vert incompresa_Layout 1François Truffaut solía decir que siempre le había parecido que la vida de un niño consistía solo en delitos mientras que la vida de un adulto solo en accidentes. Había algo en esa infancia doblegada por una ley vista como injusta e implacable que anulaba cualquier posible romantización de aquel período muchas veces retratado de manera idílica en el cine. Los 400 golpes, con el inmediato antecedente de Cero en conducta de Jean Vigo, abría la niñez a un camino árido y desencantado, nutrido de la crueldad que supone el desfasaje entre el mundo de los adolescentes y el de los adultos, entre –en palabras de Truffaut- “la pureza de corazón y la impureza de la vida”. En ese terreno farragoso en el que hay que salir adelante pese a los tropezones y los cocazos, intenta hacer pie Aria (la increíble Giulia Salerno) en Incomprendida, la última película de Asia Argento. Para Aria (verdadero nombre de Asia) el trago amargo de la vida se da en esos primeros años, como ese primer sorbo de jarabe que hay que apurar lo más rápido posible con la esperanza de curarse la gripe y levantarse de la cama. La soledad, el desamparo, la incomprensión, se conjugan con las pequeñas travesuras, los enamoramientos, las traiciones y deslealtades, en un despertar donde todo es intenso: el deseo de amor e independencia, el sentimiento de pérdida e inferioridad, la angustia por ser distintos en un mundo de iguales, aunque solo sea en apariencia.

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Aria es la hija de una famosa pianista (Charlotte Gainsbourg), especie de villana seductora, excéntrica y fascinante, conquistadora serial de amores pasajeros y caprichos duraderos, que despliega a su alrededor un halo tan tóxico como embriagante. Sus viajes frecuentes e intempestivos, sus infidelidades maritales, sus extravagancias artísticas, dan cuerpo a las fantasías de su hija que reconstruye en esa figura materna ausente, clave de la vida familiar italiana desde Rocco y sus hermanos a I pugni in tasca (Marco Bellocchio), todo lo monstruoso e irracional. Hija de dos famosas estrellas del giallo, el director Darío Argento y la actriz Daria Nicolodi, Asia proyecta en Guido (Gabriel Garko), la figura paterna, actor popular mediocre y supersticioso que anhela una entrada triunfal en el cine de autor que nunca llega, una ausencia de madurez característica de la generación a caballo entre la frivolidad de los nuevos tiempos de la imagen y el deseo de protagonismo individual en un tiempo deudor de las identidades colectivas. Ese hogar deshabitado, que se complementa con la escuela y la religión como ecos distantes de autoridad y legitimación social, se construye en el andar permanente de Aria, de casa en casa, con la valija a cuestas y el gato negro como emblema de la condición de marginal. La fantasía, la creatividad, el mundo interior es, para Asia Argento, el camino de la salvación, nunca como espejismo negador de la realidad sino como un terreno de fronteras diáfanas, donde el discurso sobre lo real se redefine permanentemente. Algo que habían entendido los Taviani ya desde Padre Padrone, el arte es fruto tanto de la dependencia como de la emancipación de esos primeros mitos fundantes, que demandan la tarea ingrata de la desacralización tan angustiante como liberadora. Aria imagina en su gato la comprensión que no obtiene de los seres humanos, en su amiga Angélica la durabilidad de los vínculos y los códigos ausentes en la familia, en su aventura nocturna la adultez como bálsamo definitivo de felicidad.

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Sin embargo, sería injusto pensar a Incomprendida solo como una actualización o catarsis de la propia infancia de Argento, sus fantasmas y sus deudas pendientes con sus padres famosos. En ese sentido, el cine italiano, más social que íntimo como el francés, logra anclar a sus hombres y mujeres en un momento histórico que si bien no los concluye sí los condiciona. Algo que ocurría con el pequeño Edmund en la Alemania año cero de Rossellini, aquí sin el drama de la guerra y la reconstrucción, late en la actualidad de Aria de tan solo 9 años a mediados de los 80 (la película transcurre en 1984, año en el que Asia también tenía 9 años) el trasfondo de un país que vive el final de una época. La Italia de los 80 es la Italia del debate sobre el futuro de la izquierda en las puertas de la era berlusconiana (el Partido Comunista Italiano había sido el más importante de Occidente desde las elecciones de 1948 y sufría una profunda fractura desde la muerte de su líder Palmiro Togliatti en 1964 que se agudizó con el accionar de las Brigadas Rojas y el secuestro y muerte de Aldo Moro en los 70), de la “muerte del cine” como experiencia colectiva y el triunfo del modelo de la televisión privada (que bien muestra Fellini en Ginger y Fred), de la espectacularización de la política y de las dificultades de cimentar una identidad para la juventud que bien se ve en la Palombella rosa de Moretti (donde Asia interpreta a su hija adolescente).

Incompresa-002La referencia a la película El incomprendido (1966) de Luigi Comencini, figura ambigua de la transición del cine italiano entre el neorrealismo y el cine de los 60, para muchos recordado por sus Pan, amor… con Vittorio De Sica y Gina Lollobrigida, vehículos para el fortalecimiento de una industria que luego alumbraría a los grandes géneros (commedia all’italiana, péplum, spaghetti western, giallo) y a las grandes estrellas de Cinecittà, es más que un guiño. Argento cruza tradiciones, deconstruye el melodrama y lo alimenta de la sátira heredera de la commedia dell’arte, atraviesa espacios y reconcilia tendencias: sin negar el realismo lo elude abiertamente, sitúa su película en la fábula y, a través de invenciones graciosas, poéticas y conmovedoras, consigue una película tan honesta como placentera. La certeza de un sufrimiento sordo y subterráneo a una edad tan temprana podría haber dado como resultado una obra descarnada. Pero eso no sucede. Hacia el final, Aria mira de frente al espectador y nos asegura que no quiso hacerse la víctima sino que necesitaba decir la verdad. Su verdad. Esta voluntad de autoafirmación a través de la toma de la palabra, de la recuperación de un pasado que no es solo privado sino sobre todo generacional, elige un momento como el de la Italia actual para hacerse presente, donde todo parece reclamar la reflexión antes que la tragedia.

Aquí puede leerse un texto de Marcos Vieytes y otro de Nuria Silva sobre Asia Argento.

Incomprendida (Incompresa, Italia/Francia, 2014), de Asia Argento, c/Giulia Salerno, Charlotte Gainsbourg, Gabriel Garko, Carolina Poccioni, Ana Lou Castoldi, Alice Pea, 103’.

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