Ocho años después de Flores rotas nos reencontramos con Jim Jarmusch en pantalla grande. Esta vez nos ofrece su enamorada visión del universo vampiro, pero no es justo ni acertado decir que Only Lovers Left Alive (y Dios bendiga a las traducciones literales) es sólo una película de chupasangres. Jarmusch va -como siempre- más allá y parece preguntarse: ¿qué hace que el amor persista en una pareja después de cientos -quizás miles- de años? Las películas de Jarmusch podrían considerarse un género en sí mismas y, de alguna manera, esta mirada tan íntima y romántica sobre los vampiros -a pesar de las citas y los guiños- ciertamente lo es.
Eve es una lectora voraz que recorre las exóticas calles de Tánger y mira el mundo con ojos asombrados de deleite. Esbelta y pálida, viste ropa de colores claros y su piel parece cubierta por una fina capa de polvo. Se desliza, silenciosa y exuberante, por el tiempo. Tilda Swinton está exquisita y hermosa en este papel, ¿cómo no enamorarse de ella?
Adam vive en las afueras de la decadente Detroit -la tumba del ingenio fracasado- y atraviesa una profunda depresión (¡de eras!) por el destino que ha elegido la humanidad, a la que se referirá como los zombis. El personaje de Tom Hiddleston representa al vampiro romántico y, a la vez, es un virtuoso y hermoso músico muy dark, oscuro como sus ropas, desencantado y tan seductor como su mirada triste. ¿Cómo no enamorarse de él?
Completan el cuadro John Hurt, que aparece brevemente como Christopher Marlowe (el gran predecesor de Shakespeare -existe un gran debate sobre su autoría en varias obras adjudicadas a él-); Mia Wasikowska (Ava), la hermana de Eve, que viene a irrumpir en la comunión de los amantes con su egoísta energía adolescente; Anton Yelchin (Ian), que juega de asistente humano de Adam, proveedor (desde raras guitarras hasta una bala de madera) y, de alguna manera, custodio de la música y el bajo perfil de éste; por último, Jeffrey Wright, el Dr. Watson, científico y un surtidor de sangre en Detroit. En su brevísima aparición sucede un gratísimo paso de comedia: Adam se disfraza de médico para ir en busca de la sangre y elige ser nada menos que el Dr. Fausto.
Como no podía ser de otra manera la sangre juega un papel importante en la trama; es el alimento, pero aquí también es un objeto de culto, como todo. Nuestros inmortales se alimentan con sangre O- y es provista por médicos (mediante un suculento pago en metálico) además es consumida con delicadeza. La beberán en exquisitas y pequeñas copas de licor y tendrá sobre ellos un efecto similar al de un éxtasis producto del consumo de drogas (de hecho se refieren a ella como «de la buena», «de la mala», «de la pura»). Son civilizadamente esnobs y eso de matar para alimentarse es denigrante y demodé: algo «tan del siglo XV».
Hablábamos de citas y guiños y eso es lo que completa el relato. En la casa de Adam en Detroit una pared exhibe fotos de, prácticamente, todos los íconos culturales de los últimos tiempos, desde Lord Byron y Edgar Allan Poe hasta los «amados científicos» de Adam (Tesla, Copérnico, Galileo, entre otros). Hay referencias a Byron, Schubert, Shakespeare, Chet Baker, un paseo por Detroit que los lleva a detenerse en la casa en la que creció Jack White (de los White Stripes) y, sobre el final, cuando viajan de Detroit a Tanger, ellos serán nada menos que el Sr. Stephen Dedalus (el alter ego literario de James Joyce) y la Sra. Daisy Buchanan (la protagonista de El Gran Gatsby de Fitzgerald).
Su estilo elegante e impecable, las críticas sutiles pero contundentes a la sociedad actual (en la escena final Adam pregunta si «los zombis» se siguen peleando por el petróleo o ya han empezado a hacerlo por el agua) y la perfecta e hipnótica banda sonora de Jozef van Wissem completan la tonalidad del relato de Only lovers left alive.
Jarmusch devuelve a los vampiros a su gloria mítica; no más adolescentes angustiados ni la violencia gratuita del poder del inmortal sobre el mortal, y menos aún el cliché de seducir-chupar-matar. Estas criaturas, Eve y Adam, no sólo son unos «esnobs condescendientes» -como los llama Ava- sino, sin dudas, los hijos de puta más cool de la eternidad.
Sólo los amantes sobreviven (Only angels left alive, EUA, 2013), de Jim Jarmush, c/Tilda Swinton, Tom Hiddleston, Mia Wasikowska, 123′.
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