Val y documental riman, y entre eso y la angustia que deja la experiencia de ver la película de Ting Poo y Leo Scott(poco nos importan, perdonen), escribir es una tarea muy difícil. Pero placentera, como otra de las sensaciones que deja el relato de la vida y obra de Val Kilmer, escrita por el propio Tom «Iceman» Kazansky, o por el Nick Rivers de Top Secret!, como disfruten imaginarlo ahora.
Roto el hielo, hablar de las desgracias o las amarguras es un poco más sencillo. Cuando el documental arranca, y vemos que Kilmer tiene un aparato en la garganta que es lo único que le permite hablar, o respirar, pero no las dos cosas en simultáneo, todas las expectativas se nos van a la mierda. Porque pocos sabían que el actor había sufrido una enfermedad, que estaba en esa condición; y de ese tono se envuelve lo que por ahí imaginábamos sólo un paseo divertido y anecdótico.
Aunque suene antipático decirlo y parezca que no tenemos empatía―la palabra insoportable y chota de moda convertida en muletilla―, esa angustia, ese sabor amargo, se va disipando cuando con los minutos comprobamos que mostrar esa enfermedad no se vuelve una búsqueda de lástima o un dramón. Y así también quitamos los ojos de ahí, del cosito que aprieta y le permite ese ronquido resquebrajado, que aunque con gran esfuerzo de su parte de ningún modo le impide hacerse entender. Y tampoco le impide actuar: lo que logra Val Kilmer en este presente difícil, puede llegar a considerarse su mejor película, su mejor actuación.
Val Kilmer es de esos que vivió siempre rodeado de cámaras. Pero no como los pibitos de ahora que en veinte años van a poder ver videos de cuando se recontracagaban el pañal, o la primera vez que se rompieron la cabeza contra la mesada de la cocina. Muchos años atrás, en el mundo sin celular, cuando Iceman tenía franco volvía a su casa: residía muy cerca del famoso cartel de Hollywood. Y allí, cámara en mano, filmaba sus propias películas junto a sus hermanos. Con esos registros que se vale este documental, nos enteramos de su obsesión por la actuación, pero también por el guion, la cámara, el séptimo arte en general. La narración de Val sigue los pasos de ese pibe enamorado del cine, y de su vida que siempre giró entorno a esa pasión.
Antes de ver este documental, otra de las cosas que puede desconocer esa persona que tampoco sabía que Kilmer andaba mal de salud, es que en algún momento de su carrera había sido tildado de tipo problemático, conflictivo. Y aunque eso se muestra a mitad de la película, un buen ojo notará que esa acusación se destruye al entender el amor y la pasión con la que Nick Rivers sentía la actuación ya desde chiquito. Las imágenes rescatadas de su archivo personal nos entregan varias joyas, que más allá de los datos curiosos, nos forman la idea del temple de este tipo que merece la justicia de considerarlo un verdadero actorazo.
Perlas como ver a Kilmer de pendejo, bulineado por el cara de orto de Sean Penn y por Kevin Panceta, o casualidades que se disfrutan como ver a Tom Cruise tropezando al ingresar a la entrega de unos premios, son el toque simpático del documental. Ahí disfruta el hincha de Kilmer, al que se le cumple el sueño porque la película va recorriendo los papeles más importantes que interpretó, y los menos recordados también.
En ese recorrido filmográfico entendemos no sólo el recorrido profesional de Val Kilmer, sus frustraciones y sus alegrías. Esa ventana que se abre gracias a su material personal de archivo nos permite conocer detalle de la industria cinematográfica y su apetito por el billete. De lo frustrante que puede ser para un actor ganar millones de dólares, cuando tu traje de Batman puede matarte con sólo tirarte un pedo, o cuando tu papel lo escribió un impresentable al que expulsan en medio de la filmación de una película. Val, el documental, es eso. Es la vida de un actor que con la actuación busca contar su historia, su amor por una profesión, y con todo lo que implica al estar hablando de arte. Todo ese fuego interno es tan importante, que verlo apretar el aparatito que le permite emitir esos estertores de sonido queda en un lejano plano, y hasta incluso por momentos resulta olvidado frente a nuestros ojos.
Es difícil pensar en algún espectador diciendo que faltó esto o aquello. Y aunque algún fanático podría querer más de una película, o menos de otra, el balance es perfecto. El archivo fílmico de Kilmer es un recurso principal de esta película, aunque también la narración se valga de las imágenes del hoy.
En esa actualidad que se muestra, hay un momento que te estruja las partes íntimas. Vemos a Val Kilmer firmando autógrafos en una reunión de juntadores compulsivos de merchandising y materialidades, también conocida por muchos como la Comic Con. Val Kilmer tiene frente a sí una fila interminable de personas que le piden su autógrafo, con berretines y todo: que poné esto, que diga esto otro, etc. Podemos decir que esa escena cruza la cuarta pared en el sentido no tradicional del término. El guion de Val Kilmer enfoca en el trato que recibe él por parte de ese público, pero que con muy corta imaginación podemos dimensionar a todos los famosos y sus vidas. La escena nos despierta las ganas de dispararles, como en la escena del robo de Fuego Contra Fuego, a todos esos que buscan la firmita. Más allá de lo puntual que le pasa al actor, que no importa detallar para esto que señalamos, ese trascurso de la película puede ser el termómetro general del ánimo con que Kilmer construye este grandioso trabajo. La paciencia inquebrantable, la lucha que jamás debe abandonarse.
Val es justicia por mano propia. Da un poco de temor, aunque no luzca pensado como una despedida. Es difícil en esta industria pensar un papel que se ajuste para la actualidad de Val Kilmer. Pero no deberíamos subestimar a un pibito que brilló en una de las mejores películas de la historia, como lo es Top Secret!; o que alcanzó gran fama con un papel secundario como en Top Gun; o que logra que cualquier empepado no distinga entre un poster del Jim Morrison real o el suyo. Val Kilmer volvió a la pantalla, con otra belleza imposible de abandonar en treinta segundos si los ratis te pisan los talones.
Calificación: 7/10
Val (Estados Unidos, 2021). Dirección: Ting Poo y Leo Scott. Guion: Val Kilmer. Fotografía: Leila El Hayani, Val Kilmer. Montaje: Tyler Pharo, TingPoo y Leo Scott. Música: Garth Stevenson. Duración: 109 minutos. Disponible en: Amazon Prime Video.
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