Publicado el 11/06/2013 en Le Figaro.
Alain Guiraudie filma encuentros masculinos alrededor de un lago. El fin de la utopía sexual y política en un bello cuento cruel coronado en Cannes con el premio “Un certain regard” y premiado con la Queer Palm. Entrevista con el director francés que, junto con La vida de Adele, calentó el festival.
En El desconocido del lago Alain Guiraudie mira a los hombres coger. Un verano, al borde del lago, los tipos chamuyan y conquistan. Entre ellos, Franck, joven y bello como un dios, se enamora de Michel, bigotudo e igual de bello y viril. Su pasión, encuadrada en una naturaleza edénica, parece la versión porno de un cuento de Eric Rohmer. Es tan carnal como abstracta –no sabemos nada de la de vida de los personajes fuera de sus encuentros en la orilla del lago. Franck hubiera podido disfrutar sin tapujos si no hubieran encontrado al antiguo amante de Michel ahogado en el fondo del lago. Un inspector lleva a cabo la investigación, más sociológica que policial. ¿Quiénes son esos hombres que se entregan al placer? ¿Quién es realmente Michel, ese “desconocido del lago”? Thanatos con look de sufer californiano, parece la encarnación de un hedonismo tan individualista como mortífero. El inspector señala esta ausencia de solidaridad de una comunidad homosexual que no existe. El desconocido del lago es un film de gays que evoca el amor en los tiempos del sida. Pero este film conmueve a cualquier hetero, bi o zoófilo, que se cuestiona poco su sexualidad y el amor. De ahí el buen recibimiento del film en el último festival de Cannes. Al encontrarnos con el director a principio de junio, se sorprende por ese consenso, teniendo igualmente en cuenta el contexto particular de la Croisette. “Pienso que fuera del microcosmos de Cannes, va a haber gente que la desprecie, todavía no hemos terminado”. No se equivoca tanto teniendo en cuenta que la empresa JC Decaux acaba de retirar de sus marquesinas el afiche del film a pedido de la las intendencias de Saint Cloud y Versailles. Mala suerte, el lindo dibujo firmado por Tom de Pékin que muestra a dos hombres besándose en primer plano y a otros dos chicos más en plena felatio le da color a la cartelera urbana.
¿Cuál es el punto de partida de El desconocido del lago?
Es el lago, inspirado por un lugar que me es familiar. Son también los personajes: Franck, Henri, Michel. El trío me permitió abordar el tema del amor. Quería hablar del mundo homosexual, enfrentarme a mi propia sexualidad, representarla. Nunca había abordado realmente el tema del amor pasional. Se coló con naturalidad en el guión. Había tocado esos temas en El rey de la evasión pero todo lo que pasaba debajo de la cintura se eludía un poco y me quedaba en el amor más liviano, juguetón, con humor. En cambio acá, cuando escribía que los tipos hacían el amor hacia descripciones muy crudas, hasta el detalle de las posiciones. Es fácil escribir, las preguntas se plantean en la preparación del rodaje.
¿Por que filmar el sexo?
No hacerlo sería seguir el juego. Es de las últimas elipsis del cine: una pareja se besa y después nos los encontramos desayunando al otro día. Muchos cineastas se enfrentaron a esto, pienso en Catherine Breillat, o en Bruno Dumont. La idea era dejar de dar vueltas: en el amor hay sexo. No me podrán sacar de la cabeza que en los más grandes impulsos pasionales, el sexo juega un rol primordial.
El sexo es también órganos en funcionamiento. Era muy importante para mí. Después me pregunté si tenía necesidad de entrar en un juego pornográfico y en la mecánica de los órganos. Se plantearon entonces cuestiones éticas. Es muy lindo decir “dale, los personajes hacen el amor sin preservativo”, pero encontrar dobles que no se conozcan y pedirles que hagan una escena de penetración sin preservativo planteaba un problema. A partir del momento en el que rechazaron hacerlo, me di cuenta de que éticamente no era posible. También quería que quedara lindo, superar la simple trivialidad, la obscenidad pornográfica.
¿Cómo fue el casting?
Normal. No había escrito los roles para ningún actor en particular. Buscamos actores que se acercaran lo más posible a los personajes, sabiendo que a Michel, no sé por qué, lo veía así. Elegimos entonces a los actores tal como son, con sus cuerpos, sus vivencias, su forma de ser. No busqué cambiarlos.
