El realizador surcoreano Hong Sang-soo vuelve en su última película a uno de sus rasgos de autor: la cuestión de la repetición. Personalmente lo considero uno de mis maestros en lo que hace a entender de qué se trata en la repetición. The Woman Who Ran está estructurada en torno a tres escenas, donde el protagonismo lo toman las mujeres.
El esposo de la joven Gamhee se va unos días en viaje por trabajo y ella aprovecha para encontrarse con algunas amigas, con las que no se ve desde que se casó. Es la primeras vez en cinco años que Gamhee se separa de su esposo pues éste considera que, para los que están enamorados, lo natural es permanecer juntos. Con la primera amiga a quien visita, conversa sobre el cuidado del ambiente y la alimentación vegetariana, pero al mismo tiempo se deleitan comiendo carne y bebiendo, como no lo habían hecho en mucho tiempo. Esta amiga está divorciada de su esposo y convive con otra mujer. La amiga de Gamhee cuenta que cuando sale a fumar, suele compartir ese momento con la joven hija de su vecino, que está angustiada y tratando de sobrellevar el abandono de su madre. Cuando Gamhee menciona la relación simbiótica que tiene con su esposo, su amiga le dice que no podría sostener una relación así, ya que necesita espacio para sí misma.
Seguidamente, Gamhee visita a una amiga que suele realizar puestas de baile, que vive sola en un nuevo vecindario y que, contenida durante muchos años, se dispone a disfrutar de conocer hombres en un bar cercano, concurrido generalmente por artistas. Le cuenta que conoció en ese bar a quien, sin saberlo, es su vecino de arriba. Tiene expectativas con él, pero es consciente de que si bien está separado, este hombre aún no se ha divorciado. Esta amiga le pregunta a Gamhee si está enamorada de su esposo, ella duda en principio, pero dice son muy compatibles y que todos los días piensa que está enamorada y que con pensarlo le es suficiente.
En la tercera escena, Gamhee va a ver una película y, de casualidad, se encuentra en el café con una vieja amiga que trabaja en el lugar. Se habían distanciado porque la amiga finalmente se casó con quien en ese momento era pareja de Gamhee y que hoy es un reconocido escritor. La amiga le pide perdón por lo sucedido, pero Gamhee le dice que no es necesario, que eso ya quedó en el pasado.
De los encuentros de Gamhee con sus amigas se deduce cierta rutinización del vínculo con su esposo y el descubrimiento de un disfrute ignorado del deambular en soledad y de las conversaciones con sus amigas. Las escenas se organizan con la característica impronta teatral de Sang-soo y también con la austeridad formal que se sirve principalmente del clásico plano/contraplano, de algunos paneos y del zoom-in o el zoom-out, según se trate de puntuar la intimidad de las amigas o el distanciamiento que responde a la introducción del paisaje o de algún hombre como personaje secundario.
El protagonismo es claramente de las mujeres, mientras que los hombres aparecen como intrusivos, egocéntricos y posesivos en este mundo de mujeres. En la primera escena, un vecino quiere imponer su voluntad de que la amiga de Gamhee deje de alimentar a los gatos vagabundos porque asustan a su esposa. En la segunda escena, un joven de 26 años vuelve a tocar la puerta de la amiga, insistiendo imperiosamente en su demanda de verla. La dificultad del joven para aceptar el no de la mujer deviene en acoso obsesivo. En la tercera escena, Gamhee se topa con su ex y ahora esposo de la amiga, y éste en su narcisismo viril no puede sino pensar que Gamhee ha venido para verlo a él, que tenía un evento en ese lugar.
A partir de estas charlas en apariencia banales, Sang-soo delinea con sutileza el encierro opresivo de las mujeres en el vínculo con los hombres y en la maternidad. De allí que “La mujer que corrió” refiere tanto a Gamhee como a sus amigas, y también a esa mujer que desapareció disruptivamente, abandonando a su esposo e hija.
Por otra parte y en relación al tema de la repetición, Sang-soo da cuenta de que, al contrario de la apariencia, la repetición no es repetición de lo mismo. En estas tres escenas hay una misma estructura simbólica que se repite, pero entre una y otra media el paso del tiempo, que hace que cada escena se repita en cierta ligera diferencia con la precedente.
En la repetición jugada en cada escena, Gamhee va perdiendo paulatinamente el goce de dos que son uno propia del amor fusión, para conquistar la mismidad de su diferencia y la libertad de lo femenino. The Woman Who Ran habla de feminismo, pero con el encanto de la austeridad y la sutileza lírica, que sólo la marca de Hong Sang-soo podría imprimirle.
The Woman Who Ran (Corea del Sur, 2020). Dirección: Hong Sang-soo. Duración: 77′. Sección Autores. Disponible: 27, 28 y 29 de Noviembre.
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