Cuando, a fines de la década del 90, nos enteramos del suicido de Michael Hutchence, el sentido común rockero hegemónico banalizó esa muerte de un modo brutal. La misma tenía que ver con un juego sexual y esa causa explicaba, mediante el sarcasmo y la ironía tan propia del medio en ese tiempo histórico, el final de una vida. El tiempo ha pasado y podemos ver desde la distancia de dos décadas ese modo de hacer periodismo joven como una forma de cinismo y negación de la humanidad. El suicidio, al estar relacionado con un íntimo placer masturbatorio, le restaba dignidad a la muerte (como si hubiera muertes dignas y muertes indignas) y a la vida. Mucha agua corrió bajo el puente en el mundo del rock desde la muerte de Hutchence, y hoy podemos ver que la frivolidad con la que el medio trató ese tema era propia de cierta fauna mediática con tintes de progresismo disfrazado de rebeldía juvenil que el paso del tiempo terminó ubicando en la mera caricatura del rebelde despolitizado.
Hoy, el documental de Richard Lowenstein, Mistify, viene a mostrarnos el costado humano y artístico de un cantante significativo para la escena del rock de la década del 80 y el 90 del siglo XX, en un momento en el que el rock era una mercancía valiosa en el mercado simbólico de la juventud occidental y no una estética atravesada por una notoria crisis de sentido. Frontman salvaje y desprejuiciado, sexual, hermoso y atormentado por la idea del artista no valorado, Hutchence gira constantemente entre cada una de estas afirmaciones que definen su subjetividad como hombre y personaje.
Lowenstein, en su doble función de director de la película y de amigo íntimo de Hutchence, reconstruye el recuerdo de las mujeres que pasaron por la vida del cantante. Más allá de la figura del seductor asociada a sus conquistas, el resultado del documental es interesante porque Lowenstein intenta bucear en los motivos que llevan a una persona a quitarse la vida, búsqueda que también conduce a la tristeza de lo irreparable. El documental logra evocar al artista indómito, y para eso se nutre de un variado archivo personal que incluye registros de la banda en el auge de su fama, pasando por grabaciones caseras, que nos dan la idea de que antes de ser hombres somos el niño que nos antecede.
En 1992, en pleno auge de INXS, Michael Hutchence sufrió un accidente en la cabeza, mientras andaba en bicicleta en Copenague junto a su novia de aquel entonces, la modelo Helena Christensen. Hutchence jamás se recuperó de las lesiones neurológicas que le produjo el accidente, entre ellas la pérdida del gusto y severos síntomas de bipolaridad debido a los daños cerebrales irreparables. Esta hipótesis es desarrollada por Lowenstein a partir de imágenes posteriores al accidente, en las que se ve al otrora casi siempre feliz Hutchence con la mirada perdida y con dificultades para sostener el hilo de una conversación. Luego del accidente, las imágenes dan cuenta del derrumbe físico y espiritual del cantante, del que no logra salir ni siquiera con el nacimiento de su hija.
Sin embargo, Mystify no se reduce al morbo de indagar en las últimas horas de un hombre, y sí es capaz de revelar sus aristas más complejas, esos años de esplendor de la música. El film de Lowenstein se sumerge de lleno en lo que representa la vida de alguien, sea o no famoso, y ese gesto resulta el mejor antídoto contra la frivolización de la muerte de una celebridad. Lowenstein resuelve ese conflicto potenciando lo humano del personaje, porque sencillamente no hay obra sin un hombre que la lleve adelante.
Cerca del final de la película lo vemos a Hutchence de pie en su cuna, sonriente, y lo que resulta conmovedor de ese montaje es la fragilidad que transmite. Fragilidad a la que todos estamos expuestos y que atravesamos como podemos. Y de esa imagen perdura la vida y no la muerte, las canciones y el amor y no los chismes. Perdura lo que nos hace humanos.
Mystify: Tras el cantante de INXS (Mystify: Michael Hutchence, Estados Unidos, 2020). Dirección: Richard Lowenstein. Fotografía: Andrew de Groot. Montaje: Richard Lowenstein, Tayler Martin, Lynn-Maree Milburn. Apariciones: Michael Hutchence, Kylie Minogue, Bono, Helena Christensen, Martha Troup, Michelle Bennett. Duración: 102 minutos. Disponible en Netflix.
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