¿El hecho de filmar con actores desconocidos es una elección?
Mentiría al decir que no busqué actores conocidos. Sabía que podía ayudar a la factibilidad del proyecto pero abandoné muy rápidamente la idea. La película no necesitaba de eso. Alejándome me di cuenta de que podría haber arruinado algo. Buscamos entonces de manera tradicional. Evidentemente, cuando el director de producción dice “bueno, hay que besar hombres, estar desnudos toda la película” muchos actores ni se presentaban al casting. Nos complicamos bastante, hicimos ensayos de texto y de físicos… los dos actores principales salieron de eso.
¿Les preguntó a los actores si eran homosexuales?
No, pero percibí que uno era y el otro no. No quería especialmente actores homosexuales, se puede actuar perfectamente como homosexual siendo heterosexual. ¡Pero no prohibiría a un homosexual actuar de homosexual! Al fin de cuentas, esa tarea queda para el director de actores.
Justamente ¿cómo dirigió las escenas de sexo?
Discutimos para saber a dónde queríamos llegar. Habíamos previsto contratar dobles pero nos preguntamos qué debíamos hacer si había una erección durante la filmación causada por un estado de excitación completamente natural. ¿Tengo derecho de filmarlo? Establecimos una relación de confianza, hicimos repeticiones. Les pedía ya demasiado en términos de abrazos amorosos. Me comprometí a mostrarles la película antes de terminar la edición.
¿Vio La vida de Adele, en Cannes? Si la vio, ¿que le pareció?
La vi y quedé impresionado por las actrices y por la manera en la que Kechiche manosea la realidad. La relación con la obscenidad, mismo cuando comen o cuando una llora con mocos en la nariz… La gran escena de sexo entre las dos chicas me impresionó realmente, pero no es una película que me haya gustado mucho. Después, me pregunté cómo un director heterosexual se las había arreglado para filmar una escena de amor que no corresponde a su sexualidad. No lo había analizado así pero vi que el autor de la historieta (Julie Maroh, autora del libro El azul es un color cálido que da origen a la La vida de Adele, escribió en su blog, básicamente, que las escenas de sexo entre las chicas no eran creíbles). Pero eso es evidentemente un fantasma heterosexual, ¿podría serlo de otro modo?
¿Una escena de sexo se dirige como cualquier otra?
No sé cómo trabajaron en la película de Kechiche, pero no se les dice a los actores: hagan el amor. Se sigue una coreografía: lo chupas, después penetras poniendo las piernas sobre los hombros… Después los actores evolucionan libremente siguiendo esa coreografía. Esto establece una distancia y los pone en una situación de juego, aún si después se tiran de los pelos. En La vida de Adele hay un momento en el que Kechiche las filma haciendo el amor de cerca y después, de golpe, la cámara se aleja, se pone entonces en posición de voyeur. Fue algo a lo que le presté mucha atención y me da la impresión de que solo a mi me shockeó ese plano. Durante mucho tiempo está a la distancia justa de las chicas y después la pierde. Pero lo que nos distingue es la relación con lo real. Yo parto de bases naturalistas para que se desvíe, para que se eleve.
Su puesta en escena lleva al film hacia lo fantástico…
Sí, y lo fantástico pasa por la mirada. En algunos planos no sabemos qué observan los personajes. El punto de vista es misterioso, lo descubrí durante el montaje.
Su trío encarna diferentes caras del amor…
Tenía ganas de hacer una película romántica. El romanticismo, para mí, es la idea de lanzarse de cuerpo y alma al amor. Exploramos con el otro la transgresión, el riesgo, vamos hasta el fondo. Y eventualmente hasta la muerte. El otro movimiento de la película es una metáfora de la liberación sexual. Partimos de algo muy solar, hedonista, alegre y libre para llegar poco a poco a la sombra de la pesadilla. Para mí, hay una liberación sexual y el mundo homosexual ha encarnado bastante eso. Después, está el sida. Hay una relación muy consumista del sexo, con la idea de disfrutar al máximo de él, que después se transforma en obligación. Salvo que esta liberación sexual no es compartida por todo el mundo, lejos de eso. También vimos movimientos de asexuados que reivindican no hacer el amor. El personaje de Henri encarna un poco eso, es alguien que ha vuelto al sexo por una búsqueda de amor platónico. Puse todo ese lio en la película…
Michel, el serial killer, ¿es una metafora del sida?
