En una de sus actividades paralelas, el Bafici dio lugar a un homenaje a Mario Monicelli al cumplirse el centenario de su nacimiento. El cineasta, muerto por propia voluntad a los 95 años, fue el maestro de un cine y una época que no habrán de repetirse. La commedia all’ italiana comienza con él en Los desconocidos de siempre y termina con él en Amigos míos. Antes hay una larga tradición –en el cine y el arte italianos- que él mismo encarna en la posguerra en sus primeras películas, las comedias protagonizadas por Totó que dirige junto a Steno. Los desconocidos de siempre (el mismo Totó, Mastroianni, Gassman, Claudia Cardinale) es la concreción feliz de una fórmula que andaba dando vueltas entre el neorrealismo de la posguerra, el varieté que nutrió al mismo Monicelli, a su par Dino Risi, y a los replicantes menores del género y que culminó con Fellini, por una parte, y el cine politizado hacia la izquierda de Francesco Rosi o los Hermanos Taviani. Después de la commedia, o lo que es igual, después de Monicelli, Risi, Age y Scarpelli, Zampa, Comencini, Tognazzi, Manfredi, Sordi, Virna Lisi; no hay nada más. Algo se eclipsó en la vida italiana, en la cultura, en la política, quizá en la vida diaria de todos los italianos. Paolo Virzí, quizá Carmelo Garrone, son los ecos desleídos de aquel esplendor. Nanni Moretti es otra cosa: De Sica, Monicelli, Fellini y hasta Pasolini se reúnen en su humor neurótico y melancólico. La hilarante tristeza de la commedia junto a la reflexión política y la tragedia. Nada será igual. Con Mario Monicelli terminó la Italia de nuestro mito. La que, además, envió contingentes de sus ciudadanos a esta pampa a hacerse la América. Por eso parece justo que esta muestra itinerante en homenaje a Monicelli, comenzara en la Buenos Aires del Bafici para seguir a lo largo del año por otros festivales y ciudades del mundo.
Chiara Rappacini –Rap es su nombre como artista plástica- fue la mujer de Don Mario. Ella lleva adelante esta ceremonia del adiós. Una galería de fotos del artista en acción es la apertura. Algunas de esas fotos, tratadas sobre una tela de sábana, coloreadas, comentadas y dibujadas por Rappacini, le dan un carácter a la vez íntimo y universal a la historia del homenajeado. Rap dibuja personas, hombres y mujeres -pero sobre todo mujeres- espigadas, estiradas, angulosas y aguzadas, que se introducen en las fotos y la vida de Monicelli como un comentario irónico y un soporte. Rap dibuja con un estilete.
Las 63 películas de Mario Monicelli son su testamento; algunas fueron exhibidas en el Bafici, desde el anacronismo modernista y fechado de Casanova 70 a la ironía salvaje y terminal de Un burgués pequeño, pequeño. Genio y figura, Monicelli y su Rap.
Entrevista a Chiara Rapaccini.
¿Es su primer viaje a Buenos Aires?
No, esta es ya la octava vez que vengo. Una sola de ellas lo hice junto con Mario. Fue en 2007 cuando estuvimos en el Festival de Mar del Plata.
¿Hay algo en particular que le atrae en Buenos Aires?
Si, naturalmente siendo italiana me siento muy identificada. Es una ciudad con una dimensión humana muy fuerte. Es menos depresiva que Italia. En este momento Italia está envuelta en la depresión mientras Buenos Aires tiene un aire de alegría que la trasciende más allá de sus problemas; hay una fuerte vivacidad y humanidad presente en todos lados.
¿Esa depresión de los italianos tiene que ver con la crisis?
Sí. Una crisis integral, política y económica. Además los italianos no están habituados a las crisis, a los problemas de esta magnitud. Esta crisis es económica pero el verdadero problema no es lo económico, sino lo extraño que esto le resulta a los italianos; nos hemos enviciado con el bienestar, hemos crecido desde la guerra sin mayores problemas, disfrutando de una época de bonanza; en cambio los argentinos tal vez al haber tenido que soportar tantas crisis y situaciones dramáticas, tienen otra actitud, menos miedo.
Pero tal vez te refieras a los italianos de la posguerra.
Sí, mi generación es la del boom, la de los ’50, ’60, en donde todo parecía andar a pleno. La desocupación, los malos sueldos, la falta de crédito, no conocimos nada de eso hasta ahora, y no estábamos preparados para ello, no habíamos tenido problemas en los últimos cincuenta años. Pasamos la época de la violencia armada, la de las Brigadas Rojas, que era un grupo muy violento, pero de alguna manera no llegaba al conjunto de la gente. Esta crisis es más lenta y más depresiva. Hoy los italianos están deprimidos.
¿Y los italianos de la generación anterior, como Monicelli? ¿Qué memoria traían de la guerra, del fascismo?
