10407718_803901636326009_1014084256860268396_nHaciendo Cine nos hizo una entrevista a propósito de la salida de nuestro primer volumen en papel en marzo de este año: Hacerse la crítica: Pampa bárbara. La nota incluye a nuevas, y no tan nuevas, publicaciones que apostaron al papel en el terreno de la crítica cinematográfica. Aquí está lo que nos preguntaron y contestamos en una versión más extensa que la que salió publicada por razones de espacio. Muchas gracias a HC por la nota.

¿Cómo nace la idea original de Hacerse la crítica?

Marcos Vieytes: Hacerse la crítica es el nombre de un blog que abrí en 2007 cuando sentí la inquietud de escribir más textos sobre cine que los que podían publicar los medios con los que colaboraba por entonces. La decepción que supuso el hecho de que El Amante dejara de salir en papel, pero sobre todo que se replegara hasta el punto de que no diera garantías de continuar publicándose, nos reunió a varios con los que, además de la pasión por el cine, compartíamos el rechazo hacia las posiciones reaccionarias de director y editores. Quedó el nombre de ese blog simplemente porque nadie propuso otro. A mí me gusta porque ha favorecido interpretaciones diversas, además de la sonrisa de boleteras y lacanianos de todo tipo.

¿Cómo afrontaron el desafío de salir en papel en tiempos en que muchos medios impresos comienzan a migrar hacia la digitalización?

Hernán Gómez: Desde el momento en que conformamos el consejo editorial con Paula, Ignacio y Marcos, teníamos claro que el papel era nuestro objetivo. Explotamos las posibilidades que te brinda la virtualidad al máximo y así pudimos viralizar la página. Para concretar el libro-revista, armar una base sólida era tan importante como armar un staff de colaboradores como los que tenemos hoy en día, del que nos sentimos muy orgullosos. Nos interesa la idea de lo fisiológico en el cine, en la crítica, en los textos, y el papel es lo más orgánico que hay para la lectura. No creo mucho en los nuevos formatos, un día los discos se volvieron a editar en vinilo, inclusive a pesar de las compañías. Siempre prefiero el celuloide al digital, justamente porque ahí aparecen las texturas de las ideas.

Paula Vazquez Prieto: Sí, como dice Hernán el papel siempre fue el horizonte. Valoramos el trabajo realizado día a día por los colaboradores, la dedicación, la responsabilidad que han asumido para cubrir las películas que vamos proponiendo y la entrega de los textos. Por ello la idea de publicarlos en papel es una forma modesta de retribución que creemos que es importante. Y el papel sigue siendo importante para muchos en el proceso de lectura, aunque siga conviviendo con el digital.

¿Con qué periodicidad tienen pensado que el formato revista salga a la calle? O mejor… ¿qué cuestiones determinan la periodicidad con que la revista saldría a la calle?

HG: La periodicidad la determina el tema económico. Como nos autogestionamos tenemos  la obligación de pensar en todos los detalles, porque no tenemos espaldas para bancar una publicación, HLC es pura tracción a sangre. Por ahora es anual y la idea es tal vez es editar cada seis meses. No creo que hoy se pueda editar una revista mensual, al menos sin una estructura económica detrás.

PVP: La idea es darle una continuidad que no exceda el año de publicación, pero lógicamente dependemos de tiempos y costos que nos exceden. Cada uno tiene sus trabajos remunerados, por ende debe conciliar los tiempos del proyecto con esas otras cosas. Venimos trabajando sostenidamente para darle una periodicidad regular que consagre el poder simbólico que la revista edificó en este tiempo.

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¿Cuál es el lugar que crees que viene a ocupar Hacerse la crítica, dentro del universo de las revistas de cine en argentina? ¿Cuál creen que es su línea editorial específica que la diferencia de otras revistas?

PVP: No sé si nos pensamos tanto en relación a otras revistas de cine sino que tratamos de consolidar lo que fue nuestra idea desde un principio: la escritura crítica de cine. Muchos de nosotros nos formamos en El Amante y en la práctica autodidacta de la escritura, sumada a algunas herramientas que podemos tener de nuestras formaciones académicas o profesionales. Luego vamos haciendo el camino. Lo importante es analizar las películas con espíritu crítico, sin entusiasmos laudatorios ni favoritismos extracinematográficos. Algo de eso nos propusimos con el mainstream actual: muchos nos formamos viendo películas estadounidenses en los 80 y hay directores que nos disparan la nostalgia, géneros que nos conmueven, actores que nos gustan. Pero aquí se trata de pensar las películas y ver qué hay para decir. Tratamos de cubrir los estrenos que consideramos importantes de la cartelera, y con eso definimos un perfil editorial. Lo mismo con el cine argentino y con el circuito alternativo (festivales, ciclos, etc.)

