mon-roi-posterMon Roi comienza con una mujer que se desliza por la bajada de una pista de ski con actitud vacilante para sufrir, luego del salto, una rotura de ligamento en su pierna derecha que la llevará directo a un centro de rehabilitación. Durante su admisión ella dirá que sufrió un “accidente” porque “iba muy rápido” y sus esquíes “se enredaron”; la profesional que la atiende advierte en estas manifestaciones un sentido simbólico: que la rodilla es la articulación que permite el movimiento hacia atrás y que el dolor implica la dificultad para aceptar un acontecimiento importante. La cura de la lesión física, entonces, implicará tramitar simbólicamente el acontecimiento traumático al que está ligada.

A partir de este axioma, el relato asume el punto de vista de la protagonista, una abogada penalista llamada María Antonieta (Emmanuelle Bercot) y apodada Tony, quien transitará sus recuerdos, historizando su relación con Giorgio (Vicent Cassel) mediante un montaje paralelo que alterna y une las secuencias de rehabilitación, correspondientes al presente de la ficción, con la memoria de su relación con aquél hombre.

En compañía de su hermano Solal (Louis Garrell) y su cuñada Babeth (Isild Le Besco), Tony conoce a Giorgio en un boliche. Giorgio es dueño de un restaurant, disfruta del sexo con distintas mujeres y de las fiestas con sus amigos. Es un hombre maduro, con actitud adolescente, que impresiona a Tony por su facha, por su casa lujosa y su estilo despreocupado y divertido. Tony, en cambio, aspira a cierta estabilidad e intentará encontrar un lugar en  la vida de ese hombre por la vía del amor.

mon-roi-histoire-d-un-envoutement_article_popinGiorgio encarna la posición del idiota y Tony la de la histérica enamorada, que se irán desplegando con el correr de la relación.

Los primeros encuentros entre Tony y Giorgio se verán teñidos de azul, color que remite a la tristeza y la melancolía. Tony, además, llevará una estola de piel como atrezzo fetichista que se convertirá en signo de la angustia de Giorgio frente a lo femenino y que, a su vez, velará el miedo (¿a la castración?). Por ello, él describe la vagina de su amante como “una boca sin dientes” o “la boca de una anciana”, en contraposición a la fantasía de la “vagina dentada”. Además, esta estola de piel remite a la Wanda de La Venus de las pieles, de Sacher Masoch, revelando la naturaleza de padecimiento psicológico que representará este vínculo.

Durante el primer encuentro sexual Giorgio se definirá ante Tony como “El Rey de los Imbéciles”, dando pie al título original de la película, que en castellano es Mi rey y alude al particular lazo entre los amantes, signado por la sumisión y la sujeción de Tony respecto de Giorgio. Toda la primera etapa de relación es divertida y feliz. En Tony predomina el color rojo que evoca la vitalidad y la pasión. Pero pronto aparece en escena Agnes (Chrystèle Saint Louis Augustin), la ex novia de Giorgio. Agnes se presentará ante Tony en el restaurant de Giorgio y la acusará de haberle robado a su hombre. Tony interrogará a Giorgio por el lugar de Agnes en su vida, y él minimizará el suceso diciéndole que simplemente cuida de ella porque no es emocionalmente estable y toma antidepresivos. Giorgio buscará darle seguridad a Tony, diciéndole que la ama y exigiéndole que le dé un hijo.

010575.jpg-r_1280_720-f_jpg-q_x-xxyxxA partir del embarazo de Tony los días felices desaparecerán, volviendo a predominar el triste color azul en Tony y el oscuro color negro en Giorgio. Tony, en tanto esposa y madre, evocará en Giorgio la imagen de su propia madre, desplazando el deseo fuera del vínculo, en otras mujeres. Su estrategia será tomar distancia de Tony, ya sea física (mudándose a un departamento) o legal (avanzando en el divorcio). La distancia se transforma en condición para que el objeto pueda volver a ser deseado. Giorgio hará de Tony un objeto supeditado a su dominio; ante cada intento de Tony de sellar la separación, Giorgio apelará a alguna triquiñuela: la promesa de amor, el arrepentimiento o la utilización del propio hijo como rehén para impedirlo. Tony asumirá una posición sacrificial histérica: que su apodo remita a un nombre masculino, ya es signo de aquello que decía Freud de que “la histérica hace de hombre”. Esto implica que se ve como mujer desde una mirada masculina. Como tal debe sostener el ideal de familia y no causar sufrimiento al hijo, argumentos que sostendrán su entrega y abnegación. El goce de Tony se juega en la privación; goza de privarse de su felicidad para no perder el amor de Giorgio y a la vez de ser privada del sexo de Giorgio por otra mujer.

Las mejores escenas son aquellas de tinte “cassavetiano”, que expresan el profundo dolor que implica amar visceralmente, con una intensidad que no puede ser detenida, la misma que recuerda a la Gena Rowlands en Torrentes de amor. Tony despliega una interpretación teatral en la que, con borrachera e ironías, desnudará las verdades que no soporta: demandar un amor que nunca alcanza, ser presa de su propia trampa, creer que el amor es algo que se demanda, cuando el amor, como decía Picasso, no se busca, se encuentra.

Mon roi (Francia, 2015), de Maïwenn, c/Emmanuelle Bercot, Vincent Cassel, Louis Garrel, Isid Le Besco, 124’.

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