Contradicción. Sí, es una enorme contradicción y una gran responsabilidad cubrir IT: Capítulo 2 conociendo de antemano la situación actual del cine argentino. ¿Cómo poder escribir sobre un tanque norteamericano dirigido por un argentino cuando la industria cinematográfica local está en peligro? Contradicción.

En la pantalla, Stephen King sostiene un mate de Independiente y pareciera que el conurbano bonaerense llegó a Hollywood, o que Hollywood logró concretar una nueva estrategia de consumo: la espectacularización de las costumbres argentinas expresadas en un mate y una pasión futbolera. Quizás el puntapié inicial lo dio Viggo Mortensen vistiendo con orgullo el escudo de San Lorenzo bordado en un traje en la alfombra roja de los Oscars. Pero no es lo mismo, San Lorenzo es una institución que está ubicada geográficamente en el corazón de Buenos Aires, mientras que Independiente ya es “periferia”. Avellaneda ya implica cruzar el Riachuelo, a pesar de su conocida cercanía al Obelisco. Allí está la frontera y comienza la descentralización. Si bien me genera un gran orgullo como hincha, y hasta me parece divertido ver a la leyenda King con el mate del Rojo, no puedo evitar ver allí un gesto comercial: se apela a la nostalgia barrial de un director nacido en el tercer mundo y se la exhibe como rasgo exótico.

No me malinterpreten, aquí no adjudico culpas ni responsabilidades a Andy Muschietti, simplemente son factores que me llaman la atención y es tanta la angustia que me inspira la situación actual del cine argentino que necesito comprender y reflexionar sobre lo que está sucediendo. Mientras se da a conocer la noticia de la derogación de las resoluciones 981/2013 y 1598/2012 que daban ayuda a las distribuidoras independientes para los estrenos nacionales, la secuela de IT ocupa 469 pantallas. El pasado jueves 12 de septiembre, Sebastián De Caro presentó su película Claudia, protagonizada por Dolores Fonzi, estrenada solamente en 11 salas. Los cuatrocientos golpes, en este caso, no los da Antoine Doinel, sino un monstruo payasesco, viejo, maltrecho, de dientes grandes, que te encandila con globitos de colores –por obra del universo no son amarillos – para quedarse con tu inocencia. Ironías de la vida o una asertiva metáfora del inconsciente colectivo: “Eso” es un Otro terrorífico que representa la violencia hacia los más pequeños y más débiles. En primera instancia, podríamos suponer que se trata de la violencia hacia “les niñes”, pero si trasladamos la problemática al sector cinematográfico el monstruo pasan a ser las Mayors y las víctimas son las películas medianas y chicas nacionales.

A ver, IT: Capítulo 2 versa sobre el regreso de los Losers, ahora ya adultos, al pueblo de Derry para enfrentarse una vez más a los miedos y angustias que representa Pennywise en sus vidas. La película podría dividirse narrativamente en dos partes: por un lado, el presente individual de los Losers, que los encuentra casados, viviendo al límite o teniendo dificultades laborales; y, por otro lado, la experiencia personal de cada uno de ellos al regresar a Derry. La película respeta el universo de terror, distiende con perspicacia los clímax de tensión mediante latiguillos cómicos, sorprende y entretiene al espectador con los mensajes ocultos de los easter eggs. Sin embargo, su mayor debilidad son sus seis subtramas. Repasar el presente individual adulto de cada uno de los Losers y, luego, apelar a flashbacks sobre la niñez de cada uno de ellos, para finalizar con el enfrentamiento personal de cada uno con Pennywise, recarga la narración volviéndola densa y pantanosa.

Sin embargo, la reflexión aquí trasciende la frontera de si IT: Capítulo 2 es una propuesta creativa o no. El asunto recae en ¿cuáles son las alternativas a la cuota de pantalla vigente para el cine nacional? La carencia de políticas de estado que respalden, fomenten y mejoren la industria cinematográfica local no es nueva. Se trata de un hecho concreto que viene pasando hace años. Es muy difícil que los gobiernos se enfrenten con solidez a la imposición monopólica de los tanques y los blockbusters. El comunicado emitido el día miércoles 11 de septiembre es un atentado a la supervivencia de nuestro cine nacional: dejar sin efecto una ley que sostiene la distribución de películas independientes implica el cierre de distribuidoras, un alza en la tasa de desempleo del sector y una eclipsante crisis en las condiciones de exhibición, por lo que ese cine independiente ya no se vería en salas.

Once salas para Claudia. No es el único caso, pero es el que menciono por estrenarse este jueves e incluir en el elenco a actores profesionales y famosos. Pero, pensemos en aquellas películas que se filman en las provincias, en las zonas “marginales”, protagonizadas por vecinos y vecinas o actores no-profesionales, que con suerte llegan al Gaumont y duran una semana, y que a veces ni siquiera les toca en gracia tener diez salas y se exhiben en festivales y cineclubs… ¿qué le queda a ese “cine alternativo”? Hace aproximadamente poco más de un mes cerró el cine BAMA, conocido en CABA por ser un espacio difusor de un “cine alternativo”. Allí podían verse producciones europeas, asiáticas, cine indie norteamericano, etc. Había una variedad en su cartelera que abarcaba la ficción y el documental. Pero, al cerrar sus puertas, deja de estrenarse ese cine. Así, hace algunas semanas se dio a conocer que The Dead Don’t Die de Jim Jarmusch no llegará a la Argentina. Un milagro fue que High Life de Claire Denis haya obtenido cuatro salas. Pero… ¿cuatro salas en dónde? Una en CABA, dos en Gran Buenos aires y una en Rosario. Y Argentina es un país con una dimensión geográfica mucho más extensa y amplia.

Insisto: se le niega al público la posibilidad de visualizar no sólo películas que denuncian y registran problemáticas extranjeras, sino, sobre todo, se le niega al pueblo la posibilidad de acceder a su patrimonio audiovisual. El cine nacional forma parte de nuestro patrimonio que es memoria, cultura e identidad. Negarle a un pueblo la posibilidad de acceso a su patrimonio audiovisual es prohibirle la posibilidad de generar pensamiento crítico e impedirle la libertad de expresión.

Poco falta para el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, aprobado por la UNESCO en 2005 para celebrarse el 27 de octubre de cada año, que se ilustra como un mecanismo de toma de conciencia y reconocimiento de que el cine es algo más que una mera herramienta de entretenimiento. El cine es herramienta política de registro y denuncia que invita a derribar barreras sociales y culturales, y también es un importante documento histórico que atesora aspectos políticos, económicos, étnicos, técnicos, prácticas de salud –imposible no recordar algunos cortometrajes antiguos sobre las enfermedades que transmiten las moscas al pueblo–, entre otros. Imponerle a la industria cinematográfica nacional competir con las Mayors, sin brindarle a aquella apoyo ni fomento, es deslealtad para con el patrimonio audiovisual. Pero, claro, por suerte “no se inunda más”.

Calificación: 7.5/10

IT: Capítulo 2 (IT: Chapter Two, Estados Unidos/Canadá, 2019). Dirección: Andy Muschietti. Guion: Gary Dauberman, Stephen King. Fotografía:  Checco Varese. Montaje: Jason Ballantine. Elenco: James McAvoy, Jessica Chastian, Bill Hader, Isaiah Mustafa, Bill Skarsgård, Jay Ryan. Duración: 169 minutos.

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