El prólogo de Los jóvenes amantes (2021), último largometraje de la realizadora francesa Carine Tardieu, nos pone en contexto y situación. La acción se sitúa en Lyon, en diciembre de 2006. Allí Shauna (Fanny Ardant) deambula por el pasillo de un hospital, buscando al médico de guardia en la noche en vela, cuidando de su amiga Mathilde, en reemplazo del hijo de ésta: Georges. La angustia de Shauna por la salud de su amiga, a quien considera como una hermana, es calmada por Pierre (Mevil Poupaud), el médico de guardia (que es además su oncólogo tratante y amigo de Georges). Es en la calma de la conversación posterior, foto de las dos amigas mediante, que se produce el flechazo inesperado y volátil entre ambos, pues Shauna se esfuma abruptamente del hospital.

Los amantes se vuelven a encontrar 15 años después cuando Georges le propone a Pierre (durante el viaje de ambos por trabajo en Dublin) realizar una visita a una vieja casa en la costa de Irlanda, patrimonio de la familia de Shauna, donde ha pasado momentos de su infancia junto a su madre. Cuando se saludan, Pierre recuerda a Shauna muy bien, a diferencia de ella que parece haberlo olvidado. Es que para Pierre aquel encuentro se ubica en su memoria de manera muy significativa: en ese tiempo había perdido a su hija de apenas cuatro años. Tras esta breve visita en la costa de Irlanda, lo que los mantiene en contacto son las noticias de la evolución del tratamiento experimental de una paciente de 38 años con cáncer de mama, caso en el que Pierre está trabajando con dedicación. Además, el encuentro fortuito permite la devolución de la fotografía de ambas amigas, que por error Pierre se llevó entre sus papeles cuando se conocieron aquella noche en el hospital.

Shauna es una mujer de 70 años, viuda y retirada de su trabajo como arquitecta, profesión que compartía con Mathilde. También es madre de Cecilia y abuela de una nieta que vive su primera experiencia sentimental. Pierre tiene 45 años y está casado con Jeanne (Cécile de France), también médica en el mismo hospital, con quien tiene dos hijos, un pequeño de 7 años y una joven de 18 años. Desde ese punto de partida, Los jóvenes amantes se construye como un drama romántico, con ciertos elementos del melodrama y acompañado con algunos toques de comedia, como ocurre en la vida misma.

El aspecto melodramático está dado por al arco temporal extenso que abarca la historia, por una pasión anómala, que se desvía de lo socialmente esperado y que resulta difícil de aceptar para el entorno, y por el uso de la música extradiegética y diagética (la que ejecuta la pianista en la estación de tren en París, transmitiendo la agitación y el frenesí de Pierre por llegar al primer encuentro romántico), que apunta a enfatizar las emociones. Que el tema del film sea melodramático pero  que en su estructura se trate de un drama, está dado por la sobriedad de la puesta en escena y por la mesura de las interpretaciones, que nunca caen en la sensiblería ni la afectación artificial o exagerada.

Contra todo pronóstico, la relación entre Shauna y Pierre no queda en una aventura ocasional, pues ambos se enamoran. Aquí es la diferencia de edad lo que resulta difícil de aceptar para el entorno. De hecho, cuando Jeanne se entera de la infidelidad de Pierre supone que ha sido con una mujer más joven y, al descubrir que la tercera en discordia es Shauna, su primera reacción es reírse. Incluso Shauna oculta la identidad de su amante a su hija, un candidato que bien podría ser para ella, por temor a no ser comprendida y herirla. Aquí puede ubicarse el rechazo y la condena social respecto del deseo femenino pues la situación no resultaría escandalosa si se tratara de la de un hombre mayor con una mujer de la edad de sus hijos.

A contrapelo de ese prejuicio, la película celebra el derecho de la mujer al amor, al deseo y al goce, independientemente de la edad, a contrapelo del mercado que propone a la juventud como único modelo de acceso y permiso para el romance y el placer. Siguiendo esta línea, Los jóvenes amantes, como su titulo lo indica, da cuenta de la juventud que la decisión de habitar el amor y el deseo inyecta en los protagonistas, respecto de sus apáticas y rutinarias vidas previas y que se contrapone a la edad cronológica de ambos, que distan de ser precisamente jóvenes. La historia puede relacionarse con la reciente Buena suerte, Leo Grande (Sophie Hyde, 2022): si ésta daba cuenta del derecho al goce femenino en la madurez, con las claves de la comedia, en Los jóvenes amantes, Tardieu aboga por el derecho al amor y al deseo de la mujer ya entrada en años. Es notorio cómo el modelo de belleza juvenil que impone el mercado, y el consecuente asco hacia la vejez, incide sobre la propia Shauna cuando le pregunta a Pierre: ¿Qué se puede ver en una mujer de 70 años? O a Jeanne cuando la visita: ¿Te doy asco? En este punto, es acertada la elección de Fanny Ardant como protagonista femenina, que en contraposición a las creencias del propio personaje expresa una belleza natural acorde a su edad y que no rechaza la marcas el paso del tiempo en el cuerpo, a través de cirugías compulsivas.

