Los lectores veteranos conocen a Charles Williams, es un autor de thrillers y novelas policiales de larga fama. Yo no lo conocía ni de nombre. No sé cómo juzgan ustedes los libros que no conocen. Yo me guío un poco por intuición y otro poco por la biografía del autor. Lo que leí sobre Charles Williams me interesó de inmediato. Un tipo que estuvo enlistado en la Marina Mercante, que escribió su primer libro recién a los cuarenta años, que supo captar la atención de millones de lectores y cuyas historias sirvieron como inspiración para directores de cine como François Truffaut y Orson Welles, y que finalizó su vida por mano propia. Un tipo con esa biografía, como mínimo, debe tener algo interesante que decir. La contratapa del libro promete personajes inolvidables y una trama de rigurosa eficacia. Esa promesa se cumple.
Harry Madox es el protagonista absoluto de esta historia. Tiene alrededor de 30 años, es fornido, ambicioso, perspicaz. Es, lo que se dice, un tipo duro. Recién se ha mudado al pueblo y nadie sabe qué historias ha dejado detrás. Consigue un trabajo en una concesionaria de automóviles, bajo las órdenes de George Harshaw. La novela comienza cuando se inicia la nueva vida de Harry, que ha hecho borrón y cuenta nueva y vuelve a intentarlo una vez más. El problema es que Harry tiene una predisposición natural para meterse donde no lo llaman y no pasará demasiado tiempo hasta que las cosas comiencen a embrollarse.
George Harshaw le encomienda a Harry que recupere un automóvil de las manos de Sutton, uno de los típicos indeseables del pueblo, quien se ha atrasado con el pago y es probable que no tenga el dinero. Harry está a punto de rechazar el trabajo, cuando comprende que, si acepta, Gloria Harper, la contable de la empresa, lo acompañará. Ella es lo suficientemente atractiva como para que la tarea encomendada se vuelva soportable. Así las cosas: Harry descubre que la tensión entre Sutton y Gloria excede la tensión habitual entre deudores y acreedores. No se imagina cómo una chica tan joven, linda e inteligente como Gloria puede estar involucrada de la manera que sea con Sutton. El asunto lo desconcierta y lo intriga, pero de momento decide no inmiscuirse.
Un día, Harry conoce a Dolores Harshaw, la esposa de su jefe. Ella exuda provocación por todos los poros. La tensión sexual entre ellos estalla casi de inmediato. No obstante, Harry no quiere problemas. Sin embargo, es evidente que esa ambición moral le resulta inalcanzable. Su comportamiento indica que Harry está demasiado familiarizado con los problemas. Por eso todas sus decisiones se vuelven decisiones morales y la sentencia que pende sobre su cabeza es la de un personaje trágico que siente una atracción natural por el peligro. A medida que nos involucramos con su historia, más difícil nos resulta dilucidar si Harry Madox realmente quiere alejarse de los problemas o si, por el contrario, los busca adrede. ¿Acaso Harry Madox siente una fascinación natural por el peligro? ¿Y si es así, hasta dónde es capaz de llevar su atracción por el abismo?
Algún lector podrá replicar que es el azar el que determina el destino, que todo depende de la suerte, que nadie convoca voluntariamente a los problemas, que los problemas vienen solos. Sin embargo, esto es y no es así. Algunas cosas efectivamente dependen del azar, pero muchas otras dependen de la voluntad y de las decisiones de cada uno. Entonces, la historia de Harry Madox se vuelve universal. Al juzgar su comportamiento y decisiones, terminamos involucrados como lectores en una trama que excede al libro.
Por su parte, Charles Williams, el demiurgo detrás del destino de Harry Madox, realiza un trabajo de precisión a la hora de construir su relato, dosificando la tensión con la maestría que caracteriza a los mejores. Basta con leer las primeras páginas para quedar intrigado por completo. No hay manera de comenzar el libro y no continuar leyéndolo hasta el final y, cuando uno termina, sabe que continuará pensando en las implicancias filosóficas que se esconden detrás de la historia que, aunque parece simple, no lo es.
El libro, cuyo título original es The Hot Spot, ha sido adaptado a la pantalla grande, nada menos que por Dennis Hopper. El mismo Charles Williams escribió el guion, por lo que el argumento original casi no presenta variaciones. Zona caliente, como se llamó aquí la adaptación cinematográfica, tiene sus aciertos y desaciertos, pero el conjunto es aceptable. Incluye las actuaciones de Virginia Madsen como Dolores Harshaw, Don Johnson como Harry Madox y Jennifer Connelly en el papel de Gloria Harper. Mención aparte merece el papel de Jack Nance, el disoluto encargado del banco del pueblo.
La banda de sonido es impresionante, con la invaluable participación de Miles Davis, e imprime a las escenas una atmósfera de vértigo y sensualidad. Además, resultan particularmente interesantes algunas escenas en las que el simbolismo visual se independiza del texto, sin perder la relación con sus elementos conceptuales. Algunos ejemplos: Harry Madox visita a Dolores Harshaw en la casa de su jefe y ella le habla desde la escalera, en un plano contrapicado en el que Harry se posiciona en un lugar de sumisión y se convierte en otra bestia disecada, como las que decoran la habitación. Dolores invita a Harry a un peculiar banquete y, detrás, puede verse una cruz, que acaso representa el destino de crucifixión que lo aguarda, si acepta. Un plano cenital de Dolores y Harry en el que él siempre está debajo de ella, sometido, esclavo. Claramente, Dolores Harshaw es la femme fatale de esta historia, pero más allá del lugar común, lo interesante es la manera sutil en la que ese tópico se expresa.
Pienso que la película podría servir para discutir el lugar de poder que tradicionalmente se le otorga al hombre (al macho) en estas historias. La sumisión a la voluntad femenina no responde únicamente a una guerra de sexos, sino a un conflicto moral, donde no importa tanto quién es el bueno y quién es el malo, sino quién juega sus cartas con mayor astucia. El dinero como motor de conflicto y la fortaleza e integridad de Dolores Harshaw son algunos otros elementos que la película desarrolla con acierto. Gloria Harper, con su aspecto virginal y puro, robará el corazón de Harry, pero Dolores Harshaw, con su voluptuosidad ofrecida literalmente en bandeja, será una tentación constante. Este triángulo amoroso, este melodrama romántico, fuertemente impregnado de un erotismo explícito, enlazará con una historia de crimen, robo y violencia. Una combinación que, por otra parte, es característico del film noir como género.
La domesticación de Harry Madox, la domesticación del macho, del malo, del tipo rudo, esconde cierta ironía a propósito de las instituciones y su poder, sujeto a la manipulación y su integridad corruptible.
Zona caliente (The Hot Spot, EUA, 1990), de Dennis Hopper, c/Don Johnson, Virginia Madsen, Jennifer Connelly, William Sadler, Jerry Hardin, 130′.
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