El Festival de la canción de Eurovisión es una de las competencias musicales más importantes del mundo. Nacido en 1956 y creado por Marcel Bezençon, es un espectáculo televisivo donde cada país de Europa elige a sus representantes y los consagra con el voto popular. Así, en 1974, el grupo sueco ABBA conquistó el corazón del público con su canción “Waterloo”, que resultó ganadora en aquella edición del festival. En 1999, Will Ferrell viajó a Suecia para conocer la ciudad natal de su esposa, Vivenca Paulin. Para su sorpresa, descubrió en la televisión un universo de metaleros caracterizados como monstruos satánicos, bailarines con trajes espaciales y puestas en escena con ruedas de hámster gigantes y volcanes de fuego. La cultura del viejo continente conservaba una tradición histórica invaluable y un extravagante gusto masivo que no podían pasar desapercibidos.

La fascinación de Ferrell por la identidad del festival lo llevó a idear una comedia musical de sensibilidad camp en clave de homenaje. Hay un punto de contacto muy estrecho entre los personajes de la Nueva Comedia Americana y los concursantes del espectáculo Eurovisión: el artificio y la exageración. Precisamente, como dejó asentado Susan Sontag, la esencia de lo camp es el amor a lo no-natural, un tipo de código privado que pone en conflicto nuestra propia sensibilidad. Nos sentimos fuertemente atraídos por lo camp y ofendidos por ello con igual intensidad. La excentricidad de los peinados, la frivolidad de los gestos, los vestuarios llamativos, los maquillajes ridículos ya estaban presentes con anticipación en comedias como Zoolander (Ben Stiller, 2002) o Patinando a la gloria (Josh Gordon, 2007). La diferencia estriba en que la historia de Fire Saga se propone reivindicar lo camp sin burlarse, abordándolo con conciencia, respeto y constituyéndolo como un auténtico símbolo de identidad.

La historia de la película producida por Netflix y dirigida por David Dobkin inicia en Húsavik, un pequeño pueblo de Islandia. Son los años 70 y un grupo de pueblerinos se ha congregado en un hogar para ver la final de Eurovisión en la tele. Sentado en una escalera se encuentra Lars, un niño cabizbajo y de semblante triste por el reciente fallecimiento de su madre. De repente, un sonido cambia rotundamente su estado de ánimo, la canción “Waterloo” de ABBA hace que comience a bailar con frenesí. Los adultos –incluido su padre, Erick, interpretado por un inolvidable Pierce Brosnan– lo observan con sorpresa y se desternillan de la risa. Dolido, Lars los mira y los confronta confesando que él será el próximo ganador del Festival de la Canción de Eurovisión.

La escena siguiente es un genuino videoclip, estructurado en función de la pegajosa melodía “Volcano Man”. Will Ferrell y Rachel McAdams hacen angelitos en la nieve, miran a cámara con sensualidad, saltan entre volcanes y cantan en un acantilado. Dobkin sabe cómo filmar canciones y lograr una empatía directa con el espectador. Ha tenido una vasta experiencia dirigiendo videos de Maroon 5. Lo que sucede en “Volcano Man” articula toda la estética de la película. Sintetizadores, procesadores de sonido, autotune, vestuarios de dioses nórdicos, maquillaje metalizado, glitter en los rostros, auroras boreales, paisajes gélidos y rocosos que se combinan para crear una atmósfera de exageración ilimitada. Lo que vemos nos atrae mucho al tiempo que nos desagrada. No es bello, peca de mal gusto. Eso es Fire Saga. Y la exageración de lo camp es su emblema.

La comedia como género que provoca risa en el espectador no se logra con lo camp. Si bien este tipo de sensibilidad es lúdica, también logra aproximarnos a otro tipo de implicación con lo serio. Cuando vemos a Lemtov (Dan Stevens) realizar un tour por las instalaciones de su mansión, vemos que él señala esculturas griegas de falo enorme, pinturas renacentistas, alfombras doradas, sábanas de seda, animales disecados, botellas de champagne y texturas animal print. Lo camp en Lemtov se traduce en su forma de concebir el mundo como una experiencia constantemente estética. Y esa manera “impropia” de desenvolverse en el mundo constituye su identidad. Entonces, lo camp no provoca risa, lo camp en Eurovisión sirve como latiguillo para desarrollar la particular afinidad y el solapamiento que tiene con la comunidad LGBTIQ+.

Una de las problemáticas que la película trabaja conscientemente es que en Rusia todavía sigue siendo un delito ser homosexual. A Lemtov le preguntan si es gay y él responde con un chiste: “Claro que no. Soy ruso. En Rusia no hay gays”. El humor empatiza con la lucha de un colectivo. Ese chiste que en principio parece liviano e inocentón en realidad se burla del régimen opresor de Putín y no del oprimido. Lo que causa gracia en la película de Dobkin son las caídas, los accidentes inesperados, la torpeza del personaje de Will Ferrell y no la estética camp que la define.

Eurovisión es una comedia hecha y derecha, caracterizada por la torpeza del personaje de Lars y sus consecuencias. Lo musical se presenta de modo distinto a exponentes como Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1952), Chicago (Rob Marshall, 2002)o La La Land (Damien Chazelle, 2016). No hay un cambio de estadio entre el acto de caminar y el de bailar y/o un cambio en la iluminación –dos rasgos definitorios de los números musicales–. En la película de Dobkin tenemos un videoclip que introduce a la banda Fire Saga y luego secuencias televisivas musicales. Los personajes cantan y bailan cuando tienen que cantar y bailar para un ensayo o un show. Y eso se filma a modo televisivo, con paneos, planos cenitales y contraplanos del público. Es un musical, pero no el habitual donde ingresamos a un mundo onírico, de ilusiones y fantasías. Es un musical sobre un certamen de canto, con presentadores y gente eufórica aplaudiendo. Es un musical que confronta lo serio desde lo camp, enfrenta los discursos normativos mediante el chiste y nos invita a vincularnos con la realidad desde la esperanza. El gesto vanguardista por excelencia es el de hacer lo que sentimos sin buscar la aprobación de nadie y de desenvolvernos en el mundo luciendo con orgullo esa bandera. Y la historia de Fire Saga habla sobre eso: ensayar distintas posibilidades de ser alguien en el mundo y ensayar otras maneras de vincularlos con el otro. Con respeto, cariño y un cálido homenaje.

Festival de la canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga (Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga, Estados Unidos, 2020). Dirección: David Dobkin. Guion: Will Ferrell, Andrew Steele. Fotografía: Danny Cohen. Montaje: Gred Hayden. Elenco: Will Ferrell, Rachel McAdams, Dan Stevens, Mikael Persbrandt, Pierce Brosnan, Ólafur Darri Ólafsson, Demi Lovato. Duración: 123 minutos. Disponible en Netflix.

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