¿Serial killer? Bueno, sí, al final mató a tres… Por supuesto me resultaba importante hacer una alusión al sida a través de la pregunta de hacer el amor sin preservativo. Pero creo que usé menos a Michel como una metáfora del sida que como un dios del lago, una figura un poco mítica, una especie de buscador de placer ultra liberal. Consume; cuando se aburre, ahoga. Sobrevuela por encima de su amor, y de la cabeza de Franck en particular, la amenaza del fin del deseo. Esta angustia es subyacente.
Los temas que trata evocan la obra de Guillaume Dustan. P.O.L esta reeditando las primeras novelas. ¿Lo ha leído?
Sí, leí Genio divino, Salgo esta noche… Me pregunto si no he leído todo Dustan. Hice un programa de Franz-Olivier con él, ahí fue cuando su agente me acerco Genio divino. Me pareció que estaba bien escrito y que planteaba algunas cuestiones que me daban vuelta sobre el sida, la idea de que el preservativo no funciona.
¿Cómo vivió la selección en Cannes en la sección “Un certain regard”?
Mentiría si dijera que no esperaba entrar en la Competencia Oficial… Habría que hacerle la pregunta a Thierry Frémaux. Al mismo tiempo no sé si realmente tenía tantas ganas. Estuvimos muy bien expuestos en “Un certain regard” y prefiero que digan “¿por qué no está en la competencia”? a que digan ¿“qué hace este acá”?. Me pregunto si la película era lo bastante fuerte para afrontar la Competencia Oficial. Te morís de miedo, hay una histeria tan grande… No existe la indulgencia ni la benevolencia que pueden existir en “Un certain regard”. Es algo para los viejos la competencia, es un juego de masacre donde hay que ser fuerte mentalmente.
¿Por qué ? ¿Le parece que hubieran sido demasiadas peliculas de gays?
Sí, puede ser. No sé si Thierry Frémaux estaba listo para eso. Las dos películas fueron bastante relacionadas.
¿El premio por dirección de “Un certain regard” y la Queer Palm son un buen consuelo?
Sí, está bien. Lo que me hace relativizar el premio de la puesta en escena es que el jurado está compuesto por cinco y dan cinco premios, es decir, cada uno recompensa su película. La Queer Palm, había mucha gente… Después, los premios… Estoy más que nada contento por la recepción de la película.
¿Tiene usted la impresión paradojal de salir del ghetto, de despegarse la etiqueta de “director homosexual” con El desconocido del lago, su película más gay?
No diría salir del ghetto, pero sí del anonimato. Incluso si la Fnac ponía mis películas en el sector “gay”, no sé si tenía la etiqueta de director homosexual. No más de lo que me pegaron la etiqueta de director del sur o paisano, que me queda bastante bien. Si tengo una especificidad dentro del cine francés, capaz que es esta última. Tengo la sensación de que el murmullo ha superado a Cannes y pensaba que El desconocido del lago sería, efectivamente, más polémica o más tajante. Habiendo dicho esto, pienso que fuera del microcosmos de Cannes va a haber gente que la rechace, esto recién empieza. ¡La explotación no ha empezado todavía!
La película fue proyectada en Cannes el mismo día en el que el Consejo Constitucional endosaba la ley del matrimonio igualitario. ¿Una burla para la manifestación y para la homofobia reinante?
No sé si los homofóbicos irán a ver El desconocido del lago. No pienso que el film esté a favor del matrimonio igualitario, ni yo mismo estoy muy contento con este asunto… Está bien por el tema de la igualdad de derechos pero para mí el matrimonio no es un concepto muy moderno. Tengo muchos amigos heterosexuales a los que les molestaba tanto casarse, y lo terminaron haciendo por razones fiscales o de protección familiar, que pienso que hay que inventar otra cosa para encuadrar la vida conyugal y familiar. Habiendo dicho esto, pensaba que la ley, única cosa de izquierda que hará Hollande, pasaría como una carta en el correo. No me esperaba semejante protesta. Pero escribí El desconocido del lago en el 2010, sin saber que Hollande sería presidente, filmamos en septiembre y octubre 2012, estaba muy desconectado de todo eso. Al contrario, yo hago películas para superar los impasses que enfrentamos política y socialmente. La película es política, hago películas políticamente, soy militante también pero no lo soy dentro de mis películas.
Aquí puede leerse un texto de Luciano Alonso sobre El desconocido del lago y los apuntes sobre la Master Class realizada por el director en el MALBA.
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