Polisse es una ficción que cuenta el funcionamiento de una unidad policial encargada de lidiar con casos de abuso o maltrato infantil. Mirándola podemos acceder también a la vida cotidiana de las clases medias y bajas de Francia, (cosa no habitual para el cinéfilo acostrumbrado a ver el cine artístico de ese país y, por lo tanto, un recorte sesgado de esa sociedad), una buena cantidad de inmigrantes y distintas condiciones de trabajo, todo en función del trato que los adultos le dan a los chicos como eje que atraviesa la comunidad en todo sentido. Dos o tres cosas la hacen singular. Es entretenida, tiene un gran sentido del humor (y un par de escenas la instalan incluso en la comedia), no tiene miedo y no está interesada en hacer arte. Eso significa que muestra cosas desagradables sin morbo ni exageración esteticista. La única ocasión en que esto podría ponerse en duda sucede cerca del final, pero hasta ese mal gusto le juega a favor porque genera tensiones en el espectador que merecen ser discutidas. Parece que iba a estrenarse en el país (incluso hubieron funciones prensa), pero hasta el momento no hay noticias. Otra película no estadounidense más (El fin del silencio) que tal vez no llegue nunca los cines, y más interesante aún por su potencial de entretenimiento político. Fue dirigida por Maïwenn, una de las coprotagonistas de Alta tensión, de Alexandre Ajá. A continuación, una charla sobre la película que mantuve vía mail con una colega amiga:

Nuria Silva: Vi Polisse y me gustó mucho. El tema es duro per se y está aliviado aunque no banalizado, pero lo fuerte y doloroso está presente en gran parte gracias a los actores. Hace mucho que no veo una película donde les creo a todos. Me quedó la sensación de haber visto una película sobre valores humanos, quizá por cierto altruismo que los caracteriza. Sus personajes tienen un gran sentido de ello sin caer tampoco en los lugares comunes del heroísmo policial. Es fácil hacer cine social e identificar al público con las víctimas, pero pocas veces se nos familiariza con las autoridades policiales, pertenezcan al departamento que pertenezcan. Suelen ser personajes «deshumanizados».

Marcos Vieytes: El final me hace un poco de ruido, pero la banco. La elección del punto de vista policial es muy interesante, se disfruta mucho. Los actores están todos increíbles, y que la directora sea la que hace de fotógrafa está muy bien. Pero yo creo que sí es una experiencia sociológica. No es fidedigna como un documental sobre instituciones, pero se nota que detrás del guión hay investigación minuciosa. Me gustaría saber cómo percibe un espectador francés una ficción como esa sobre el presente, qué reacciones políticas genera.
NS: Entiendo lo que decís del trabajo de investigación y la realidad que refleja, pero si tuviera un valor sociológico se centraría en ese aspecto, y sin embargo esa apariencia sociológica light viene de poner el foco sobre el dolor de las víctimas filtrado por el punto de vista de los policías. Entonces no nos llega el dolor de los chicos que tienen que vivir esa realidad, sino el de los tipos que no saben cómo terminar con eso (o peor, saben que no pueden). Ahí es donde creo que la estadística se va al carajo. Hacernos llegar las vivencias de los chicos abusados o maltratados implicaría utilizar muchos artificios cinematográficos. Es más sencillo acercarnos a tipos que no entienden, como nosotros, lo que pasa por la cabeza de todos esos hijos de puta. Por eso entendemos los gestos de sorpresa, la desazón interna e incluso el humor necesario para lidiar con las situaciones. Lo de la directora como fotógrafa también me gustó, sobre todo teniendo en cuenta que el negro le reclama registrar lo que verdaderamente es trabajar como ellos, y curiosamente es lo que creo que hace con la otra cámara. Lo que me hizo ruido es la historieta de amor en medio de todo eso. ¿El final no te gustó? Yo creo que es justo lo que plantea, con ese nene -seguramente futuro pedófilo- triunfante. Porque lo que la lleva a ese punto a la mujer es el haberse enfrentado con el placer de la víctima. Ahí es donde todo lo que hacen está perdido.
MV: Está claro que no pretende que el valor sociológico prime, porque es sobre todo una ficción. Sólo quería decir que está, y que se nota sobre todo como base en los diálogos con los nenes, y eso le da consistencia y autoridad. Un par de cosas que me sorprenden de lo que decís. ¿Vos pensás que los policías de ese departamento dedicado a trabajar con casos de abuso infantil no entienden a los pedófilos? Puede ser, porque quizás si los entendieran no podrían hacer su trabajo, pero yo creo que al menos la película lo entiende, y que algunos personajes más que otros también. La mina que se mata no, claramente. Este hecho no me molestó por repentino. Representarlo así creo que hasta cierto punto es válido, porque aunque el suicida da señales, el suicidio sigue siendo inasimilable. Pero mostrarlo, y mostrarlo en cámara lenta, revela que la película lo disfrutó. Y no estoy condenando moralmente eso, aunque lo rechazo en este contexto, pero sí trato de analizar por qué la película hace eso. Oscilo entre creer que esa forma de mostrarlo es un castigo o una admisión del morbo, o ambas cosas a la vez. No había pensado que ese nene sea un futuro pedófilo. Si fuera así, ese montaje paralelo estaría compuesto por dos series de acciones complementarias, negrísimas las dos. ¿Podría existir la posibilidad todavía más radical de que la película reivindicara el placer que el chico sintió? Porque la visión del nene haciendo gimnasia es triunfante. Según tu idea, ese triunfalismo estaría cargado de ironía siniestra.
