thehungergams-catchingfire-ukposter“La esperanza es el peor de todos los males.” 

Friedrich Nietzsche.

Los juegos del hambre: En llamas padece los mismos problemas narrativos que casi todas las adaptaciones hollywoodenses de las grandes sagas modernas devenidas en “tanques” cinematográficos. La transformación de los valores se produce a un paso tan acelerado que, por momentos, pone en jaque al verosímil. Los diálogos de la primera parte son trillados y sobre-explicativos, tanto sobre la película en sí, como para alertar a los espectadores desprevenidos sobre lo ocurrido en la entrega anterior de la saga. Las palabras se tropiezan por la falta de silencios, de climas. Sin embargo, la película, después de un comienzo  trivial y un tanto extendido, comienza a cobrar su propia identidad, y el resultado es bastante interesante.

De paso, para el lector desprevenido, ¿de qué va Los juegos del hambre? Bueno, en un futuro distópico donde los ricos se visten como salidos de una película de Baz Luhrman y los pobres como de un libro de Roald Dahl, un partido político autoritario ha tomado el control de todo y el país fue dividido en doce distritos, todos bajo el control del Presidente Snow (Donald Sutherland), dictador de turno. Cada año el país celebra los afamados “juegos del hambre”, como castigo represivo a la sociedad por un acto subversivo sito en un pasado distante, donde cada distrito debe ofrecer a dos de sus jóvenes como tributo para participar en un reality show que es una cruza entre The Truman Show y Battle Royale, donde solo uno puede ser el vencedor. La ofrenda del Distrito 12, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), será nuestra heroína. En la primera parte, Katniss sobrevive (“contra las reglas”) a los Juegos junto con su compañero de distrito y pseudo-interés romántico, Peeta Mellark (Josh Hutcherson).

En esta segunda aventura, ambos se encuentran de tour triunfal tras los Juegos, fingiendo una relación amorosa funcional, parte de la razón por la cual salvan sus pellejos en la primera parte. Lo que no saben es que se está gestando una revolución, producto de sus acciones subversivas en los Juegos, y Katniss es el símbolo de esa revuelta, de esa esperanza. Debido a esto, el Estado no tiene más remedio que introducir a Katniss de nuevo en una edición especial de los Juegos, esperando lo peor para ella. Ahí es donde la película se pone interesante.

Al igual que Carpenter con sus dos Escapes y al igual que Todd Phillips con las dos primeras partes de The Hangover, la película toma la exacta estructura de su predecesora, volviéndose su remake alternativa. Entonces, Los juegos del hambre: En llamas comienza a dialogar constantemente con su anterior entrega, mostrando el crecimiento de los personajes y una ruptura absoluta de lo que parecía ser el statu quo. Los aires de revolución se sienten en los gestos de cada personaje, en los gobernantes y en los gobernados. Un choque de clases latente pero poderoso. La fragilidad del sistema al resquebrajarse.

La película termina con un final abierto, luego de la ruptura simbólica más literal que se podía pedir,  con Katniss atravesando el domo/campo de fuerza que la contenía en los Juegos, para ser parte de una reunión secreta donde los líderes de la revolución, con varios conocidos incluidos, están discutiendo qué hacer con el mundo. O sea, básicamente, qué es lo que va a pasar en la próxima película.

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En contrapunto a la saga de Crepúsculo, con la que muchos la suelen comparar, Los juegos del hambre plantea una realidad alternativa pero posible, ciencia ficción propiamente dicha, donde lo que pesa realmente no son las relaciones humanas individuales, sino las del grueso de la población. Las de un colectivo reprimido que tan sólo necesitaba  algo para despertarse. Los juegos del hambre: En llamas esquiva sabiamente los clichés del triángulo amoroso que se anunciaban en la primera parte, y se toma las relaciones humanas con más naturalidad y espontaneidad. A diferencia de la saga de Crepúsculo, que no propone nada  más que el cumplimiento de algún fetiche neo-gótico, Los juegos del hambre plantea un cambio, una ruptura de la realidad conocida, un despertar del sopor del conformismo que rige a la humanidad.

Los juegos del hambreplantea una realidad que funciona como espejo perfecto del mundo actual, y como toda distopía funcional, asusta por las similitudes que no resulta difícil encontrar.  Si los pre-adolescentes necesitan algo a lo que rendirle culto, es preferible que sea esto.

Los juegos del hambre: En llamas (The Hunger Games: Catching Fire, EUA, 2013) de Francis Lawrence, c/Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Stanley Tucci, Philip Seymour-Hoffman, Lenny Kravitz, Donald Sutherland, ‘146.

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