zrtn_026p5379b37b_tnHabitares es la crónica de una historia que no fue, de una actriz que no fue, de un viaje que quedó interrumpido a mitad de camino. Herta Scheurle vivió en los tardíos años ’60 en la ciudad alemana de Munich, en aquellos momentos de fulgurante efervescencia cinematográfica en la que emergían los primeros  exponentes del llamado “Nuevo cine alemán” tras años de una cinematografía silenciosa y anquilosada. Allí, en ese país lejano y dispuesto a recuperar su voz tras la penitencia de la posguerra, Herta tuvo su sueño de ser actriz y allí también renunció a él.

Herta conoció a Rainer Fassbinder a través de un amigo en común: Peer Raben, quien fuera el compositor de la música de la mayoría de las películas del director alemán. Herta asistió a su comuna de actores en el grupo Antiteater y fue elegida para interpretar un personaje en una de sus primeras películas. Pero eso nunca ocurrió. Herta tuvo un accidente automovilístico, permaneció largo tiempo en el hospital, recibió la noticia de la enfermedad de su padre y debió regresar a  la Argentina. Su vida cambió de rumbo: tenía que trabajar así que comenzó a dar clases de alemán y se convirtió en profesora, relegando su labor artística a un hobby esporádico, que nunca le brindó verdadera satisfacción. Vivió en pareja, tuvo amigos, se jubiló, y después de tantos años decidió que los sueños se pueden retomar, refundar, y convertir en parte de un presente vital y concreto.

La historia de Herta, o la de Sonia Staber tal cual reza su nombre artístico en algunas representaciones realizadas en teatros como la Manzana de las Luces, o en programas teatrales viejos y artículos en diarios ajados y amarillentos, nos llega de la mano de la directora Marina Zeising, quien convierte esa historia de renacimiento en la propia. Zeising descubre en esa mujer, amiga de su familia desde hace años, el asomo de la frustración y el anhelo de una segunda oportunidad y decide edificar alrededor de esos logros postergados su propio deseo, el de dirigir una película. Sin embargo, en ese camino Herta sufre a manos de la cámara el arrebato de su entrega, de su propio escenario. Zeising decide compartir el centro del espectáculo: aparece en primer plano, mira pensativa el horizonte, monologa por teléfono, expone al espectador sus dilemas de creadora, mira videos de Fassbinder mientras toma cerveza, despliega en el piso fotos y recortes que son la misma materia de su película. En ese gesto de exigir el lugar que cree merecer en la pantalla anula la vitalidad que su personaje lucha por conseguir, después de tantos años de silencio.

marina1Todo aquello que Herta quiso hacer y no pudo, aquellas cuentas pendientes, aquellos grandes personajes, el recuerdo vago de Fassbinder y su efímera tiranía, vive en sus momentos a solas con la cámara, en su diálogo con Faustina, la gata perlada de ojos amarillos y saltones que parece comprenderla en su perplejidad. Cuando la directora se hace presente, cuando ocupa el espacio, recita claves de interpretación para el espectador, juega a ser la entrevistada en un gesto de falsa modestia algo impostado, el documental debilita lo construido, afecta el clima íntimo y solidario propuesto hasta entonces por la emergencia de un ego que dinamita su propia gesta creativa. Zeising desaprovecha momentos claves como el atisbo de amores pasados, las tensiones en los vínculos familiares que fueron la llave de la renuncia, las imágenes sueltas en videos caseros o fotos personales que definen el reconocimiento de aquello perdido, tal vez por pudor o respeto, tal vez por esa amistad real que posibilitó el encuentro. Lo cierto es que la historia de Herta se merecía mayor inquietud y menos condescendencia, mayor espacio para su desarrollo, para su nuevo presente, pleno de caminos todavía inexplorados.

Habitares (Argentina, 2014), de Marina Zeising, c/ Herta Scheurle (Sonia Staber), 61’.

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