NS: Muchas películas de ficción social intentan, no siempre logran, que el tema principal sea la problemática que aborda. Casi todas por ello caen en golpes bajos fáciles, lugares comunes. Y con un tema como el que toca esta película podría haber sido más excesivo el morbo. Lo que ahora me hace dudar sobre su puesta en escena es si esa liviandad tiene que ver con el pudor o si corresponde a lo que yo siento que quiere contar. Con respecto a tu pregunta, pensá que antes que policías la mayoría son padres y por algo eso se remarca. Ahí es donde no se puede comprender lo que hace un pedófilo o quien ejerza cualquier tipo de violencia sobre un chico. Pero ahora yo te pregunto ¿por qué crees que la película los entiende? Mejor dicho ¿a qué te referís con «entender»? Justamente esa ironía siniestra fue lo que me gustó del final. Y de hecho, si mal no recuerdo, ése es el último caso que conocemos. Entonces cuando el nene se va de la clase de gimnasia no es por sentirse mal, es por estar celoso de los otros chicos. Y lo dice claramente, a él le gustaba lo que pasaba entre ellos. Sumale a esto la declaración del profesor diciendo que era una historia de amor. Si hablamos de estadísticas, sabrás que muchos abusadores fueron abusados de niños y experimentaron algún nivel de placer en ese momento.
MV: ¿Qué es lo que vos sentís que la directora quiere contar? Cuando digo que los entiende quiero decir que no los demoniza, que no los desahucia. Los policías pueden llegar a pegarles o maltratarlos verbalmente y esa exteriorización física de su malestar es garantía de salud para ellos, pero la puesta en escena no lo hace. Sólo los muestra, y muestra una amplia galería de pedófilos, de toda edad, extracción social, zonas, y con distintas respuestas ante el hecho. Eso me parece excepcional. Puedo pensar que ese final sea irónico, que en lugar de significar liberación para el nene y optimismo para el espectador, augura el recomienzo del ciclo de abusos, pero no estoy convencido. Quizá porque no se tomó tiempo para desarrollar ese caso y desactivar el placer que el nene sintió. La otra es que ese placer sentido por el nene no tenga que derivar necesariamente en una conducta pedófila.
NS: Creo que lo que la directora quiere es «desdemonizar» a quienes trabajan en estos casos. Generalmente, como te decía al principio, son retratados como seres más duros, en algunos casos hasta violentos con las víctimas (ojo, acá hay algo de eso también pero desde lo más humano de ellos y no desde el goce de la aplicación de esa violencia) o como inoperantes absolutos. Ahí estamos en el punto justo. Eso que decís de la galería de pedófilos, simplemente como un mero repertorio «de», es lo que me hace sentir que toma distancia de ese aspecto para enfocarse en cómo ese desfilar de casos afecta a estos policías. Y sobre el final: en ningún momento pensé en que fuera optimista para el espectador, ni siquiera para el chico, que no es conciente de lo que le pasó y eso es lo terrible. Dudo de que ese placer traumático pueda ser desactivado.
MV: Ojo que a quienes digo que no quiere demonizar es a los pedófilos. El montaje paralelo del final está planteado en su desarrollo como tópico optimista. Pensá que simultáneamente asistimos al crescendo dramático con luz solar de un chico que se anima a hacer lo que antes no y a una mujer a la que ascienden en el escalafón institucional. Pero uno cae parado y la otra no. Esa divergencia de resultados a mí me sigue generando dudas, más allá del mal gusto en la elección del dispositivo (pero yo no soy un defensor del buen gusto porque el malo suele ser más estimulante para el cuerpo y las neuronas, si no pensemos en Bó, Favio y Campusano por citar solamente ejemplos nacionales). El nene es consciente de lo que le pasó, pero lo que plantea la escena tal como está filmada es que no tiene la misma conciencia de ese hecho que la que tiene la sociedad. Y la película no construye el padecimiento del nene, la crisis o, como vos decís, el trauma. ¿No lo hace por impericia narrativa o porque voluntariamente deja abierta la posibilidad de pensar de que en ciertos casos la pedofilia puede no ser traumática?
NS: Estoy recordando algo importantísimo que estamos pasando por alto y creo que ahí es donde la película «entiende» al pedófilo, y es cuando la policía se lo plantea al chico como una ‘enfermedad’ que tiene el mayor. Entonces el nene le pregunta: ‘¿Por qué si está enfermo va a la cárcel y no al hospital?’, lo que me recuerda El hombre del bosque con Kevin Bacon. En ciertos casos la pedofilia puede no ser traumática… es para pensarlo mucho, porque no siempre se ejerce violentamente, pero la conciencia del chico sobre lo sucedido no sé si anula el trauma.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: