La ley del más fuerte es una historia sobre los villeros del Imperio o, como los mismos norteamericanos los llaman, la basura blanca yanqui (en inglés, los «white trash»). Gente fuera del sistema, gente que sobrevive como puede o como la dejan. Gente que vive en zonas rurales que están alejadas de las grandes urbes y de la soleada California. O en zonas industriales, con predominio de tonos opacos y cielos eternamente grises que ya hacían pie a finales de los ’70 en El francotirador (1978) de Michael Cimino, con la que encuentra varios puntos de contacto. O en Lazos de sangre (Winter’s Bone, 2010), otra gran película que no muchos recuerdan, que retrataba con gran eficacia estas problemáticas endémicas y la ausencia total del Estado en estas zonas hostiles.
Russell (Christian Bale) y su hermano Rodney (el siempre sólido Cassey Affleck) viven en una de la zonas con más altos índices de desempleo de EE.UU. El padre de ambos está postrado en una cama, después de una vida de duro trabajo en la acería que alimenta a la ciudad y que está muy próxima a cerrar. Russell, como hijo mayor, sigue sus pasos tratando de mantener una línea de conducta, mientras su hermano atormentado elige vivir al límite. Las idas y vueltas a Irak, experiencias que lo van demoliendo lentamente, lo convierten en un veterano de guerra triste y sin red de contención.
Apremiado por sus fallidas apuestas, Rodney comienza a competir en peleas callejeras por algo de dinero, aunque –gracias a que el registro de Affleck es notable en ese sentido- nunca está claro si su deseo es liberar la furia o suicidarse lentamente. El primer tramo de la película muestra cómo estos chicos se mantienen a raya con el último suspiro, hasta que un giro cruel del destino les tuerce el brazo y los lleva a un embudo difícil de eludir, transitando un camino descendente hacia el abismo más temido.
El director Scott Cooper (que hace algunos años dirigió la más que solvente Loco corazón) propone un viaje sin escalas por el infierno de la marginalidad apoyado en un buen manejo de los recursos clásicos y con buenos personajes secundarios a cargo de Willem Dafoe, Forrest Whitaker y Sam Shepard. El villano drogón a cargo Woody Harrelson, un poco exagerado en sus modales –acentuando permanentemente lo duro que es-, es el personaje que más ruido hace en un relato que no deslumbra pero que se muestra sólido y eficiente.
La ausencia de moral y las dificultades de la ley para actuar en regiones difíciles, generalmente incompatibles con el sueño americano, muestran cómo los puntos los pone la necesidad. La intensidad de la tragedia se enciende en algunos pasajes del relato mientras en otros se torna más desparejo y algo aburrido. Mientras en la fabrica se funde el acero, en la calles se cocina esta historia de desclasados fatales.
Aquí puede leers un texto de Mauro Zanier sobre la misma película.
La ley del más fuerte (Out of the Furnace, EUA/Inglaterra, 2013), de Scott Cooper, c/Christian Bale, Cassey Affleck, Woody Harrelson, Zoe Saldana, Willem Dafoe, Sam Shephard, Forest Whitaker, 116’.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: