Influencia “sirkeana” dijeron varios para describir el uso del color en Pearl, porque siempre está bien nombrar a Sirk ¿Pero cuántos habrán visto una copia de Sirk original? Como dice la cerebrito de los colores Barbara Flueckiger: ni las copias de la Criterion Collection están bien. Y ese Technicolor que nos llegó al living en DVD se vuelve más que dudoso con sólo pispear su laburazo, Film Colors, donde entre muchas otras cosas compara fotogramas originales (en realidad fotos que ella sacó de un dye-transfer print de All that Heaven Allows del 55) con lo que finalmente vemos en las ediciones de DVD o Blu-ray. Ti West es un estudioso del género; su tema central desde que empezó es el propio cine; es como un eterno estudiante que en cada película utiliza diferentes procedimientos estético-narrativos, pero no sólo (con tilde de nuevo) como un experimentador sino como un restaurador de la tradición, un aspirante al reino de la autoconciencia. Sus películas son, en parte, una pila de clichés bien ejecutados que están a disposición del goce del cinéfilo. Pero los colores de Pearl no están para el babeo del amante del melodrama sirkeano sino para exponer el contraste (o la continuidad) entre la inocencia y la maldad, la cordura y la locura, además de cierta representación de época algo corrida del eje. Uso expresivo que también utilizaba Sirk, a veces siguiendo el manual del Technicolor y otras transgrediéndolo. De todos modos, de Sirk no hay casi nada más que las ganas de la troupe crítica por que haya algo; con la granja y los animales del comienzo, West pretende acercarnos a Disney o a su máxima influencia: El mago de Oz (1939), otra en Technicolor. Si en House of the Devil (2009) el tic máximo del zoom out y la paleta marrón/ amarilla pálida nos ubicaban en los setentas y ochentas -período compartido con X (2022) que transcurre en 1979 y es la obra central de esta trilogía en la que Pearl es la precuela (la tercera está en el horno)- acá el homenaje es con guiños más vagos y menos explícitos que los de sus películas anteriores, a cierto clasicismo de estudio, de oro y de cartones bien pintados y cielos imposibles, e incluso –sobre todo al comienzo- a los dibujos animados, claro que pasados rápidamente por el prisma del horror: Pearl (Mia Goth), Dorothy o cenicienta, baila y canta junto a los animales de su granja hasta que le atraviesa la cara a un ganso con un tridente y se lo da de desayuno a un cocodrilo, plano congelado y se imprime el título: como Russ Meyer, Ti West sabe cuándo y cómo poner los títulos. Toda esa primera secuencia contiene el espíritu de House of the Devil: una puesta en escena pensada para el goce del espectador; desde el baile de Mia Goth al plano congelado del cocodrilo saltando, plano que limpia con humor la crueldad de la muerte del pobre ganso y corre a la película del sadismo amargo al sado lúdico del género. West la cuenta a Pearl, cuenta su crisis, la puesta en marcha de su sueñito liberal, tal como en la van de X, simétrica a la camioneta de La masacre de Texas (1974), la rubia pornstar (Britanny Snow) le preguntaba a Maxine -la Mia Goth del 79-: “¿cuál es tu sueño americano?”, y Maxine no contestaba pero se quedaba pensando, porque estaba también haciéndolo tripas como Pearl, ya había pasado de la cabeza al intestino, y cuando se siente fuerte se pone jodido verbalizar.

West cuenta porque ya no sólo le interesa ser el mejor estudiante de su clase como en House of the Devil, también quiere ser un buen narrador como lo fueron los que siente suyos, los de la tradición que intenta seguir; ese es el sueñito de West, que también se cuenta a sí mismo, como nos contamos todos. El sueño de Pearl es, y sí, el de las películas, como el de West y el nuestro, para qué hablar de otra cosa; pero la tiene brava, una madre castradora, un padre ausente de la peor manera: presente, y un marido a miles de kilómetros. El contexto es la pandemia española, seguramente sólo para sumar otra simetría. West demuestra que hace lo que quiere, tanto X como Pearl se filmaron el mismo año, con mosca de A24 que le dio luz verde para algo de género puro a diferencia de sus tantos productos de terror arty; hace lo que quiere porque la idea central fue hacer dos películas muy diferentes aunque se rocen las narices con el slasher. Se toma más libertades en Pearl que en X, el monólogo del final de Mia Goth es la prueba más evidente: West apostando por el plano secuencia fijo y el diálogo y no por el plano sobrepensado. X, más encorsetada en la idea de género del viejo West, tiene, además de un plan, una estética y unas influencias más determinantes y unidireccionales, un personaje: el joven director de cine, RJ (Owen Campbell), porque X habla, de nuevo, del cine. RJ es un personaje entre varios más, pero encierra el tema y la sátira. West, siempre pensando en el goce, piensa también en el humor. Y la jodita con RJ es que es un director que quiere hacer una porno seria, una de la nouvelle vague, una de A24. Es un tipo que desprecia al cine de género (al cine en general) porque busca un arte elevado, un alienado por las jerarquías; West lo mata primero porque su manera de entender el cine es la opuesta, su película es porno y horror, X es la respuesta al director mojigato y pretencioso; entonces su novia, a la que tenía para que le sostenga el boom, se hace actriz porno porque percibe lo sagrado, la vida es más linda y rara y profunda que la idea de un (anti)artista. Y los asesinos, espoiliemos que hace bien, son los viejos, los que se volvieron invisibles pero siguen calientes, y con ganas de bailar, como cuando tenían veinte. Los planos de West narran, los lentes que elige narran, la tradición que sigue también es eso; el director de cine llora en la ducha en cenital y con gran angular porque ese bañito le queda enorme tal como la situación que vive; el cenital del comienzo con Mia Goth nadando y escapando sin saberlo del cocodrilo tampoco es arbitrario, es la mejor forma para ese suspenso, tal vez la única. Los caprichitos tal vez estén, por ejemplo, en las transiciones, en las elipsis con wipe de costado, pero que son coherentes con la propuesta estética general. Tanto Pearl como X son rarezas para A24, productora que tiene joyas como Uncut Gems, Mid 90s, Under the Silver Lake y varias más, pero también una serie de películas que hacen de lo indie un culto extraño y de la tradición un pecado; son una rareza porque, aunque sean cancheras e independientes, rescatan tradiciones que otros autores que desfilaron por A24 desprecian, a veces incluso cuando las homenajean. 

X (Estados Unidos, 2022). Guion y dirección: Ti West. Fotografía: Eliot Rockett. Música: Tyler Bates, Chelsea Wolfe. Reparto: Mia Goth, Jenna Ortega, Brittany Snow, Kid Cudi, Martin Henderson, Owen Campbell, Stephen Ure, Geoff Dolan, James Gaylyn, Simon Prast. Duración: 105 minutos.

Pearl (Estados Unidos, 2022). Dirección: Ti West. Guion: Ti West, Mia Goth. Fotografía: Eliot Rockett. Música: Tyler Bates, Tim Williams. Reparto: Mia Goth, David Corenswet, Tandi Wright, Matthew Sunderland, Emma Jenkins-Purro. Duración: 101 minutos.

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