Ahora parece que los 80 fueron los mejores o, mejor dicho, queda claro que la industria encontró en aquella década una buena fórmula de refritos. Inmersa en esa fiebre comercial, hace apenas dos años llegó Cobra Kai, una serie que se desprende de la tetralogía Karate Kid. Dicho con palabras adecuadas a estos tiempos de mierda, Cobra Kai es un spin-off de la franquicia Karate Kid. Patético.
Salvando los escollos dialécticos que convierten al cine en algo parecido a una tienda de fast food (¿Lo dije bien?), Cobra Kai es un producto que no pasa desapercibido. Para bien y para mal, y sobre todo para mal. Arrancando, por ejemplo, con esa sensación recurrente en estos tiempos de pandemia que uno mira y mira y siente que mucho se estrena crudo, como cumpliendo con las fechas, como si no importase la calidad. En fin, en apenas un poco más de dos años, Cobra Kai estrenó su tercera temporada, y ya se rumorean fechas de estreno para una cuarta.
Para los que todavía no sucumbieron en esta historia, se puede resumir fácil: Karate Kid es el derrotero de un pibe bueno, Daniel Larusso, que se vuelve karateca para defenderse de los malos, encabezados por Johnny Lawrence, también karateca. Eso en los ochentas. Ahora en la actualidad, Cobra Kai resume las consecuencias de los caminos que aquellos tomaron. El bien y el mal, encarnados en esos mismos personajes treinta años después: el bueno rico, exitoso, con una familia a lo Ingalls; y el malo sin billete, separado y alejado de su hijo, metido en cualquiera. Pero alejémonos por algunos párrafos de estos estereotipos.
Daniel Larusso fue y es interpretado por Ralph Macchio, en términos actorales es lo que se dice una verdadera madera. Treinta años atrás lo disimulaba mejor, pero en Cobra Kai esa dificultad hasta para caminar frente a cámara la paga cara, y acrecienta la figura de su némesis: Johnny Lawrence, interpretado por William Zabka, que le tiene que agradecer a todos los dioses las carambolas cósmicas de la vida que lo vuelven a poner en el candelero. En consecuencia, aunque no esté descubriendo nada, el foco de esta serie pasa del buen Larusso (Karate Kid), al mal Johnny, o sea Cobra Kai. Sí, desde el vamos la serie vino a contar la historia del malo, pero desde la primera temporada nos mostró una metamorfosis que lo convirtió en el bueno, o en el malo al que le tenemos pena, y deseamos que se recupere. Ya en la segunda temporada, con dos protagonistas buenos, la serie se vio obligada a incorporar a otro malo, a buscar un balance natural, y para eso resucitó a otro que debe andar prendiendo velas: Martín Kove, en el papel del sorete total John Kreese. Terminada la segunda temporada, Cobra Kai seguía con la lucha típica entre el bien y el mal. Pero, antes de seguir con esta cuestión, es necesario hablar de otras cosas.
Cobra Kai es una serie adolescente, aunque ese refritaje de los ochenta también atrapa a cuarentones. Pibitos y pibitas a los golpes, rostros bonitos, y la platea juvenil atrapada. Misma fórmula, pero anclada en una de la películas icónicas juveniles de los ochenta: el living se llena. Y mucha astucia, o mucha suerte, pero a merced de esa mezcla se camuflan las imprecisiones y los errores que la serie tiene a patadas. Guión recontra predecible, finales abruptos injustificados, actuaciones flojas y la ausencia total de algún horizonte narrativo. Cobra Kai es entretenimiento puro, gags y nostalgia.
Además, la serie explota el refrito ochentoso con oportunismo y buenas elecciones. Desde la primera temporada, los flashbacks son recurrentes y se alimentan de las imágenes de las películas originales. En cada ocasión son bien usados, no cansan, no faltan, y nos recuerdan los mejores momentos de la trilogía. Johnny, ahora “bueno”, escucha mucha música, que por supuesto son todos grupos de los ochentas, en su mayoría del glam o del hard rock. En esta tercera temporada, la aparición de Dee Snider, cantante de Twisted Sister, con su banda solista, suma uno de los momentos más altos de la serie. Es claro que Lawrence simboliza los 80 y Larusso la actualidad; el primero anda en autos viejos, tiene onda y escucha música ochentosa, y el segundo es moderno, aburrido y maduro.
Volviendo a la cuestión del bien y el mal, es ese pretendido balance el que en esta tercera temporada desbarranca mal. En las originales Karate Kid, Larusso era matoneado por sus compañeros. En nuestros pagos no existía el extranjerizante término bullying, pero entendíamos que el pibe aprende artes marciales para defenderse. Así nuestros padres aceptaban la película porque, entre otras cosas, llevaba un mensaje positivo. Hoy, en esta Cobra Kai, pero en demasía en esta tercera temporada, el mensaje cambió. Los pibitos están sacados y se cagan a trompadas todo el tiempo, y se buscan, y se la dan. Como reflejo de la sociedad actual, seguramente sea correcta la visión. Pero, como aprendizaje o mensaje oculto, tanto para ambos bandos de karatecas como para el espectador, la enseñanza no es la defensa como arma sino el ataque, la violencia estúpida entre pares. Lo que es peor, el sobresaliente de los protagonistas, Lawrence, le hace “bullying” a menores, es un machista “divertido”, y reflota otras tradiciones de los ochenta que ya no da enaltecer.
En esta temporada recién estrenada, otro personaje de las originales reaparece. Se trata de Ali, la novia que se tironeaban los dos protagonistas, a la que interpreta Elisabeth Shue. Ali los caga a patadas a los dos karatecas, pero por el nivel de su actuación. Shue, que entre otros buenos papeles sobresalió en la muy buena y reciente serie The Boys, levanta el nivel general, pero su aparición es desprolija. Al final de la segunda temporada, en los últimos segundos, se deja abierta la promesa de aparición. Y en la tercera se consuma con un papel que se alarga mucho para finalmente no tener peso en nada y eso que genera desilusión. En conclusión, Cobra Kai, en cada una de sus tres temporadas -son diez capítulos cortos por temporada, de aproximadamente treinta y cinco minutos-, entretiene pero aporta poco, y es un tanto tóxica. Larusso tiene menos onda que un sushi. Lawrence atrasa treinta años. Aunque finalmente ambos se unen, hasta el momento, no configuran el bien. Mientras tanto, la juventud se caga a piñas con un refrito que sigue alimentando a viejos dinosaurios.
Cobra Kai (Estados Unidos, 2018). Creador: Robert Mark Kamen. Elenco: Ralph Macchio, William Zabka, Xolo Maridueña, Tanner Buchannan, Courtney Henggeler, Elizabeth Shue. Disponible en Netflix.
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