poster-john-dies-end-2012-fullDentro del bastante aburrido panorama del cine de terror yanqui, donde todo es torture porn, refritos de los ’70, remakes y fórmulas agotadísimas, John Dies at the End aparece como una obra inesperada, original y fresca.

La cosa venía desalentadora: Carpenter filma cada mil años, Raimi cuenta billetes, Jackson hace blockbusters, Wes Craven trata de sobrevivir… pero ninguno se juega. En el medio de todo eso aparece Coscarelli –que ya había hecho uno de los mejores capítulos de Masters of Horror hace casi 10 años- para salvar las papas, despachándose no sólo con su mejor película sino con una de las mejores de la década.

Se trata de un film muy particular, no sólo dentro de este género sino del cine en general. Y tuvo que venir de la mano de Coscarelli, uno de los pocos realizadores de la época de oro del horror (los 80, claro está) que mantuvo intactas tanto su integridad como su capacidad creativa y su habilidad para sorprendernos. Es que sus films no sólo son muy diversos, sino que en general son sinónimo de calidad, honestidad y sorpresa: desde la saga de Phantasm hasta Bubba Ho Tep, pasando por Invasión Junk (Beastmaster) o Survival Quest, todas son películas jugadas, originales, y con personajes que tienen una calidez increíble. El tipo no filma tan seguido, pero cuando lo hace se la recontra juega. Y eso es un montón.

Así y todo, John… es su opus máximo.

Basada en un libro de David Wong –seudónimo de Jason Pargin, editor de la web cracked.com-, se trata de un delirio absoluto lleno de escenas antológicas, muy bien filmado y actuado; y que encima no se parece a absolutamente nada de lo que dio el cine yanqui de género (ni de ningún otro país) en su historia.

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Sí, la estoy re inflando… pero porque se lo merece. Porque a Coscarelli le resbala todo: se mandó un reparto encabezado por un desconocido (Chase Masterson es el protagonista y esta es su primera película… aunque ni se nota), sumó a dos secundarios de lujo: Clancy Brown (el Kurgan de Highlander) y el gran, gran, GRAN Paul Giamatti (para quien suscribe, su actuación en Entre copas está entre las diez mejores de la dácada pasada). Giamatti tenía tantas ganas de laburar con Coscarelli y le gustaban tanto sus películas que se asoció a John Dies at the End como productor y se comprometió en ayudar a Don para llevar adelante cuanto proyecto quisiera (incluso estuvieron por hacer una secuela de Bubba… hasta que Bruce Campbell, protagonista de la primera y de la saga Diabólico de Raimi, se ortivó y se bajó del proyecto… Grave error, Bruce: ahora estás de secundario en la tele y no le importás a nadie).

No quiero contar nada acerca de la trama, excepto que incluye viajes interdimensionales, rock, fantasmas, romance, una droga alucinógena conocida como “salsa de soja” y algunas de las vueltas de tuerca más inesperadas de los últimos tiempos.

Como si fuera poco, Coscarelli pone toda la carne al asador cuando se trata de utilizar planos bien compuestos y puestas absolutamente dementes. Y encima le saca el jugo a cada uno de sus actores y –sobre todo- adora a sus personajes: es más, los héroes de John Dies… son los mejores que tuvo una película de género desde el Ash de la trilogía Diabólico/ Noche alucinante/ El ejército… de Sam Raimi.

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Esto no es novedad, claro: los protagonistas de Phantasm eran un trío que ya bancabas a los 10 minutos de película, y lograban que los quisieras seguir en cuanta aventura llegara (incluso en la floja cuarta parte); lo mismo pasaba con los jubilados Elvis y John F. Kennedy de Bubba Ho Tep.

Estamos frente a un director que pone la historia por delante de todo, tratando de hacer cosas diferentes a todos los demás. Y eso es algo para aplaudir: una película que no va a lo seguro, que no trata de subirse a las tendencias de moda, que no deja de ser moderna sin tratar de ser cool… Un milagro cinematográfico lleno de libertad y pelotas. Tan extraño y único que quizás no se vuelva a repetir.

John Dies at the End (EUA, 2012), de Don Coscarelli, c/Chase Williamson, Robe Mayes, Paul Giamatti, Clancy Brown, 99’.

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