mission_impossible__rogue_nation_ver14_xlgAtención: Se revelan detalles del argumento.

El pasillo del Hoyts Abasto lleno de gente, el camino a la salida está bloqueado y me estoy haciendo pis. Tengo que ir en contra de la multitud y encontrar una salida alternativa. Pampampampam. Llego tarde al trabajo, tengo que cruzar la 9 de julio, el semáforo peatonal indica que me quedan 8 segundos para llegar hasta el otro lado a salvo. Pampampampampam. Estoy en la panadería, se acerca mi turno, sé que quiero medialunas, pero ¿de grasa o de manteca? Tengo que decidir antes de que terminen de atender a la vieja que está adelante mío. Parabaaaaaaaaamparabaaaaaaaampampam.

Hace dos días que hasta la más intrascendente de las actividades cotidianas es una situación límite con música de Lalo Schifrin. Misión imposible 5 es un apasionante juego para adultos. Una aventura divertidísima que, a diferencia de los hits de la última década, avanza apoyada en el suspenso, en la construcción cariñosa de escenas y personajes, y no en un frenético despliegue digital inmotivado.

Era cuestión de tomarse un tiempo para que las acciones nos importen, para que nos involucremos con las motivaciones y los objetivos de los personajes. Misión imposible se toma ese tiempo, funciona como acción, como thriller, como suspenso. Nos saca a jugar, como en esa primera aparición de Ethan Hunt anunciando en traje sport que está ahí para hacer lo imposible.

La película no hace alarde de su clasicismo, no es un viejo despotricando por los tiempos perdidos. Tampoco reniega de la actualidad. Hay efectos digitales, pero están al servicio del suspenso, de la acción, no al servicio de sí mismos. Las escenas de acción nunca se despegan del hilo emocional de la historia. Eso puede contener la espectacularidad, acotar las posibilidades puramente técnicas, pero al no despegarse de las sensaciones de los personajes potencia la emoción del espectador. El ego del animador deberá moderar sus ansias de figurar para que nosotros expandamos nuestras emociones.

‘Mission: Impossible - Rogue Nation’ by Paramount Pictures.

Menos simpática es la cuestión política de la película. Esto de que el FMI sean los buenos dejados de lado que vuelven a tomar su lugar, que los malos sean “el Sindicato”. Incluso esto de que Solomon Lane (Sean Harris), el villano, sea un ex espía que trafica información y luzca físicamente como un Snowden afeado. Pero bueno, todo no se puede. Si va a ser tan placentero, dale nomás Hollywood, inyectame capitalismo y statu quo, soy tuyo.

A través de los malos o de los cuestionables, como Alec Baldwin, la película expresa las visiones más complejas y realistas. Ethan es un apostador, toma demasiados riesgos, depende de la suerte. Las grandes decisiones, la política, no pueden estar en esas manos. Su pulsión épica está buena para una película, no para un agente secreto. El jefe inglés de los espías (Simon McBurney) le explica al ingenuo Ethan que en el mundo no hay aliados, solo intereses en común.

Hay también una mujer, Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) cuyas precursoras merecen que alguien las rastree. No deben ser tantas. Su cuerpo ancho es el de una atleta, no el de una modelo, sin dejar de ser femenina, seductora y fatal. Ese tajo -el del vestido- en la gloriosa escena en la ópera quedará en la historia del cine. No habrá sexo, ni siquiera un beso entre ella y Ethan. ¿Cómo cogerse a una mujer que te salva la vida? El héroe fracasa hasta la muerte ante la misión imposible. Ella lo salva y lo resucita. ¿Cómo no ser impotente ante una mujer que te trae a la vida? Es casi una madre. Ilsa traiciona, trabaja, se enamora sin dejar de ser una mujer y sin ceder poder. Para completarla, en su última pelea vence al hombre fuerte de los malos montándosele encima y penetrándolo con un cuchillo.

Pampam pampam.

Misión imposible – Nación secreta (Mission: Impossible – Rogue Nation), de Christopher McQuarrie, c/ Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Jeremy Renner, Simon Pegg, Ving Rhames, 131’.

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