Es un tema largo, pero ellos han combatido de todas formas al fascismo, a la cultura del fascismo. Y emergieron de la guerra con una experiencia de solidaridad que, como en cada crisis (la guerra significa la peor crisis), ha despertado en ellos la creatividad. Después de la guerra Mario y sus amigos habían visto muchas cosas en su sus vidas y las habían enfrentado con ese espíritu con que atravesaron el fascismo y la guerra. Últimamente tuvo que afrontar todo lo que significó Berlusconi y su época. Mario estaba muy desilusionado, muy enojado. Pero se enfrentó a esta época con todo lo que tenía. Ya era muy viejo, pero hacía valer el peso de su palabra, intervenía en la televisión, se pronunciaba ante cada cosa con toda su fuerza y lo hizo hasta el final.
Sin embargo la commedia alla italiana de la que, como sabemos, Monicelli fue uno de los padres, tenía una carga de fuerte ironía, a menudo feroz, hacia el fondo de ese estado de bonanza en el que se vivía durante esos años en los que la commedia…tuvo su auge.
No. La cualidad de la commedia…, especialmente de la que hacía Monicelli, era la de un género que hablaba con humor de problemas muy fuertes, ironía de un lado y denuncia del otro. Quizá yo no sea la más adecuada para decirlo porque no soy una cinéfila, mi especialidad no es el cine, es solo mi opinión personal. Pero fíjese que Monicelli hablaba de la huelga y la desocupación en Los compañeros, La gran guerra era antimilitarista, Esperemos que sea mujer era una reflexión sobre la mujer. Siempre hablaba de cosas muy serias riendo. Esto es la commedia alla italiana. Es la única comedia del mundo con estas características. No hay otra.
¿Cuál fue su participación en las películas y en todo lo que las rodeaba?
Lo repito, no soy cinéfila. Mi participación fue en algunas películas de Mario. Diseñé algunos de los afiches de sus películas, como la última (La Rosa del desierto). Yo tenía mi propia carrera. Era conocida como ilustradora de cuentos para niños desde los 15 años, posteriormente escribí cuentos y los ilustré, y comencé mi actividad como pintora. Participé, como es lógico, de la vida y las actividades de Mario en una época intensa en donde todo lo vinculado a la commedia… tenía una fuerte marca colectiva, que abarcaba a nuestras vidas incluso, los almuerzos dominicales en la casa de Tognazzi en donde siempre cocinaba Ugo; las sobremesas en los cafés de Roma con Age o Scarpelli, o Gassman y tantos otros.
¿Su trabajo fue entonces siempre por una vía distinta a la del cine?
Siempre. Me he acercado al universo de los niños y al de las relaciones de pareja, pero el cine ha influido poco en esos trabajos.
(Poco antes de comenzar la charla hemos ojeado su libro Amori sfigati, una recopilación de viñetas sobre el amor y la pareja tratados con una agudeza e ironía que se corresponden con la de las formas aguzadas y penetrantes con las que dibuja a sus personajes).
¿Se avenían con dos disciplinas tan exigentes?
Sí. Monicelli era un hombre de carácter fuerte y de formación tradicional en algunas cuestiones. Era machista. Un macho machista. Sin embargo era sumamente respetuoso de mi trabajo artístico, era capaz de valorarlo y alentarlo, como también de respetar los tiempos y necesidades de cada uno.
La mujer siempre fue muy importante en sus películas.
La mujer era la que ocupaba el centro. Era la esforzada y la que entendía, la que se sacrificaba y llevaba las cosas adelante. El hombre mientras tanto…
El hombre jugaba.
Sí, era un chiquilín. La mujer era la verdadera columna vertebral para Monicelli. Él respetaba profundamente a la mujer.
Cuando no hay mujeres en sus películas los hombres parecen perdidos. Como en Amigos míos.
Amigos míos registraba muchas de las bromas que hacían y se hacían Mario y sus amigos. Pero él decía que era una película sobre la amistad y la muerte. Ambas películas lo eran (se refiere a Amigos míos y su secuela Amigos míos acto II). Son films llenos de melancolía, Monicelli era en el fondo un melancólico.
Hay películas sin embargo en donde la mujer tiene una dimensión física y una fuerza mayores que las de un hombre, como Temporale Rosy por ejemplo, en donde Rosy transforma a Gerard Depardieu justamente en un pelele al que sacude en sus raptos de amor y de furia.
Mario amaba mucho esa película. Recorrimos todo el norte de Europa siguiendo a las troupes de luchadores en sus espectáculos para conocer su mundo en función del film. Quien hizo de Rosy era Faith Minton, una luchadora norteamericana verdaderamente gigantesca. También era una película muy melancólica, a Mario le atraía ese mundo de los luchadores justamente porque estaba lleno de tristeza y melancolía.
Traducción: Lucía Capozzo.
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