A simple vista, la primera aventura en solitario de Buzz Lightyear pareciera alejarse del universo familiar y de esa comunidad de juguetes de la que el propio Buzz (junto al vaquero Woody) era el líder en la fundacional Toy Story. Dirigida por Angus MacLane, el director de Buscando a Dory, Lightyear se aleja desde lo formal de las prototípicas películas de Pixar lanzándose “literalmente” al espacio en formato de película de acción interestelar, pero sin perder nunca el pulso de la narración clásica y los lazos afectivos que unen al protagonista de la historia con su entorno. Ese corazón enorme que Buzz nos mostró a lo largo de la saga de Toy Story es el mismo que se presenta en su primera aventura en solitario. Una de las diferencias centrales entre esta aventura iniciática y su comportamiento en la saga es que en Lightyear Buzz no se comporta como un juguete. Atrapado junto a su amiga, la capitana Alisha Hawthorne, en un planeta lejano, debido a una misión que fracasó y que los dejó varados, Buzz intenta en sucesivas y frustrantes ocasiones volver a la Tierra. Una y otra vez la misión fracasa y ese derrotero conciso y conmovedor marca de modo particular a nuestro protagonista, ya que en cada viaje en el que se embarca se produce una distorsión temporal que hace que su entorno envejezca mientras él permanece anclado en el tiempo. Siete minutos de una misión para Buzz son el equivalente a cuatro años de vida para el resto de los mortales. De este modo asistimos al ciclo de crecimiento, envejecimiento y muerte de Alisha graficado y comprimido en una escena sublime acerca del paso del tiempo que remite directamente a Up, otra de las grandes películas de la historia de Pixar.

Lightyear es una gran película sobre la soledad y sobre la idea de heroicidad. En este caso, Buzz es un héroe trágico, atrapado en una misión que debe realizar en solitario una y otra vez, y que lo conduce a un fracaso inevitable alejándolo así de sus seres queridos. La película de MacLane trabaja también de modo acertado sobre la idea del doble. Lo bueno para el espectador es que toda esta densidad temática nunca es presentada de modo tedioso ni con aires de pomposidad. Lejos estamos de la pretendida profundidad de Nolan en Interestelar o de cierto cine mainstream con complejo de inferioridad que termina recurriendo a una seriedad impostada que empantana las tramas. Lightyear confía en el poder del cine de género y se reconoce deudora del cine galáctico de la década del 70, sobre todo de las películas de Viaje a las estrellas y sus derivados.

Lightyear se sostiene también en una de las grandes virtudes de las películas de Pixar: tanto aquí, como en las mencionadas Toy Story y Up, en la saga automovilística de Cars o en las bellas y melancólicas Coco y Luca, no hay héroe individual sino trabajo en equipo. Una vez que Buzz queda solo, luego de la muerte de su amiga, deberá reinventarse para salir de ese planeta distante y volver a la Tierra. Esa reinvención no se da de modo individual. Nuestro héroe junta sus fuerzas con la sobrina de Alisha, una ex convicta que no puede tocar armas por miedo a volver a la cárcel, un soldado miedoso e inexperto, y Sox, un gato robot que junto al propio Buzz es por lejos el mejor personaje de la película (y que pide a gritos un protagónico en breve). Si la reflexión sobre el paso del tiempo conecta a Lightyear con Up, el personaje de Sox nos permite vincular a la película de MacLane con Wall-E, antecedente intergaláctico y otra de las grandes gemas de Pixar. La paradoja de ambas películas es que la humanidad de la vida artificial se termina enfrentando a la inhumanidad que muchas veces muestran los propios humanos.

El final anuncia la inevitable secuela y termina de completar el retrato que todos los fans de Buzz habíamos construido en nuestras mentes. Detrás de ese egocentrismo a prueba de balas, hay ni más ni menos que un buen hombre. ¿Qué otra cosa es sino ser un héroe?

Calificación: 8/10

Lightyear (Estados unidos, 2022). Dirección: Angus MacLane. Guion: Angus MacLane, Mathew Aldrich y Jasón Headley. Fotografía: Ian Meggiben y Jeremy Lasky. Música: Michael Giachino. Edición: Anthony Greemberg. c/ Chris Evans, Keke Palmer, Uzo Aduba, Taika Waititi, Peter Sohn, Dale Soules y James Brolin. Duracion 100 minutos.

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