musaranaAtención: Se revelan detalles importantes del argumento.

La estética de Puertas adentro (*) (Musarañas es el título original), primer largometraje de los españoles Juanfer Andrés y Esteban Roel, remite a la vertiente más clásica del terror y a la producción de Alex de la Iglesia, un cultor del género.

La historia de Montse (una costurera/modista en casa) y su hermana menor (La Niña) empieza como un drama. Un largo flashback dará cuenta de sus pesadillas; para la primera, la muerte de la madre y la culpa que genera la tristeza de su hermana por las noches, para la segunda el mismo dolor pero atravesado por la religión, su simbología, sus íconos y sus rituales. Ahí están  el crucifijo que lleva Montse en su cuello -el legado de su madre muerta- como una pesada cadena,  la Biblia -ese «libro de cuentos terroríficos» con el que dormía a su pequeña hermana- y la culpa gigante, omnipresente.

En el presente, Montse (Macarena Gómez, de quien hablaremos más adelante) transita su agorafobia («los ataques») entre láudano y rezos mientras su hermana (la correctísima Nadia de Santiago) lleva una vida normal puertas afuera. Completa el cuadro familiar el Padre (Luis Tosar), que las abandonó hace tiempo a su suerte pero está presente como una conciencia fantasmagórica que marca el deterioro del precario equilibrio entre Montse y la cordura.

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La aparición del atractivo y accidentado vecino Carlos (Hugo Silva) será el punto de partida del terror propiamente dicho, a través de una serie de acontecimientos más o menos felices que evocan automáticamente -un defecto del guion que podría haberle sacado más jugo a todas estas circunstancias- las múltiples referencias literarias y cinematográficas a las que Musarañas homenajea, desde el roce temático con La casa de Bernarda Alba hasta la muy evidente Misery (1990) de Rob Reiner, pasando por El seductor (1971) de Don Siegel y ¿Qué pasó con Baby Jane? (1962) de Robert Aldrich. Musarañas se mira en todas ellas a la vez y el resultado se desdibuja en una explosión de locura gore «costureril» (tristemente desaprovechada por la cámara que apenas nos la muestra como un rápido cameo) y cierra con innecesarias explicaciones, muchas de situaciones surgidas en los intercambios entre nuestra costurera bastante desquiciada y el provocador (y efectivo) fantasma de su padre, en los que motivos y razones que ya habían sido develados sutilmente son subrayados y pierden su fuerza y su gracia.

Hablemos de Montse. El personaje que construye Macarena Gómez es, por lejos, lo mejor de la película. Montse ES la película. Macarena Gómez se adueña del relato. No sólo es el eje, es LA protagonista; en su cara, su cuerpo, sus gestos y sus ojos vemos a Montse y su historia, sus secretos, su locura, su incapacidad para relacionarse con el resto del mundo, su ilusión, su peligrosidad. Montse es un producto de su tiempo, de las rancias tradiciones religiosas y los mandatos familiares. No tengo demasiado presente a la actriz Macarena Gómez en otros papeles, pero acá es gigante.

Musarañas

Musarañas es una película de interiores y ese es uno de sus aciertos. Los directores, a través de planos prolijos y una correcta (y esperable) iluminación, logran transmitir esa sensación de «encierro detenido» que no llega a ser claustrofóbica pero que se intuye. Otro acierto es la ubicación temporal, la España de la década del 50 que, si bien no se explicita, se intuye esencialmente por el vestuario y la construcción de la escenografía.

Musarañas parece apostar a la desmesura, debería haberlo hecho, pero los directores Juanfer Andrés y Esteban Roel optan por no arriesgar demasiado (este es su primer largometraje) y se ponen solemnes (algunos atisbos de humor negro parecen colarse en una grieta de esperpento, pero no llegan a asomar del todo) y el resultado es una cámara que recorre correctamente y sin sobresaltos el relato, lo que termina por no transmitir esa atmósfera de claustrofobia insana que se intuye desde el comienzo, y nos deja con la sensación de que nos han dado mucho menos de lo que nos prometieron.

Puertas adentro (Musarañas, Francia/España, 2014), de Juanfer Andrés y Esteban Roel, c/Macarena Gómez, Nadia de Santiago, Hugo Silva, Luis Tosar, Carolina Bang, 95’.

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(*) Está bien, acuerdo con que las Musarañas que dan nombre a esta película parten de una metáfora ciertamente extraña, algo traída de los pelos, pero de ahí a que hayan decidido rebautizarla para el estreno que nunca se concretó con el nombre de Puertas adentro es de una simplificación ofensiva. ¿Qué caracterización se hace del espectador promedio para terminar en obviedades como ésta? Claro, la protagonista es agorafóbica y el relato transcurre en el interior de un departamento. ¿Cómo se llama la película? Y no se trata de este caso en particular, es más bien una tendencia a la obviedad develadora. ¿No me creen? Les dejo dos ejemplos recientes:

1) Un falso documental sobre un grupo de vampiros que comparten una misma casa: Casa Vampiro (en lugar del propio, y mucho más creativo, What we do in the shadows -Lo que hacemos en las sombras-)

2) Una película protagonizada por una sobreviviente de los campos de concentración nazi: Ave Fénix (en lugar del simple Fénix que habla del cabaret Phoenix, espacio clave en el desarrollo del relato)

La cosa es siempre bien lineal. Después no me vengan a cacarear con el asunto de los «spoilers»; primero habría que quejarse de quienes estrenan con estos títulos.

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