Dos pavos en apuros es, básicamente, una revisión de la tradición en la que se funda la alianza de nativos y colonos norteamericanos, accesible por la sencillez de la trama y el humor, aunque condimentada con la penetración ideológica y cultural que el resto del mundo ha sufrido por parte de una potencia imperial. Ahora bien, detalles tan específicos como “el pavo del perdón” y lo que esto implica determinan el destino de la película y su déficit de empatía con el espectador desde el comienzo. Comienzo que, particularmente, es lo mejor, porque luego de los quince minutos iniciales sólo asistiremos al devenir de una historia que no logra concretarse narrativamente ni aporta logro visual específico alguno.
Reggie es un pavo que ha sido perdonado y ahora vive confortablemente hasta que un día Jake, un pavo algo torpe y tosco, lo convoca –más bien lo secuestra- para cumplir la sagrada misión de salvar a los pavos de toda la historia y autoeliminarse del menú más tradicional de la cultura estadounidense. Esta pareja de pavos, “el inteligente” y el “alocado y fuerte” (pero funcional) volverán al día cero para tratar de revertir el día de Acción de Gracias.
Un viaje en el tiempo, una gesta no tan heroica, y una variación de chistes físicos básicos nos ponen en el marco de la cultura pop estadounidense con alusiones a los viajes en el tiempo (Dr. Who y Volver al futuro) y con un estilo de comicidad ácida –incluso negra- que en ocasiones roza el mal gusto (incluyendo un chiste sobre sexo oral fuera de contexto y sin soporte argumental alguno), apoyado en la necesidad del guiño al espectador adulto recurrente en el cine de animación contemporáneo. Los niños solo disfrutarán del gag y el humor físico que la película propone, que no excede el arsenal básico y nada brillante de golpes y caídas.
No obstante, la película consigue sacar algunas risas breves originadas en la vorágine irresoluta del guión, que opera como un collage arbitrario de eventos sorpresivos, antes que en la consistencia de una estructura narrativa que resulta efectiva solo de a ratos. Esas incongruencias son la razón del fracaso de los planos “conmovedores”. Desesperada como está por referirse a TODO el cine, tampoco puede evitar ponerse en evidencia cuando trata de ser original, mas allá del tiro por elevación a Pollitos en fuga (un pavo se cruza con una gallina, lo que da un hijo bobo) cuando recuerda aquella increíble metáfora visual del gallinero que operaba como un campo de concentración. Aquí, toda referencia se limita a la insignificante justificación de una trama que se evade a sí misma y termina cayendo en el peor de los clichés, sermoneándonos con una moraleja mal elaborada sobre el valor de las fiestas y el significado de pertenencia a un grupo-parvada.
Visualmente no deslumbra, apenas cumple, tiene sólo una o dos secuencias interesantes, como cuando la niebla camufla a los pavos antes de su batalla final, pero no hay mucho más que eso. Aún cuando el director (Jimmy Hayward, un ex Pixar) ha participado en películas como Monsters Inc. o incluso Toy story, Dos pavos en apuros no despega de la mera aspiración de entretener, con chistes que los chicos no podrán disfrutar y que a los grandes les resultarán pueriles.
Dos pavos en apuros (Free Birds, USA, 2013), de Jimmy Hayward, c/ voces de Owen Wilson, Woody Harrelson, Amy Poheler, 91’.
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