Inspirada en El banquete de Platón, la obra escrita por Cristian Palacios e interpretada por Juan Manuel Caputo recupera aquel espíritu de cofradía entre extraños alrededor de una mesa en la que la evocación de una celebración pasada es tanto gesto reflexivo como provocador. La adaptación de Palacios no sigue al pie de la letra el diálogo platónico sino que se propone imaginar a un Sócrates que transita el siglo XXI con el mismo incansable fervor interrogante para descubrir los misterios de las ideas que se refugian tras los mitos. La propuesta de la obra es romper el molde tradicional de la representación y dar un paso más allá de la performance: trasladar al encuentro en la mesa con el público la lúdica idea de que el conocimiento solo se asoma con fuerza en el intercambio.

Varias mesas agrupan a los espectadores a lo largo del galpón de El camarín de las musas para hacer del escenario un espacio único e indivisible en el que la interpretación se funde con el hacer, el del trabajo de asador y el de poner el cuerpo a la aparición de los evocados asistentes al viejo banquete. Aquel banquete en el que Sócrates fue la estrella y Agatón el anfitrión, y al que Caputo da presencia y entrega con disfraces, cambios de voz, música y celebración. Lo que queda de Platón no es el estilo arcaico del texto sino la textura de sus interrogantes, aquellos que oscilan entre el desencanto y la embriaguez a la hora del pensar el amor.

La riqueza literaria de El banquete se convierte, en la mirada de Palacios, en una consciente ironía que actualiza sin traicionar las reflexiones del filósofo griego mediante un lenguaje coloquial que retiene sobre su fondo la potencia poética. Caputo comienza en la cabecera de una de las mesas la recreación de aquella cena, como lo hiciera Apolodoro en el texto, y recorre personajes y situaciones con energía y desparpajo. A modo de intervalos se sirve la picada y los vinos para coronar el espectáculo con un verdadero asado, eco de aquel ágape que fuera emblema de la Antigüedad. No hay escenografía alguna más que aquella que el espectador se apropia, y los cambios de vestuario y las intervenciones musicales son jocosos y relajados, parte de ese encuentro en el que los extraños se funden en la misma comunión.

La destreza de Caputo  es asombrosa, logrando dar más carnadura algún personaje que otro, como al borracho Alcibíades que se convierte en un espectáculo aparte con su vino en cajita cortado con limón. La combinación con los acordes de la guitarra –que podrían haberse aprovechado mejor- convierten el alegato ebrio y despechado de Alcibíades en el contrapunto eficaz a la modélica virtud de Sócrates. Tal vez hacia el final, algunos pasajes como la salida y entrada de la última intervención se dilatan un poco, pero la obra preserva su unidad de tono y potencia su autonomía. Festiva y coloquial, la despedida tiene el premio merecido: un buen asado.

El asado de Platón.

Dirección: Cristian Palacios.

Actor y Asador: Juan Manuel Caputo.

Autor: Cristian Palacios (versión libre de El Banquete de Platón).

Asistente de dirección y de asador: Mariano Bassi.

Colaboración Musical: Pablo Maitía.

Diseño de Luces: Juan Manuel Caputo y Cristian Palacios.

Puesta en escena: Juan Manuel Caputo y Cristian Palacios.

Producción General: Compañía Nacional de Fósforos

Duración: 90 minutos aproximadamente [50 minutos de espectáculo + 40 minutos de comida].

El camarín de las musas (Mario Bravo 960) Domigos 12 hs.

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