– A todos los personajes los podés definir con un solo adjetivo. Estoy escuchando las preciosas canciones de Gilda. Uno siente en seguida las contradicciones del corazón de una mujer. Se siente una complejidad muy verdadera, reconocible, que no simplifica ni a su propia voz, ni al hombre que está dejando, ni a su público. Hace un rato miraba la película. Cada vez que cantaban se traficaba una densidad de emociones que desaparecía cuando terminaba la canción. Los personajes están simplificados, no tienen detalles, que se sabe que es donde reside la humanidad. Cuando ella dice “no me arrepiento, aunque me cueste el corazón amar es un milagro”, la letra queda muy por encima de la historia. En la historia que nos muestran es imposible que esa mujer haya amado tanto a ese hombre, ese hombre malvado y nada más que malvado, sin dobleces, sin complejidad. Porque subestima a sus personajes, y porque
– Es una película prolija, donde no entraría nunca esa desmesura propia de cualquier emoción humana. No sobra una escena. No sobra una línea. Todo es funcional. No corre un riesgo. Cada escena tiene un significado y nada más que un significado, no las podés dar vuelta y mirar desde otro lado, o insertarles una duda, porque
– Es una película con una sola moral. Todo lo contrario de cualquier mitología, y ni hablar de la nobilísima e inasible mitología argentina. Y por eso
– Se ocultan la falopa y el garche. Entiéndase, no estoy pidiendo que me muestren falopa y garche. Estoy pidiendo que no me oculten cosas. Agarraron un momento y lugar históricos tremendos y les pasaron el plumero. Eso es porque
– Subestima al público. Al de la película y al de Gilda, al de Gilda afuera y adentro de la película, donde da la sensación de que de golpe y por arte de magia a todos les empieza a gustar lo que antes no les gustaba. Sobre el inicio y evolución del éxito de Gilda, como sobre todas las demás cosas,
– Ofrece preguntas y no respuestas, que es lo que suelen tratar de ofrecer las películas populares sin miedo de equivocarse, hasta con ganas de equivocarse, desde la certeza y seguridad de que total ya estamos todos equivocados desde antes, porque esta película
– Tiene terror de equivocarse, de meter la pata. Avanza pidiendo permiso, sin correr riesgos. Son todos lindos (menos los morochos y los gordos), está muy bien actuada por gente regularmente carismática, filmada con corrección, los planos compuestos con mucho equilibrio, como todo lo demás. La escena de la borrachera parece Pina de Wenders, y encima
– ¡Todo el tiempo frena antes de ponerse intensa! Donde los que conocemos la historia de Gilda, o sea todos nosotros, sabemos que la cosa se pone peluda, la peli deja el vacío. Esto es una decisión deliberada, estética, sí, ya sé que es a propósito. Pero llena de miedito está, tu decisión deliberada estética. Decía eso de “los que conocemos la historia”, porque
– Confía en que el espectador ya conozca la historia, ya sepa sobre Gilda. Así se le pone fecha de vencimiento a una película. Yo la primera vez que miré Gatica no tenía ni idea de quién era Gatica y me voló la cabeza, y así supe quién era Gatica (el mito popular, no el personaje histórico de carne y hueso que qué me importa), gracias a las licencias que se tomó Favio, gracias a que a Favio le importó más su película que Gatica. Así se hacen los mitos, resignificándolos a través de los años, ofreciendo versiones nuevas, apropiándoselos, como se los apropia el pueblo. Salvo que vos no seas el pueblo, claro, salvo que al pueblo lo mires desde lejos, o pretendas trabajar para él como si fuera un jefe al que le tenés que rendir cuentas. Acá parece que se nos muestra un “grandes momentos de la vida de Gilda”, dependiendo su eficacia de que todos la amemos desde antes. Y sí, funciona, porque todos la conocemos y la amamos desde antes. Pero esto lleva a
– Una falta absoluta de polisemia. Cada escena quiere decir una cosa y nada más que una cosa. Creo que busca limitarse a contar la fábula, pero también está subestimando a las fábulas. Una linealidad absoluta. ¿Sabés cual es la diferencia entre el cine y el producto televisivo? ¿Entre la literatura y el periodismo? La polisemia. Renunciando a ella, Gilda se convierte en una película testimonial, documental con actores, casi periodismo. Le va a ir bien un buen tiempo en la tele, porque es una película bárbara y porque la Oreiro es una diosa, y el mito que Gilda podría haber sido para el cine va a seguir descansando en paz.
Acá puede leer un texto de Romina Quevedo y acá un diálogo entre Marcos Vieytes y Marcos Rodriguez sobre la misma película.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá:
Algo a agregar es que las canciones de gilda en su totalidad están cantadas por oreiro. Masterizadas y buscando la perfección también en eso. No vi la pelicula, tal vez en algún momento, pero desde el vamos más que una película sobre gilda me pareció una película de Natalia oreiro haciendo de gilda. Y me la baja. Naty es una diosa, pero lo que te transmite todo es la voz de gilda. Esa que te dice «una noche de fiesta hay que vivirla!»
Ariadna, mirá la película porque justo esas escenas están bárbaras, jaja.
Es para pensar. Yo la fui a ver y me gustó su estética y el respeto biográfico. Tal vez su directora no puso «falopa ni garche» porque quería hacer algo ceñidamente fidedigno y amable para su hijo sobreviviente y para ése marido del que no se terminaba de dejar.
Y también me gustó Gatica y que Favio lo haya hecho orinar mientras cantaba «Cascabelito» aunque no sepamos si sucedió tan así o es otra licencia artística autorizada para sustentar el mito.
No traicionan Gilda ni Gatica: a veces está bien preservar estéticas y otras, ir en pos de las propias aristas que rescatamos como cinematográficas sin mayores resquemores.
Verónica, qué lindo que me discutan. Mirá, no se me ocurre ninguna gran obra que se haya hecho desde el respeto y el cuidado a las personas vivas (ni muertas), o por lo menos en la que eso se note. Me parece que lo que me decís ya está respondido en el texto. Cuando digo que a Favio le importó más su película que Gatica hablo de un gesto de generosidad y entereza que todos los artistas buenos tuvieron: qué me importa un solo hombre, me importan todos. Pero incluso me parece que cuidar de esa manera a esos dos hombres es subestimarlos, tratarlos de tarados. Igualmente, lo que importa no es toda esta especulación hermenéutica sobre los referentes de la película (de la que sin dudas se desprende una moral que no para de notarse, a la que capaz vos adscribas y yo no), sino su factura final. Y su factura final es una película que podría haber explotado por todos lados, como se dijo en otro texto, y se quedó en un muy amable entretenimiento para toda la familia.
Muy interesante analisis