uccellacci-e-uccellini-1Clase #1: Análisis de Mamma Roma (1962)
Clase #2: Análisis de Pajaritos y pajarracos (1966)
Clase #3: Análisis de Teorema (1968)
Clase #4: Análisis de Saló o los 120 días de Sodoma (1975)

También se proyectarán fragmentos de las siguientes películas: Ro.Go.Pa.G., Accattone, Le mura di Sana’a, Comizi d’amore, Los cuentos de Canterbury, Apuntes para una Orestíada africana, Stromboli (Roberto Rossellini, 1950), Requiescant (Carlo Lizzani, 1967).

Fecha #1: Miércoles 11, 18, 25 de febrero y 4 de marzo, de 19:30 a 21:30 hs.
Fecha #2: Sábados 7, 14, 21 y 28 de febrero, de 17 a 19 hs.

Lugar: Avda. Congreso y Avda. Cabildo, Belgrano, CABA.
Valor: Curso completo: $400.- Clase: $100.-
Informes e inscripción: marcosvieytes@hotmail.com / 15-3880-9891 / 4784-1292

¿De qué rabia nos habla Pasolini en La rabia con esas inflexiones dulces de su voz, que son las de Giorgio Bassani y Renato Guttuso pero siguen siendo las de él, materializando su discurso? Voz de Papa, sí, pese a las ironías acerca de la coronación en Roma que despliega la voz off, pero no es la de la fingida humildad del Sumo Pontífice, sino la de la piedad poética, que suele hacerse fuerte a partir del reconocimiento y exhibición de su tenaz desnudez interior. Razón política y sentimiento poético promete desde el comienzo esa voz, a la que estuve a punto de llamar El Narrador, porque cuenta, pero a través de modalidades poéticas, líricas en este caso, y, como tales, afirmadas sobre una herida o, mejor, sobre una falta, del todo ajena al entusiasmo épico. Esa voz, además, se propone dar cuenta del presente de 1963, pero no tal como lo concibe el informe periodístico, cuya materia prima toma y reconvierte en plegaria profana, collage no tan deconstruido como el de sus pares franceses, amalgamado por esa voz que no se fracciona, por la sacra melancolía musical, por un montaje que no hace gala de sí mismo.

teorema+pasoliniAnclado a la historia, la figura de Marilyn Monroe, recién muerta, es el punto, acaso final, en el que ese presente que la película parece mostrarnos, se devela mítico, o cede al mito de inmediato, o es hecho mítico por el propio Pasolini. ¿O estoy llamando mito al sentimiento? En ese caso, ¿es sentimiento por Marilyn, también cantado en esos años por Ernesto Cardenal y otros artistas, militantes e intelectuales de izquierda, o hay otra cosa atrás de él? ¿La belleza como cosa un poco estúpida, un poco cruel, un poco inocente? ¿El destino humano más ridículo que trágico encarnado en esa mujer que hacía lo imposible –hasta matarse- por retener algo -¿el alma?- de sí misma en medio de la circulación incesante y desatada de su imagen a cargo de un capitalismo cada vez más tecnológico, global y potencialmente virtual?

Quizás este sea el desastre del que La rabia sigue hablándonos, con menos rabia que pena, más allá del desastre de la guerra que dio pie a la película: el desastre de la pérdida del ser diseminado en simulacros parciales sin tregua ni esperanza de reconstitución. Fragmentación y difusión atomizada que también caracteriza a la guerra hoy, cada vez menos un evento circunscrito, espacial y temporalmente, que un estado de situación instalado sin restricciones de ninguna clase, un continuum desregulado e intrascendente. Nota bene: Algunos días después de escrito lo anterior se me ocurre reformular invertida la propuesta pasoliniana, transformando su ‘razón política y sentimiento poético’ en ‘razón poética y sentimiento político’, vale decir que la razón se expresa, en su cine, con las modalidades del discurso poético, y que el sentimiento adquiere entidad y estatura política.

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Fragmento de la autopsia de Pier Paolo Pasolini: «Cuando encontraron su cuerpo Pasolini yacía boca abajo con un brazo ensangrentado y el otro escondido bajo el cuerpo. Su pelo, lleno de sangre, cubría su frente excoriada y desgarrada. Su cara, deformada por la hinchazón, estaba negra de tantos moretones y heridas; negros y rojos de sangre también sus brazos y las manos. Los dedos de la mano izquierda estaban francturados y cortados; la mandíbula izquierda, fracturada; la nariz, aplanada y desviada a la derecha; las orejas, cortadas por la mitad, y la derecha arrancada. Tenía heridas en los hombros, en el tórax, en la espalda, con las huellas de los neumáticos de su propio coche, que le había atropellado. Tenía un terrible desgarro entre el cuello y la nuca; diez costillas fracturadas, igual que el esternón; el hígado desgarrado en dos puntos; el corazón estallado».