1. Esta película comenzó bajo la dirección de Adrián Caetano, quien por diferencias durante el proceso y falta de tiempo para resolverlas, se retiró del proyecto. El dato no es menor para un cinéfilo o para un espectador atento a los detalles del panorama cinematográfico nacional. Tampoco para mí, que soy uno de los que consideran a Caetano como el director más valioso de su generación por su capacidad de unir interés político y eficacia narrativa. Que Caetano no haya dirigido esta película me obligó a mirarla imaginándome lo que él hubiera hecho con este material. No una película antikirchnerista, sino una película dispuesta a concebir la construcción del personaje de Néstor Kirchner con todas las complejidades del caso, y la narración de su vida con la precisión y contundencia carentes de retórica innecesaria que caracteriza a su concepción del cine. Pero eso no fue posible. Las informaciones que circulan al respecto de las discrepancias entre los productores y el director alimentan la esperanza de que alguna vez veamos esa película. Si no, cabe mencionar que Francia, último largo de Caetano, es una película kirchnerista en tanto lleva a cabo una parábola de recuperación de la clase media venida a menos como resultado de medidas tomadas por los últimos tres gobiernos que ayudaron a saldar una parte de la deuda judicial y ética con el pasado, reactivar la economía y distribuir no la riqueza, sino cierta medida de ganancias, mejorando el nivel de vida económico general y el ánimo de los sectores bajos y medios de la sociedad, e impulsando la participación política. Pero si bien podemos ver su película kirchnerista, por ahora nos quedamos con las ganas de ver su película acerca de Néstor Kirchner.
2. ¿Qué es Néstor Kirchner, la película, de Paula de Luque? No es un biopic, vale decir una ficción biográfica, así como tampoco hay dramatizaciones de ningún hecho, ni actores encarnando a personajes históricos, salvo la aparición de Federico Luppi como una voz que lee bien un par de buenos poemas políticos en off. Tampoco es un documental de acuerdo a la caracterización del documental dada por Jean-Louis Comolli cuando decía que puesto que esa forma «sólo puede realizarse enfrentando al mundo, testimoniará y llevará la marca de ese encuentro como un tropiezo en la parte rebelde de este mundo (rebelde a nuestras narraciones, a nuestro cálculo); aquella que opondría a nuestras intenciones de seducción siempre algo de su dureza intacta». Más adelante lo llamará «el testigo de lo diferente a nosotros». Estimo que Caetano debió haber querido filmar aquello que valoraba sin dejar de filmar las diferencias que tendría con Kirchner, así como las que Kirchner tuvo consigo mismo, vale decir sus contradicciones. Como eso no sucedió, tenemos una película de propaganda, sin que ello implique que debamos rasgarnos las vestiduras por el hecho, aprobemos o desaprobemos a la figura del ex presidente. En principio, porque a esta altura del partido audiovisual, la propaganda cinematográfica de una película como esta no engaña cabalmente a nadie en particular salvo a quien desea o necesita ilusionarse con ella, y porque las películas de propaganda, como las de cualquier otro género, también pueden estar bien hechas, aunque este no sea el caso. 

3. Vuelvo a Jean-Louis Comolli: «La propaganda y la publicidad abusan de la misma palabra ‘mensaje’, pero en el cine los mensajes se representan mal, ocurre otra cosa, la enunciación trabaja el enunciado y lo altera, no existe ‘buena lectura’ obligatoria, el ‘lugar apropiado’ que garantice contra los riesgos de inversiones de sentido, una cierta ambigüedad afecta lo que se presenta exclusivamente como afirmación, toda inscripción cinematográfica se encuentra en un movimiento dialéctico -bascula por el negativo- que le hace encontrar de una manera o de otra su contrario, desaparición de lo que aparece, borramiento de lo que se marca, pérdida de lo que se da. De este modo la destreza mejor intencionada puede volverse hacia (y a veces contra) quien viene de utilizarla en el film. Están los amos contra quienes los films combaten y están los amos de los films, a cuyo paso se tienen que ajustar los espectadores (siga al guía).» La película de Paula de Luque, como toda publicidad sin complejo de serlo, no despliega ‘destrezas’ contra sí misma porque Kirchner es el ‘amo’ al que ama, para utilizar la terminología de Comolli, de modo que en este caso la directora de la película ni siquiera tiene la intención de ser dueña de su película, y si hay amos a los que combate, no han sido escogidos por la película sino por el objeto al que la película se entrega. Hay muy pocas operaciones más transparentes que las de esta película, cuyo discurso es tan claro que se deja dar vuelta como un guante, debido a que la película escogió partido por un cineasta que no es Caetano u otro que supiera que la exposición de las contradicciones no sólo es una operación de honestidad intelectual, sino hasta conveniente para generar convencimiento o confianza.

4. Sin planearlo, se me ha ido colando la palabra ‘amor’ en este texto, y quiero darle bola porque surgió como desplazamiento del término ‘amo’ usado por Comolli. La asociación me parece sugerente. Ese ‘amor’, ligado a una medida de sujeción, está presente en Néstor Kirchner. Para bien y para mal, la vida política argentina está marcada por la afectividad hacia líderes políticos fuertes y la instrumentación política de ese afecto por parte de aquellos. Néstor Kirchner es por ahora el penúltimo avatar de esa relación apasionada entre gobernante y gobernado. Pocas cosas son más estimulantes como espectáculo y como experiencia que ese vínculo. La película de Paula de Luque da cuenta de eso de diversas maneras, y las más interesantes corresponden al material de archivo. Por otro lado, se advierte la intención de valerse de esa afectividad en el trascendente trazo grueso publicitario del final, único recurso que en verdad instala a Néstor Kirchner en algún tipo de santidad. El resto de la película es un álbum familiar, con énfasis en este último término. Quien la mira está invitado a sentirse en familia, porque comienza con Máximo Kirchner hablando de su padre, porque una y otra vez se vuelve a los testimonios de la madre, las hermanas, la suegra, la cuñada y los compañeros de militancia de Néstor Kirchner, porque se utilizan fragmentos de películas caseras, porque los anónimos beneficiados que dan su testimonio lo fueron tras haber tenido alguna clase de contacto directo con él, porque la relación entre los presidentes latinoamericanos llamados de la Nueva Izquierda estuvo marcada por la distensión de los protocolos. Y como sucede a menudo en las familias, no hay distancia crítica que ponga el relato en tensión.

Aquí pueden leer un texto de Ignacio Izaguirre sobre la versión inconclusa de Adrián Caetano.

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