Empecemos por el final: hasta el 2010 las calles de Puerto Pirámides, en Chubut, no tenían nombre. A partir de la propuesta de Eugenia Eraso, docente de la única escuela secundaria del lugar, se inició un proyecto de investigación con los alumnos del secundario que culminó en una votación popular -en Puerto Pirámides viven unas 600 personas- para finalmente elegir entre los nombres propuestos aquellos que bautizarían a las treinta y pico de calles del pueblo.
Las calles cuenta la reconstrucción de esa experiencia y, tratando con esa rara sustancia que es la mezcla del documental y la ficción, sale gratamente bien parada al poner el eje en las entrevistas con los lugareños y en el rol de los estudiantes como entrevistadores. No hay una épica del tipo «basada en hechos reales», y tampoco un registro documental tradicional. Lo que María Aparicio nos presenta es una pintura amplia de la geografía de la región, de las miradas de las personas que allí viven a través de los relatos que van dando cuenta de esas vivencias, y, de alguna manera, de sus expectativas.
En la elección de las entrevistas está, quizás, lo más sustancial de la película. Aparecen los migrantes internos, los que se han afincado allí por razones políticas y, los más, por razones económicas a partir de la década del 90. La pesca artesanal y el trabajo de los buzos que se dedican a «marisquear» parecen ser el modo de subsistencia de los lugareños, en una ciudad que articula esa actividad con el turismo en los picos de asistencia de visitantes durante la temporada de verano.
Hombres y mujeres de voz queda, curtidos por el viento patagónico (el otro gran protagonista de la película), que con absoluta naturalidad comparten su historia con los jóvenes estudiantes. Será precisamente uno de ellos el que ponga en palabras el otro gran tema que, de alguna manera, sobrevuela el relato: «Y si de chicos tuvieron malas experiencia, o no la pasaron bien, ¿preguntarles no será hacerlos revivir todo eso?», interrogante que pone de manifiesto cierta incomodidad al indagar a los mayores sobre su lejana infancia. En esos instantes pareciera que ese pudor se cuela un poco en la propia historia.
Una breve aparición, en una charla de bar, jugando a la generala y brindando por los obreros patagónicos, del escritor e historiador Osvaldo Bayer -que tiene en el pueblo una calle con su nombre- es una hermosa e inesperada perlita.
Las calles, opera prima de María Aparicio, se ocupa de dar testimonio sobre la construcción del entramado de este pueblo, sobre su historia y sus habitantes con paciencia y ternura, diagramando un relato histórico y, sin lugar a dudas, político.
Las calles (Argentina/2016), de María Aparicio, c/Eva Bianco, Mara Santucho, Gabriel Pérez, Luna Barone, Maximiliano Buss y Renzo Fernández, 81′.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: