Atención: se revela todo el argumento.
/El suspense es antes que nada la dramatización del material narrativo de un film o, mejor dicho, la presentación más intensamente posible de las situaciones dramáticas./*
El Hombre Araña (Tom Holland) es un superhéroe en formación. Ha descubierto una red clandestina de venta de armas fabricadas con tecnología extraterrestre y aparece como el único obstáculo en los planes de Toomes/El Buitre (Michael Keaton), el líder de la banda. Una serie de fracasos en los primeros enfrentamientos lo ha devuelto a su vida plebeya como Peter Parker, un nerd adolescente y tímido que vive con una joven y hermosísima tía May (Marisa Tomei) en un suburbio de Queens. Aunque sin éxito en el intento de detener a Toomes, Parker ha aprendido algo sobre la vida y se anima a invitar a la inalcanzable Liz (Laura Harrier) al baile de graduación. La tía, haciendo las veces de padre y madre, lo ayuda a prepararse para la cita. Torpe y elegante, lleno de vergüenza como los muchachos con un traje nuevo, va a buscar a Liz con un ramo de flores. Toca la puerta de la casa familiar y el que la abre es Toomes: el padre de Liz es El Buitre. Peter lo reconoce, pero el otro, que solo lo vio enmascarado, no. Aparece la madre de Liz que nada sabe de las actividades de su marido y aparece Liz, nerviosa, con su vestido de fiesta. Toomes, auténtico, disfruta de su poder de hombre adulto que hace rato ha dejado atrás la vergüenza púber, incomoda al joven pretendiente al mismo tiempo que le concede cierta complicidad viril. Habla desde la cocina con un gran cuchillo en la mano: arma salvaje, amenazante, y cosa doméstica, cotidiana: la escena se resume en un objeto. Parker está pálido, estupefacto. Ese estado no sorprende porque se camufla en su situación de tímido galán adolescente. Es el único que ve la escena de la misma manera que la ve el espectador. Toomes sabe que él es un supervillano y que pelea contra un superhéroe, pero no sabe que ese pibe es el superhéroe. Liz y la madre solo viven ese tierno momento de pasaje en la vida juvenil.
He aquí el suspenso. El director ha ido cincelando este momento con pericia, sin errar un golpe. Para que funcione era necesario que no podamos imaginar el parentesco entre el villano y la chica, pero también que no nos parezca arbitrario. Tiene que haber estado presente la posibilidad sin que se la nombre ni siquiera tangencialmente. Escenas antes se nos informó que Toomes estaba casado y que su mujer no sabía de la ilegalidad de sus tareas, se insertó esa información en forma de chiste: un supervillano con capacidad para enfrentar a los héroes de Marvel tiene que aguantar los reproches de su esposa por teléfono mientras arregla los detalles de su plan con un secuaz. De esta forma no sentimos que se nos estaba informando eso para buscar un efecto posterior, la escena sirve para contarnos el plan y la conversación con la esposa se justifica por el chiste. Si en ese momento se hubiera nombrado a una hija ya hubiera sido una información sospechosa, teníamos que saber que llevaba una vida familiar normal, pero no teníamos que sentir que se nos preparaba para mostrarnos algo más.
Claro que alguien con esposa puede tener hijos e hijas y para que Peter la pase a buscar a Liz por la casa de ella tiene que hablarse de sus padres. Se bosqueja, entonces, la existencia de dos personajes que no vimos hasta la escena en cuestión: el inevitable padre de Liz y la eventual hija de Toomes, ambos bien podrían materializarse en personajes ya presentados. La información que impide que sospechemos de esa hipótesis está siempre a la vista y no necesita ni debe ser enunciada ni una vez: Liz es negra y Toomes es blanco. En el mismo momento en que se abre la puerta de la casa de Liz y vemos a Keaton armamos el árbol familiar sin necesidad de forzar ninguna pieza, aquella mujer con la que hablaba El Buitre por teléfono y todavía no conocimos debe ser negra. Por otro lado, la existencia de Liz no necesitaba justificación dramática, décadas de cine de género la justificaban por el infaltable rol de la chica del héroe. Tradicionalmente esa chica terminará participando del hilo dramático del superhéroe porque su vida correrá peligro, no hace falta otra intersección entre las dos líneas narrativas. La construcción de la escena en la que descubrimos todo tampoco nos da espacios para preguntarnos por el padre antes de su aparición gracias, nuevamente, a las convenciones del género. La aparición de Toomes se inserta en una escena típicamente humana de las películas de superhéroes y la escena ya tiene tensión porque Parker finalmente tendrá una cita con la mujer que le gusta. Entonces no nos preguntamos cuál es el interés de que se nos muestre ese momento. Finalmente, la apertura de la puerta de la casa familiar no está cargada de tensión, no hay marcas de dirección que nos indiquen que hay algo peligroso atrás, ni música, ni planos detalles, ni un tiempo de espera. Así la aparición del padre no está anunciada.
/… cuando Stewart encuentra a Judy, la hice residir en el Empire Hotel de Post Street porque hay en la fachada de este hotel un anuncio de neón verde que parpadea constantemente. Esto me permitió provocar de manera natural, sin artificio, el mismo efecto de misterio sobre la muchacha, cuando sale del cuarto de baño; está iluminada por el neón verde, vuelve verdaderamente de entre los muertos. /*
¿Qué más puede temer un chico de 15 años que logra tener una cita con la chica que le gusta? Tener que pasar más tiempo con el padre de la chica. Toomes se ofrece a llevar a los dos adolescentes hasta el baile. La posición de poder del padre/Buitre sobre el pretendiente/Hombre Araña se multiplica. Ahora Toomes maneja, conduce, tiene el control; Parker va en el asiento de atrás como un nene, lo llevan, va adonde el otro quiere. Normalmente la información es una ventaja, el que sabe más tiene al otro en su puño; el que sabe menos, con suerte, solo puede disfrutar de su propia inocencia. En este caso el que sabe menos, Toomes, juega con el que sabe más, Parker, y siente el control que está ejerciendo sobre él, lo que no sabe es que el temor de Parker no se debe a su situación de yerno sino a la de superenemigo pasmado. Pero la disparidad dura poco. Liz relata los extraños momentos en los que Parker desaparece, Toomes se da cuenta de que coinciden con las apariciones del Hombre Araña y empieza a sentir que conoce la voz del pibe. Paran en una esquina, primer plano de Keaton teñido de rojo por la luz del semáforo, alerta marcada en el rostro “de manera natural, sin artificio”, el estado anímico se muestra visualmente sin alterar el mundo en el que suceden los hechos, usando los elementos de la diégesis; el director narra pero no se pone delante de las acciones. La cara de Keaton es una fiesta de sensibilidad, cada arruga toma vida propia. Luz verde bañando la cara entera, se laxan las arrugas, ahora Toomes sabe.
/En el libro, solo al final el lector descubre, al mismo tiempo que el héroe, que se trataba de una misma mujer. En el film, yo he procedido de otra manera. Cuando Stewart ha encontrado a la muchacha de cabello castaño, decidí develar en seguida la verdad, pero solo para el espectador: Judy es Madeleine misma. A mi alrededor todo el mundo pensaba que esta revelación no debía producirse más que al final de la película. Yo me imaginé que era un chico sentado en las rodillas de su madre que le cuenta una historia. Cuando la mamá cesa de contar, el niño pregunta invariablemente: – “Mamá, ¿qué sucede después?”. Encontré que en la segunda parte de la novela, cuando el individuo ha encontrado a la muchacha castaña, ocurre como si no pasara nada después. Con mi solución, el chico sabe que Madeleine y Judy no son más que una misma y única mujer y ahora él pregunta a su madre: -“Y, entonces, ¿no lo sabe James Stewart? – No.”/*
Que Toomes se dé cuenta tan rápido de que Parker es su enemigo aborta el momento de tensión que se había gestado: ya no nos preguntamos qué hará Parker (como el chico que pregunta si Stewart sabe lo mismo que él), ahora el mando de la situación vuelve a Toomes. Sin embargo no todo es pérdida, ese cambio de mando permite otro gran momento. Liz se baja del auto, Toomes se da vuelta; con gesto, voz y autoridad de padre que amenaza al que se quiere coger a su hija y que sabe que eso la haría feliz; le dice a Parker que sabe quién es y le ordena que vaya y la haga pasar una linda noche a su Liz. Ahora Peter tiene la oportunidad de tener lo que siempre quiso, de completar el círculo imposible del nerd siempre burlado que se levanta a la más linda de la clase. Pero hacer eso implica renunciar a ser el Hombre Araña, tiene que elegir entre ser feliz como uno más o afrontar el hecho de que puede más que los otros. O sea, lo del gran poder y la gran responsabilidad, pero sin la frase. Parker toma la decisión heroica y la película sigue con las peripecias del héroe y su fastidioso traje hipertecnológico, hasta que en el fragor de la batalla tiene la oportunidad de salvarle la vida al padre de su amada.
Este costado familiar sensible del Buitre no es para nada secundario, va de la mano de un tema que atraviesa toda la película desde la primera escena. La “Pyme” de Keaton tiene un contrato para limpiar el basural que dejó la última batalla de Los vengadores, pero lo pierde a manos de la megacorporación de Tony Starks. Sus actividades ilegales son una consecuencia de la presión de una multinacional. Toomes es definitivamente un malo querible, lo que queda sellado en la escena entre créditos, cuando ya en la cárcel niega que sepa la identidad secreta del Hombre Araña. Pero esta simpatía ya existía de antes porque es un tipo común víctima de un poderoso y porque es un malvado con moral: realmente ama a su hija y a su esposa, realmente quiere lo mejor para ellas, es un buen tipo un poco extralimitado en los medios que utiliza. Sería exagerado decir que la película es un alegato en contra de los poderosos, pero muy a la manera de Hollywood sabe jugar a dos puntas. Deja ver las grietas de un discurso americano ingenuo, casi ridiculizado en los videos del Capitán América que se les muestra a los pibes del colegio. Toomes es el que explicita la contradicción: “¡a los ricos, a los poderosos, como Stark, no les importamos!” Al final Parker elegirá seguir ayudando a “la gente común”, forzando un poco las cosas podríamos decir que a los trabajadores, a hombres más parecidos a Toomes que a Stark.
* Citas de El cine según Hitchcock, de François Truffaut
Acá pueden leer un texto de Marcos Rodriguez sobre la misma película
Spider-man: De regreso a casa (Spider-Man: Homecoming, EUA, 2017), de Jon Watts, c/Tom Holland, Michael Keaton, Robert Downey Jr., Marisa Tomei, Jon Favreau, 133′.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá:
Me encantó. No la vi, no pienso verla (no es un superhéroe atractivo para mi), pero me pareció muy buena la crítica y la comparación con los razonamientos de Hitchcock. Keaton tiene una cara muy especial para hacer de un villano pero no tanto. Bien el cast ahí.
Muchas gracias, Silvia, Keaton es un grande
Excelente. El análisis más agudo que leí hasta ahora. Gracias Ignacio!
Muchas gracias!
Excelente. Tampoco la vi, ni me atrae particularmente, pero el ejercicio de análisis me encantó.
Celebro, entre tanta secuencia digital pedorra, escenas como las que describís.
Saludos