Por otra parte, vemos que Jeanne, tras la confesión de Pierre, toma como natural que su esposo tenga algún amorío del mismo modo que ella lo ha tenido, tratándose de un matrimonio aplastado en lo que hace al deseo, debido a la frenética rutina laboral que ambos llevan como médicos. En este punto, es interesante la escena de la crisis de nervios de Jeanne, que expresa que una mujer puede entender y hasta perdonar una infidelidad ocasional de su esposo, pero no que se enamore de otra mujer, independientemente de la edad que ella tenga. Venga aquí a la memoria el personaje de Medea, para dar cuenta de hasta qué extremos puede llegar una mujer cuando se ve traicionada en el amor. Esto ocurre porque perder el amor, es perder el anclaje en la nominación poética que éste conlleva respecto de lo insabido e indecible de lo femenino para la propia mujer. De ahí que Freud diga que la pérdida del amor en la mujer es el equivalente de la angustia de castración en el hombre.

Al mismo tiempo, la directora realiza un uso interesante de la evolución de la paciente Martha -en cuyo tratamiento trabaja Pierre- con respecto a los avatares de la relación. Hay progresos en la consecución de avales y autorizaciones para realizar el nuevo tratamiento experimental, en paralelo al avance favorable de la relación entre los amantes y una regresión en la primera etapa de aplicación del tratamiento, que coincide con la separación entre ambos. Aquí lo que se añade al prejuicio social de la diferencia de edad, como elemento de separación, es el desencadenamiento de la enfermedad de Parkinson de Shauna. La irrupción de la enfermedad es un obstáculo más que deben sortear estos amantes y que hace virar la pasión romántica hacia el cuidado y las prevenciones respecto del otro. Incluso la enfermedad puede leerse en clave melodramática como suerte de castigo por osar a transgredir las convenciones románticas.

Los jóvenes amantes expresa con acierto cómo el amor es una dimensión del inconsciente que no conoce el tiempo, que irrumpe fuera de tiempo, fuera de saber, programa o norma alguna. El amor es siempre inoportuno e incómodo porque participa de la dimensión de la sorpresa. Por eso siempre nos enamoramos de la persona equivocada, porque no hay persona correcta alguna, no hay dos que puedan hace un uno completo y feliz para siempre. Siguiendo esta lógica, a lo largo de la película hay una pregunta que se reitera: ¿vale la pena asumir el riesgo que implica el amor? Este interrogante resuena con nuestra época, que propone un amor siempre armónico, a prueba de riesgos, un amor que no duela (confundiendo el dolor intrínseco que conlleva el amor en su disarmonía con la violencia, que si es condenable).

La mercantilización del amor, que se expresan principalmente en boca de Georges y de Cecilia, empujan a Pierre a permanecer con su esposa y su familia, y a Shauna a apartarse de Pierre. ¿Dejar una hermosa familia tipo por una mujer de edad avanzada y enferma? Es simplemente un despropósito. Es claro que, en términos de mercado, el amor entre Shauna y Pierre sería una pérdida de tiempo, un amor que no suma, que no da rédito alguno. Pero el amor, que es el terreno por excelencia de aquello sin garantías, siempre se escabulle de las garras del anónimo mercado y de sus leyes. Y como en toda estructura melodramática, estamos frente a unos amantes que no deberían estar juntos, pero que tampoco pueden vivir separados.

Carine Tardieu visibiliza los estándares de homogeneidad y garantía asegurada que pesan sobre el amor en la época contemporánea. Además desmonta el chiché del hombre temeroso e indeciso en el terreno del amor. En cambio, nos presenta en el personaje de Pierre a un hombre con un deseo decidido, dispuesto a llevar este amor hasta sus últimas consecuencias, a asumir el riesgo de lo incierto intrínseco en la propia experiencia del amor.

Con elegancia, sensibilidad, sutileza y una acertada interpretación de la pareja protagónica, en Los jóvenes amantes Carine Tardie nos muestra que, pese a los obstáculos y los pesares del vivir, bien vale la pena habitar la extrañeza y ponerle cuerpo al amor. Sea cual sea la edad cronológica de que se trate, el amor siempre es a pura pérdida en términos de mercado porque nunca es conveniente ni adecuado. Y, sin embargo, se sigue apostando por lo inédito del amor. Porque el amor siempre nos despierta de la vida amodorrada, de la repetición letánica de lo mismo.

Calificación: 7/10

Los jóvenes amantes (Francia, 2021). Dirección: Carine Tardieu. Guion: Sólveig Anspach, Agnès de Sacy, Carine Tardieu. Música: Éric Slabiak. Fotografía: Elin Kirschfink. Montaje: Christel Dewynter. Elenco: Fanny Ardant, Melvil Poupaud, Cécile De France, Florence Loiret-Caille, Sharif Andoura, Sarah Henochsberg, Martin Laurent, Olenka Ilunga, Manda Touré, Julia Gómez, Corey McKinley. Duración: 113 minutos.

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