Inolvidablemente. “La fiesta” (genérica, a secas en el original, aunque agua corre mucha, por ejemplo en la fuente, la pileta y en el inodoro del baño) fue efectivamente inolvidable, tal cual el título completo con el cual la conocimos en Argentina: desde su estreno, del cual se cumplen 50 años, esta película de Blake Edwards se ha convertido, merced a incontables reestrenos, en un pase de posta de generación en generación, y como tal mide bien alto en rankings históricos varios. Lo merece: si bien reverla hoy nos arroja más bien un saldo melancólico porque implica más acordarse de lo bien que funcionaba cada gag que festejarlo, su estructura libre y anárquica de comedia alocada en una década fructífera en ellas la destacaba un buen trecho sobre el resto. Hoy por hoy, fuera de los méritos y merecimientos, siente los años detrás, por ejemplo, de la aún eficiente Los productores (Mel Brooks; 1967), que precisamente gracias a la intercedencia del propio Peter Sellers pudo ser estrenada el mismo año: la incorrección del debutante Mel Brooks ya empezaba a molestar hasta a los mismos productores de su primera película, que también tenía una puesta en escena casi teatral. Y ese humor incorrecto y la locura de Jerry Lewis son tal vez prueba de por qué los films de éstos están hoy menos fechados que casi todas las comedias de Edwards.
La fiesta inolvidable es un vale-todo hilado por Sellers, que aquí logra la perfección del personaje que encarnó desde La Pantera Rosa (Blake Edwards; 1963) en adelante, con el alivio de que esta vez no fue necesario otro recurso distintivo en su carrera como lo fue la multiplicidad de personajes a encarnar en un solo film. En líneas generales, su Hrundi Bakshi, el tímido y bondadoso como torpe y desubicado actor hindú, que es invitado por equivocación a la fiesta del título, puede encontrarse en alguna medida tanto en el inspector francés como en el Chance Gardiner de su temprana despedida en Desde el jardín (Hal Ashby; 1979). Desligado del esquema de una trama, y en su interacción casi hogareña en esta no tan numerosa fiesta -que se desarrolla prácticamente en un solo escenario irregular, en espacios que acentúa el descalabro-, el recordado comediante inglés lidera un sendero hacia la catástrofe, que empieza precisamente bien alto, en la montaña donde arranca la notable secuencia inicial, y va por inercia y por la muñeca del tándem del actor con el director/guionista Edwards, agarrando envión en cada recoveco que transita, con paradójica parsimonia que colabora al efecto cómico del querible Hrundi hasta el despelote final.
Pero basta ya de Peter Sellers: en esta montaña rusa de gags que es el film de Edwards no es menor el aporte de Henry Mancini, fiel escudero del director y podríamos decir viceversa, una simbiosis prodigiosa. Cuando uno vuelve a ver la película y ya se conoce todos los chistes aún queda prestar atención especial y asombrarse por la continuidad ambiental y soporte imprescindible que brinda el soundtrack que mezcla el beat de aquellos tiempos con el jazz e inclusive –a tono en los días donde Harrison arrastraba a sus compañeros Beatles a la meditación y ya había usado el sitar en varios temas-, con la música hindú, manifiesta en los títulos de la película.
El otro punto alto y única contraparte, que por momentos nos deja a Hrundi allá en un discreto segundo plano en algunas secuencias, es Levinson, el mozo borracho encarnado por el gran Steve Franken. Un hallazgo que tal vez hoy es el que más sigue funcionando en la revisión del film, quizás por su aparición episódica.
A la hora de resumir –justamente- La fiesta inolvidable, es una película que remite a quienes la vieron a la cita permanente de los gags más notables: el del zapato en la fuente, la misión imposible de ir a mear, el caos de la cena, el recurso de la puerta vaivén para seguir la acción del segundo plano, la culminación a toda espuma, así como otros que parecieran más de la alcurnia cómica inglesa (el encuentro con el actor cowboy, los malentendidos idiomáticos de Bakshi), o bien dignos del ya citado Lewis (el Birdie Num Num). Tal la estructura del film, uno podría encontrar cada uno de ellos en You Tube, pero le faltarían las sutilezas y los casi invisibles hilos conductores que hacen avanzar esta comedia pop que estará vieja –todos lo estamos-, pero tampoco tiene tanta herencia en su estilo.
La fiesta inolvidable (The party; Estados Unidos; 1968). Dirección: Blake Edwards. Guion: Blake Edwards, Tom Waldman, Frank Waldman. Fotografía: Lucien Ballard. Edición: Ralph E. Winters. Elenco: Peter Sellers, Claudine Longet, Natalia Borisova, Steve Franken. Duración: 99 minutos.
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uff…la debo haber visto mas de 10 veces…todavia recuerdo la primera, a eso de los 10 años en una previa de navidad con hermana y primos cuando recien salia el vhs. Debe haber sido la primera vez que llore de la risa. Maravilloso recuerdo