¿Existe alguna noción de cinefilia en particular que la revista se proponga revitalizar?

PVP: No en mi caso. La idea no es proponer un estilo de cinefilia sino recuperar aquellas películas y directores que creemos importantes y que por diversas razones se perdieron en el camino. Hemos hecho notas y coberturas especiales de películas estadounidenses, europeas, clásicas, modernas; no tenemos un parámetro definido al respecto, muchas ideas nos surgen cuando vemos algo y nos parece interesante y ahí armamos una propuesta con la redacción.

MV: La pregunta ya supone la resurrección de un muerto. Algo así sería extraordinario, pero también imposible y acaso siniestro. Yo no conocía el término “cinefilia” hasta que leí crítica de cine y, si bien valoro la función paternal sustituta que suele desarrollar, no lamentaría avanzar hacia una clase de mirada y una práctica de escritura que no dependieran religiosamente de su existencia. Las películas clausuraron orfandades de muchos espectadores que luego se transformaron en críticos y, en muchos casos, también realizadores. Persistir en una dependencia mítica me parece malsano cuando no perezoso, confortable si no regresivo. Me parece más interesante cierta beligerancia, cierto intervencionismo; que los textos discutan consigo mismos, que tengan una cualidad performativa capaz de socavar el aura de autoridad que la critica proyecta alrededor de sí misma para acceder a lugares de autoridad que, en la mayoría de los casos, neutralizan todo vigor, desenfado y rebeldía. En la escritura crítica me interesa coquetear con una desnudez que exponga las inseguridades sobre las que se asienta el oficio, su fascinación tan desmedida por la palabra, su impotencia nuclear, para acercarla de ese modo a la libertad y la radicalidad de la poesía.

¿Cómo se posiciona la revista en relación a El Amante, dado que muchos redactores salen de su riñón y hay un texto dedicado a esa revista?

HG: Nos formamos con El Amante, primero como lectores y luego como colaboradores, estamos muy agradecidos por esa posibilidad, y esa confianza se vio retribuida con mucho sacrificio y trabajo. Sobre la decisión unilateral de clausurar la edición en papel y algunas otras actitudes de particulares es sobre lo que nos explayamos en el texto. Ahí está bastante clara nuestra posición. Particularmente, trabajé siete años en la redacción de la que fue la mejor revista de crítica nacional y fui un empleado ejemplar. Hoy por hoy, estamos a mano.

PVP: Creo que lo más relevante sobre El Amante ya quedó en claro en el texto de nuestro primer libro y no hay mucho más para agregar.

No sé si leíste la polémica que se desató a partir del texto que abre el primer número de Revista de cine. ¿Creés que existe un desfase entre crítica y realización, que la crítica argentina no sabe acompañar el desarrollo y los recorridos diversos del Nuevo Cine Argentino?

PVP: Creo que es una discusión que viene teniéndose desde la renovación del cine argentino y el surgimiento de las nuevas revistas de cine como Film y El Amante, ambos fenómenos desarrollados a principios de los ’90. No entiendo cuál es el desfase, creo que la crítica de las últimas décadas recibió el surgimiento de nuevos cineastas y los acompañó tratando de atender a sus particularidades y buscando crear un espacio de reflexión para dar marco a ese cambio. No creo que sea un rol de la crítica «educar» a los espectadores, sería una propuesta muy pedante. Tampoco contribuir al desarrollo de tooodo el cine nacional como un conglomerado. Creo que la crítica es una forma de escritura en relación a productos culturales como lo son las películas. Uno sostiene una idea con argumentos, el espectador podrá coincidir o no, formar su opinión y seguir leyendo un medio si le gusta o abandonarlo si no está de acuerdo o no le resulta interesante. Creo que poner sobre los hombros de la crítica el éxito o el reconocimiento de determinada película es una sobreactuación.

MV: No leí Revista de cine ni tampoco la polémica desatada a su alrededor que mencionás. Si lo que plantean es tal como vos lo transmitís, no estoy de acuerdo. La crítica de cine en Argentina está más viva que nunca y no sé si no habría que plantear el escenario inverso: en este momento la producción crítica nacional es en conjunto mucho más estimulante que la cinematográfica.

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