Por obra de esas casualidades, Los increíbles 2 fue estrenada el mismo día que en Argentina se aprobó en la Cámara de Diputados la ley que garantiza el aborto seguro, legal y gratuito, y que convocó a una multitud de mujeres que está generando una conmoción cultural por medio de su accionar político organizado. Los cambios irremediables que este accionar político conlleva al interior de la sociedad, desnaturalizando una opresión que pareciera provenir desde el inicio de los tiempos, se observan en la esfera cotidiana obligando a deconstruir las causantes primarias de ese sometimiento y de esta dominación multiple (de clase y de genero también).Esta lucha( y los cambios que esta lucha genera) también se observan en el mundo del espectáculo, mostrándonos en el cine a mujeres activas y resueltas que salen de la esfera privada y que obligan a cambios rotundos en la configuración familiar y en el imaginario colectivo .
Los increíbles 2 habla de ese empoderamiento femenino y del cambio inevitable de roles que se puede observar en esa nueva configuración familiar, a partir de que la mujer modifica su lugar en la sociedad. Si bien es verdad que hay algo de fórmula y de corrección política que da cuenta del ese nuevo rol que la mujer ocupa en esta sociedad, esta segunda y tardía versión de Los increíbles -llega 15 años después de su primer entrega- funciona como un logrado avance en el humor y en el desarrollo de una estética de película de espías retro, que confirma a Pixar en el lugar que se merece dentro del mundo del cine de animación (lugar que sostiene cómodamente desde hace dos décadas). En términos de ambición estética (como siempre sucede en los films de Pixar), Los increíbles 2 resulta irreprochable: es muy difícil para la segunda parte de una obra maestra estar a la altura de su predecesora, y como continuación de un film fundamental, el nuevo film de Brad Bird (Ratatouille, Misión imposible: Protocolo fantasma) se encuentra lejos de decepcionar.
La primera Los increíbles pensaba la idea del superhéroe a partir de su deconstrucción, en un momento en el que el género superheroico no ocupaba el lugar centralizado en la industria del entretenimiento como si sucede desde hace quince años en un mainstream centralizado por los superhéroes de Marvel y DC cómics. De este modo, la vida de los superhéroes en su intimidad y lo problemático que representa ser un héroe se convertía en una problemática en primer plano, como nunca lo había estado en la historia moderna del cine de animación. Esta idea acerca de que las acciones de los héroes producen consecuencias no deseadas , incluso poniendo en peligro la vida de los inocentes, luego sería utilizada por Marvel en Civil War (2006), tanto en los cómics como en su posterior versión cinematográfica, y es esa deconstrucción fundacional del ser súperhéroe el acierto máximo del film ya que se convierte en piedra fundacional de toda una iconografía que 15 años después es prácticamente la base del cine industrial americano en el siglo XXI.
Por esa reconfiguración del mundo del héroe, tanto en la esfera pública como en la esfera privada, Los increíbles necesitaba una continuación que permitiera seguir indagando en esa familia disfuncional, que decodificara una época y los imaginarios en torno a lo público y a lo privado que habitan esta época.A su vez, la interrogación acerca de qué es ser un superhéroe nos hace reflexionar sobre por qué necesitamos de héroes en nuestra vida cotidiana y a la vez nos hace reveer si para ser un héroe hace falta ponerse una capa.
Míster Increíble se recluye al plano privado y cria a sus hijos como puede (mientras su mujer, Elastic Girl, sale a luchar contra el mal trabajando de superheroína), y esa serie de gestos conmovedoramente humano(s) que se observan en la torpeza con la que Míster Increíble resuelve las cuestiones cotidianas que lo interpelan en su “ser padre” son lo más logrado de la película. Allí el trabajo de Bird se luce en acertadísimos pasos de comedias sobre las familias actuales, y de paso se permite una mirada filosa sobre cuestiones centrales como el amor, la adolescencia y la niñez, siempre de la mano de un guion que vertebrado en gags visuales permite que pensemos en los funcionamientos invisibles de eso que conocemos como sociedad.
Si bien es cierto que aquí el gag por momentos sostiene la trama como casi nunca antes sucediera en los films de Pixar, también es verdad que esos momentos cómicos cumplen una función quirúrgica que tracciona el relato, haciendo que la anécdota tradicional en relación al villano de turno y al rol heroico en la vida pública que lleva adelante Elastic Girl cumpla un rol meramente decorativo.
Los increíbles 2 no dejan de ser una versión noble del nuevo mundo que nos toca a todos y, si bien es verdad que todos somos responsables a la hora de deconstruirnos, también muestra en la torpeza conmovedora de Míster Increíble que repensarse más que un imperativo retórico es algo que se muestra en la práctica, y que la acción es mucho más performativa que la palabra.
Por último, Bird también nos muestra que un film políticamente correcto puede ser gracioso y funcionar en muchos niveles, y puede dejarnos finalmente pensando en el mundo que construimos cada día en nuestros pequeños y anónimos actos heroicos. Después de todo, lavar los platos después de comer o hacer bien la cama también puede ser una forma de salvar al mundo.
Los increíbles 2 (Incredibles 2, Estados Unidos, 2018). Guion y dirección: Brad Bird. Fotografía: Mahyar Abousaeedi, Erik Smitt. Edición: Stephen Schaffer. Elenco: Craig T. Nelson, Holly Hunter, Sarah Vowell, Samuel L. Jackson, Brad Bird, John Ratzenberger. Duración: 118 minutos.
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