Se acaba de estrenar comercialmente en Buenos Aires el documental del director uruguayo José Pedro Charlo, El almanaque, que da cuenta -con un registro minucioso- del día a día de Jorge Tiscornia, quien estuvo preso 12 años en el Penal de Libertad. Tiscornia empieza a construir sus almanaques desde el mismo momento en que se inicia su cautiverio (un dato no menor es que el régimen al que estaban sometidos los presos era de 23 horas en una celda de 2,5 metros por cinco pasos, en total soledad), y la existencia de los mismos es mantenida en absoluto secreto, a resguardo dentro de sus zuecos todo el tiempo que duró su encarcelamiento.
La anécdota que conecta a Charlo (el director de la película) con Tiscornia (el autor del almanaque) surge a partir de la lectura de un libro a través del cual el primero (que también estuvo preso en el Penal de Libertad, durante 10 años) conecta el sonido de los zuecos con el lugar donde Jorge Tiscornia escondía sus almanaques. «Me interesó saber qué había en ese registro oculto durante 12 años y que casi nadie conocía o había visto. Este fue el origen de la idea de la película: descifrar los registros de los almanaques y la voluntad de preservarlos», declaró en una entrevista.
Frente a una película como El almanaque es imposible dejar de pensar en su dimensión política e histórica y, en ese sentido, consultamos al director que, desde Montevideo, amablemente nos respondió en un intercambio vía correo electrónico:
A lo largo de la película se hace hincapié en que la memoria suele distorsionar los hechos vividos, ¿es la construcción de Tiscornia, con sus almanaques de registro minucioso, la que daba cuenta de la diferencia entre «lo que había y lo que empezaba a funcionar» en la manera de sostener la voz y la mirada sobre una realidad negada?
Mi intención al realizar El almanaque fue contar una historia que me parece extraordinaria en cuanto a las formas que adquiere la memoria para sostenerse, para reproducirse. O sea que me interesó, antes que nada, darle forma a esa historia más que pensar en su dimensión en otros terrenos. En alguna medida es una intención coincidente con la de Jorge, que empezó su registro como algo íntimo, más allá de que luego trascendiera este carácter. Y sí, me parece que la intención de Jorge fue siempre dejar marcas para recuperar la memoria y tener elementos comparativos de la evolución histórica dentro de la situación carcelaria.
En el mismo sentido, ¿El almanaque y las fotos, en tanto documentos de registro, funcionan como una verdad histórica incuestionable frente al recuerdo?
Yo creo que los almanaques y las fotos son registros que tienen un nivel de realidad muy importante. Más que ser expresión de una verdad única, son un poderoso estímulo para pensar esa realidad a partir de que son verdaderos.
Doce años preso es muchísimo tiempo, es muy difícil dimensionarlo. El almanaque para Tiscornia, como otras actividades para otros presos, ¿fueron una forma de escapar de la locura o, como él dice, la forma de resistir a la cárcel?
La capacidad de resistencia del ser humano ante la adversidad es asombrosa. Y siempre encuentra formas adecuadas e innovadoras. Yo creo que Jorge encontró en estos registros mínimos mantenidos clandestinamente durante 12 años una apoyatura para resistir la prisión o una de sus formas de resistencia, porque la cárcel es algo donde se desarrollan respuestas individuales, más allá de todo lo que se pueda hacer en lo colectivo.
¿Cómo ha sido la recepción del documental en Uruguay?
Mi idea para la difusión de El almanaque está y estuvo alejada de limitarse a la exhibición tradicional. La existencia de la película produjo una exposición fotográfica sobre el Penal de Libertad y un libro con distintas miradas sobre los almanaques y con una reproducción facsimilar de los mismos. Mi intención es que la película esté en circuitos culturales que posibiliten el diálogo con otras historias, que estimule construir muchos almanaques. La película ha tenido una buena recepción y espero que la siga teniendo, promueve una relación activa con del espectador con ella misma. A mí me tocó, por ejemplo, presentarla en la ciudad de Libertad, de la que el Penal tomó el nombre, y en el intercambio posterior planteé que me interesaba saber qué había pasado en la ciudad con el Penal durante la dictadura. Al mes me llamaron para invitarme a la presentación en esa misma sala de siete cortos que habían hecho sobre el tema unos chiquilines de secundaria. Me encantó.
¿En qué países se ha proyectado El almanaque? Esta pregunta se relaciona con que la metodología de la dictadura uruguaya ha sido diferente de la Argentina, que a su vez ha sido diferente de la chilena, la paraguaya y así… ¿Ha habido diferentes recepciones de la película, diferentes lecturas de la experiencia de la cárcel de los presos políticos? Si es sí, ¿cómo han sido?
La película ha tenido una difusión importante a nivel internacional pero recién ha comenzado a hacerlo en el Cono Sur, que es la zona más vinculada con el contexto en el que se desarrolla la misma. Buenos Aires es el primer lugar en el que se está difundiendo en la región. Seguramentea mediados del año se exhibirá en Chile. Las preguntas que formulás marcan puntos de interés que yo comparto y que me gustaría explorar.
Frente a la remodelación del penal de Libertad, que es la cárcel más grande de presos políticos de América Latina, ¿cuál sería, en tu opinión, el destino que deberían darle?
A mí me parece que esa cárcel fue muy representativa de la dictadura uruguaya y que esto debería ser recordado siempre. Sin embargo no hay ninguna referencia a esto en las cercanías de la cárcel lo que me parece un olvido lamentable. Hoy la cárcel remodelada es un establecimiento de alta seguridad para presos por delitos comunes .
Para terminar, ¿qué te gustaría generar en los espectadores con este documental?
Cuando, ante otra pregunta, contaba la experiencia que tuve en la Ciudad de Libertad, en buena medida estaba respondiendo ésta. Para resumir mis mejores expectativas en una frase: quisiera que El almanaque ayudara a construir los muchos almanaques que están por construirse.
Aquí puede leerse un texto de Pablo Ventura sobre la película.
El almanaque (Argentina/España/Uruguay, 2012), de José Pedro Charlo, Documental, 73′.
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