», afirma la Lic. Rebollo y agrega: «Se habla siempre de vocación de servicio pero no se habla de trabajador sanitario o trabajador de la salud. Es más, muchos enfermeros reniegan de la palabra trabajador, lo que los hace perderse en el campo del trabajo y perder la posibilidad de entender su problemática», completa Rebollo.
Este documental histórico reconstruye la época de la creación de la Escuela de Enfermeras de la Fundación Eva Perón y , además, da cuenta de el estado de la enfermería y su evolución actual, del rol de la mujer, de las políticas de salud pública, de la praxis de la justicia social y de otras lecturas posibles de la historia reciente y fundante de nuestro país.
También es, como todo documental histórico testimonial, un documento político que a pesar de los maravillosos relatos de las entrevistadas, de lo emotivo, deja un gusto bastante amargo: es inevitable sentirse asaltado por una especie de deja vu en el que la desmemoria, el egoísmo y la estupidez parecen repetirse inevitablemente en la historia de nuestra sociedad. La sensación de que otro país (mejor) fue posible y estuvo tan a la mano. ¿No les suena conocido?
PD: A veces los relatos nos conmueven, otras nos resultan indiferentes, otras nos interpelan y la historia narrada se impone con fuerza a la estética de la narración. Eso me pasó con esta película. Como espectador disfruté de los títulos y la textura alla 50´s de la película pero es tan poderosa la historia, tal la potencia de todas las voces y las imágenes que lo componen que es inevitable una lectura política, o al menos hacer el intento.
Las enfermeras de Evita (Argentina, 2014), de Marcelo Goyeneche, c/Magali Sánchez Alleno, Melania Lenoir, Andrea Lovera y Deborah Turza, 85′.
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