Cuando vi a Paula Brasca llegar en un auto junto a Carlos Portaluppi, en lo que son las primeras escenas de Lo habrás imaginado (Victoria Chaya Miranda, 2019), confieso que me entusiasmé. Paula se está convirtiendo de a poco y a fuerza de trabajo, presencia y talento, en la más prominente (y prometedora) de las “scream queens”  de esta movida que tanto da para hablar- pero de la que se habla poco- que es el cine de género argentino independiente. Portaluppi, por otro lado, es una figura central de la ficción local – en cine o en televisión- que siempre se destaca, sea en grandes producciones como en las más pequeñas.  Bueno, resulta que ese entusiasmo claramente me jugó en contra, porque al personaje de Paula no se  lo puede considerar ni secundario (con decir que el personaje se llama apenas “La Piba”); y Portaluppi, pobre, le pone toda la garra del mundo, pero…

Lo que pasa es que la película, en su búsqueda de fusionar el thriller psicológico con el político –y pese a tener la raíz común del policial negro- no logra hacer emulsión, inhibiendo cualquier construcción de un clima sórdido o de suspenso, confundiendo tensión con tedio, incertidumbre con intriga y, lamentablemente, perspicacia con ingenuidad. Tampoco ayuda que las actuaciones estén en registros diferentes, llegando esto a un punto prácticamente paródico en una escena en la que el personaje de Portaluppi se encuentra con la fiscal en la Plaza de los Dos Congresos en la que parece que estuviéramos viendo a Neo encontrándose con el Oráculo.

La cuestión gira en torno a Abril (Diana Lamas) -a Lamas siempre la recuerdo como el interés amoroso de Francella en Un argentino en Nueva York (Juan José Jusid,1998)-, una mujer perturbada por el pasado. Un pasado que no recuerda, ya que toda su adolescencia, dice, fue borrada, es decir, no la recuerda. Portaluppi, que es parte de una suerte de agencia paragubernamental, es también un antiguo amigo de ella, y quiere ayudarla. Sucede que su equipo está tras la pista de Mario Pasik, el tío de ella, que – como siempre- es un malo muy malo. Porque aparte de dedicarse a la trata de niños, la venta de órganos, matar periodistas de investigación y fiscales, también le arruinó perversamente la vida a su sobrina. No le falta una. Y ese es el problema de esta película, quiere abarcar más de lo que su mano puede agarrar.

En su instancia de thriller psicológico intenta tener una narrativa disruptiva de a ratos, volviéndose por demás confusa. La clave en la confusión es el ritmo acompañado del clima; uno debe dejarse llevar por imágenes atrapantes que la película, más allá de alguna locación interesante, no logra construir. Por lo tanto solo nos quedan escenas inconexas en las que uno duda si es un problema de edición, narrativo o todo eso junto, por más que entienda después que era intencional ese corte espantoso.

Por otro lado, al tener tantos temas – la trata, la corrupción, los feminicidios, el abuso infantil, entre otros- se genera un efecto embudo en el que no solo resulta afectado el enfoque del relato, lo que lo vuelve disperso y torpe, sino que esas cuestiones se terminan volviendo un todo abstracto de “cosas malas”, convenientemente cristalizadas en Mario Pasik, en un maniqueísmo envidiable para la realidad política que busca retratar la película. Es decir, se construye una fantasía, entendida psicoanalíticamente como un refugio neurótico ante una realidad frustante. Por lo que no es retrato (es decir, un intento de reproducción fiel) lo que termina operando, siquiera representación, ya que esa realidad frustrante jamás se presenta en el argumento ni en situaciones -la fantasía no se traduce en escenas cinematográficas- sino en diálogos en oficinas, por demás declamativos, híper dramatizados, dignos de un telefilm de Hallmark o una telenovela. Porque, aunque en esta época en la que reina el streaming –condición en la que, de hecho, tuvo que ser estrenada por la cuarentena- parece innecesaria la remanida distinción entre el estilo del cine y la televisión. Sin embargo, estos diálogos que invaden la narrativa, que la suplantan, parecen pensados para un espectador distraído, que hace otras cosas en su casa- como cenar o mirar el celu- mientras tiene de fondo algo que, cada tanto, le recuerda qué es lo que está pasando. Este recurso, que clausura interpretaciones y resuelve sin imágenes, es digno del dispositivo televisivo más tradicional, que irónicamente deja poco librado a la imaginación. Y que se lleva bastante mal con la búsqueda de un relato fragmentado, para colmo, a menos que uno espere que el espectador siquiera preste atención.

Después Osmar Núñez y Paula Brasca tiran unos tiros por convención de género  y no mucho más.

Al final, Abril/Lamas decide entregar a su tío a la Justicia, donde cabe destacar un recurso interesante, de animación, que lamentablemente llega demasiado tarde para sentirse parte de la estética de la película, y que quizá, de incorporarse más esparcido a través del relato, hubiera logrado amalgamarlo un poco más.

Calificación: 3/10

Lo habrás imaginado (Argentina, 2019). Guion y dirección: Victoria Chaya Miranda. Fotografía: Sebastián Andrés Gallo. Montaje: Edición: Nicolás Fedor Sulcic. Elenco: Diana Lamas, Carlos Portaluppi, Osmar Núñez, Mario Pasik, María Ibarreta, Germán de Silva. Duración: 88 minutos. Disponible en Cine Ar.

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