lluvia-posterDebe ser muy jodido encarar la filmación de un documental relacionado a lo que ocurrió el 30 de diciembre del 2004. Tan difícil como escribir una crítica, o referirse del modo en que sea a esos sucesos que acabaron con la vida de 194 pibes y que, en algún sentido, destruyeron la vida de innumerable cantidad de familias. Y bien digo “relacionado a” porque la La lluvia es también no verte no cuenta los hechos puntuales de aquel recital de Callejeros en Cromañon. Este documental con el que debuta como directora Mayra Bottero profundiza en la lucha de los sobrevivientes, de los familiares y de los amigos de las víctimas. Desnuda a una sociedad que tristemente se acostumbra a vivir episodios trágicos, previsibles y lógicos, amortiguados en los medios masivos de comunicación y desvirtuados en repartijas de culpas y en la incapacidad de asumir responsabilidades.

Realizar una crítica sobre cuestiones técnicas del documental sería detenerse en lo accesorio, perder de vista lo importante de un trabajo como este o de cualquiera similar en cuanto a lo temático. Aunque señalar que es imposible no atravesar con angustia, bronca y tristeza esa hora y media, y que resulta una tarea ardua el contener las lágrimas, da cuenta de que La lluvia es también no verte articula a la perfección todo lo que se necesita para mostrar de manera profunda una historia.

El documental arranca con una voz en off, primero de un sobreviviente contando en primera persona lo que vivió, y luego la de la propia Mayra Bottero, contextualizando, y, sin querer, haciendo lo que no hará en todo el resto del documental: sutilmente tomar parte. “Por aquellos años, el fervor y la pasión por un grupo de rock se manifestaban con banderas, cánticos y bengalas”, sentencia sin asumir que esa conducta solo le cabe a una porción del público rockero, me refiero al que compartía Callejeros con otras bandas del mismo género. Quiero decir que, en recitales de Heavy Metal, Punk Rock, Hardcore y otros subgéneros del rock, el lanzar fuegos artificiales dentro de un lugar cerrado no era una práctica ni siquiera eventual.

lluvia3-810x472Exceptuando esa afirmación, el documental avanza en relatos de familiares, sobrevivientes y amigos, que señalan al gerente de Cromañon, Omar Chabán, al Jefe de Gobierno Porteño de entonces, Aníbal Ibarra, y a otros funcionarios como responsables de lo sucedido mientras difieren en el criterio a la hora de culpar a los integrantes de Callejeros. Aunque La lluvia es también no verte muestra claramente lo que en el juicio se probó -la complicidad de la banda en referencia al ingreso de pirotecnia y la obscena sobreventa de entradas-, Bottero opta por darle lugar a diferentes opiniones, logrando un diálogo justo y balanceado.

El mayor logro del documental es la relación que establece entre Cromañon y la tragedia de Once, la que en febrero de 2012 dejó otros 51 muertos a menos de 200 metros. Es ahí donde la directora interpela a una sociedad que, mayormente estática, observa cómo se suceden las catástrofes y prefiere mirar para otro lado mientras no esté involucrado. Es ahí donde el documental imposibilita la indiferencia a cualquier persona que lo mire. Dónde el relato se vuelve incuestionable y dónde todas las voces consensúan.

Es muy difícil criticar una obra de esta naturaleza. ¿Quién no tiene una teoría sobre los responsables del 30 de diciembre del 2004? ¿Quién nunca dijo algunas palabras en voz alta al respecto? Lo que deja La lluvia es también no verte es la seguridad de que nada cambia si nos quedamos cruzados de brazos. Muestra cómo los sobrevivientes, familiares y amigos siguen luchando para que no vuelva a pasar algo parecido o peor, y abre las puertas para aprender a comprometerse, porque a cualquiera nos puede pasar.

La lluvia es también no verte (Argentina, 2015), de Mayra Bottero, 94′. Documental.

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