Viajamos al pasado: Para el año 2000 se estrenaba la que sería quizás la iniciadora (de una forma muy tímida) de un nuevo género de películas (aunque de nuevo no tiene nada) que llegó para quedarse. Para quedarse un rato, al menos. X-Men, de Bryan Singer, quizás no fue la “iniciadora” del género de superhéroes pero sí fue la primera que le cambió un poco la cara a un tipo de películas que lejos estaban de ser memorables. Con ella, y sobre todo con Spider-Man (2002) de Sam Raimi, los 2000 recibían un género que empezaba a gestarse de a poco. Le siguieron Batman Begins (2005) de Nolan, y finalmente Iron Man (2008)de Favreau; películas que le dieron forma y presencia a un conglomerado cinematográfico, siendo esta última el primer lanzamiento de lo que luego sería el inmenso universo de Marvel Studios.

Volviendo al presente: El Universo de Marvel Studios es gigantesco. Podemos pensar a sus películas como responsables de la hegemonía de un género (o subgénero, o tipo de película). Después de casi 20 años, el cine de superhéroes hoy tiene una cara reconocible. Tiene formas concebidas, estilos elegidos y búsquedas que atraviesan a todas sus obras. Pero, tal como nos enseñaron los pensadores del cine, un género tiene vida: nace, se desarrolla y finalmente muere. Es evidente que el cine de superhéroes se encuentra en su era dorada, y en un género tan establecido, tan aceptado por el público, a veces llegan obras que buscan una renovación de estilo para prolongar el inevitable final.

Yendo a lo que nos importa: Academia Paraguas,o The Umbrella Academy, se estrenó en febrero vía Netflix. Basada en el cómic del mismo nombre de la dupla Gerard Way y Gabriel Bá, esta adaptación llegó en una época en la que el público se conoce de memoria el género superheróico, pero para nada está cansado de él. Los grandes estrenos que esperamos este año son los de Marvel, el de GOT, el de Vikingos quizás… Ficciones repletas de héroes y villanos, batallas legendarias y efectos súper especiales. En ese panorama se estrena una serie que trae consigo un cómic distinto, diferente. Con una búsqueda que nada tiene que ver con lo épico, lo extraordinario y menos aún con lo realista. Academia Paraguas intenta renovar el lenguaje del género como lo hicieron Guardianes de la galaxia (2014) o Deadpool (2016) en el cine. Veamos cómo le salió.

La serie pendula entre lo increíble y original, y lo torpe, obvio y tonto. 43 niñes nacen en el mismo momento, en distintas partes del mundo, y un millonario con monóculo logra adoptar a siete de ellos para estudiarlos, entrenarlos y hacerlos superhéroes. Es evidente que la historia bordea lo delirante y se aprovecha de lo tragicómico, y uno puede ver que hay una gran idea ahí alojada. Una gran historia se percibe entre los capítulos. Sus protagonistas son increíbles, parodias de aquellos personajes que dan su vida por la humanidad, mientras, en realidad, son humanos tratando de sobrevivir al súperheroísmo. Porque lo único que logró el entrenamiento de su «padre», el hombre del monóculo, fue arruinarles la existencia. Hoy son adultos solitarios, con vidas caóticas y sin sentido. En lugar de tener un nombre propio, los llamaron por un número: Número 1, Número 2, Número 3 (imaginen como quedás después de eso).

Sin embargo, algo sucede en la serie que hace que este planteo original se vea malogrado. Voy a enumerar para ser más claro:

1. Escenas vacías y sin sentido: Los personajes se juntan para hablar de cosas que no importan y detienen el avance de la trama. Literalmente hay escenas en donde los personajes se encuentran casualmente en medio de la calle para hablar de lo que sucedió hace dos escenas.

2. Personajes aburridos: Durante estas escenas vacías, cada personaje tiene un rol muy definido, al borde del estereotipo, del que no logra salirse. Número 1 es el serio; Número 2 es el malhumorado; Número 3 es la exitosa que tiene una vida vacía; Número 4 es el delirante cómico que se la pasa haciendo chistes malos; Número 5, bueno, este es el mejor, y es tan buen personaje que no importa que haga, la rompe; Número 6 es el que está muerto; y Número 7 es la que sufre.

3. Intereses amorosos: Nuevamente pareciera que estos desvíos solo existen para detener el avance de la trama, porque tuvimos que ver una historia paralela de como Número 7 se enamora de un personaje inventado (y ese es otro punto).

4. Personajes inventados: Es muy notorio qué personajes son adaptados del cómic y cuáles no. La profundidad que percibimos en las cosas más sencillas no se registra en estos personajes que parecen puestos totalmente adrede por los guionistas para que su adaptación funcione.

5. Momentos musicales fuera de lugar: Entre las cosas forzadas y puestas adrede por la serie, están los momentos musicales. Acá no solo detienen el avance de la trama (¡otra vez!), sino que intentan ser cool y no lo consiguen. Uno de los bailes parece sacado de una película de animación de Disney y no se entiende si es en serio o en joda, porque no tiene gracia.

6. Dramatizan todo: Si hay algo que pareció no definirse en la construcción de esta serie es el tono. Pasamos de momentos delirantes y geniales, súper bizarros y exagerados, como un viejo que viajó en el tiempo y ahora está atrapado en el cuerpo de un niño (Número 5), a un personaje que le pide perdón a otro porque en la escena anterior le habló mal (y sufre por eso), y en la siguiente escena vuelve a pedirle perdón y tampoco se arreglan (y uno piensa, ¡qué carajo me importa!). Mientras tanto, en paralelo, el viejo en cuerpo de niño lucha contra viajeros del tiempo que intentan matarlo para que él no evite el fin del mundo. Acá hay una historia muy buena, y otra secundaria, adherida por los guionistas para dilatar los acontecimientos principales y estirar el relato.

Creo que es evidente que la serie sacó a la luz la gran historia de los cómics de Dark Horse, aunque su tratamiento y adaptación fueron torpes y obvias. La serie no estuvo a la altura de lo que el cómic exigía, y no supo sumarle nada nuevo a la historia matriz ni al género de superhéroes. La búsqueda de renovación dentro de un género es un objetivo ambicioso. Y se necesita quizás una mirada más fresca, o más anti sistema, o anti hegemónica, para poder romper ciertos paradigmas. Lo que sí le agradezco a la serie es que me hizo conocer un gran cómic que me senté a leer para entender qué había pasado en esa adaptación.

En conclusión: No es el objetivo de la crítica caerle encima a una serie que intentó hacer algo distinto. Podríamos pensar que fue víctima del duro viaje de la adaptación. El mundo del cómic estuvo esperando durante casi 100 años para que el cine hiciera algo bueno con sus historias. La puerta se le abrió en los 2000 con la llegada de efectos especiales que estaban por fin a la altura de las locuras que sucedían en el papel desde hacía años. Pero en ese paralelismo entre el lenguaje del cómic y el cinematográfico, cuando se trata del mundo de los superhéroes el cine aún tiene mucho que aprender. La adaptación de Academia Paraguas nunca pudo superar las diferencias entre ambos lenguajes. El humor oscuro del cómic Academia Paraguas está basado en otros cómics y pensado para lectores de cómics, y el cine o las series  no tienen tanto que ver con todo eso.

Fue muy valioso de parte de la serie haber asumido el reto de adaptar una historieta como tal, buscando traerle algo distinto a este universo súper expandido de enmascarados. Pero su ambición en busca de romper formas se quedó corta. Notaron que la historia original no les alcanzaba para sus diez episodios, y la rellenaron con momentos muertos en donde nada sucede, o se profundizaba en cuestiones sin importancia. Crearon un nuevo villano que le quitó picardía y originalidad al relato, generando situaciones típicas de telenovelas, donde un novio aleja a su pareja de la familia. De alguna manera, en la traslación de un comic diferente a los que estamos acostumbrados, lograron crear una serie no tan diferente a las que estamos acostumbrados.

Calificación 7/10

Academia Paraguas (The Umbrella Academy, Estados Unidos, 2019). Creador: Jeremy Slater. Elenco: Ellen Page, Tom Hopper, David Castañeda, Emmy Raver-Lampman, Robert Sheehan, Aidan Gallager, Colm Feore. Duración: 60 minutos. Disponible en: Netflix.

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