En el fútbol, el cambio de frente implica un largo pase de izquierda a derecha o viceversa. Implica trasladar la acción, pero esencialmente el punto de vista de un lateral al otro de la cancha, para encontrar los espacios que el rival ha descuidado y que permitan acercarse al arco contrario. El cambio de frente al que refiere este documental no es un hecho específico y puntual de un partido de fútbol en una cancha: refiere a la necesidad de cambiar la referencia centralizado en el fútbol masculino, acaparador histórico de la atención y de la organización –y por tanto del dinero-, hacia la emergencia del fútbol femenino.

Pero lo que menos importa es trabajar sobre el desarrollo que el fútbol femenino ha tenido en Argentina –una breve referencia a las Pioneras y al Mundial de México de 1971 en el comienzo, sirven para enmarcar los comienzos- o sobre un análisis de la forma en que las mujeres practican el juego. Aun cuando algunas imágenes refieren a ello –especialmente en los partidos de futsal entre Sportivo Barracas y River-, lo importante está en otro lugar, como lo revela el tramo relacionado con el partido de la Selección Argentina en la cancha de Arsenal, donde las cámaras buscan en las tribunas, olvidándose del partido que se juega en la cancha. Está en la forma en que se articula el avance de las mujeres con la resistencia de un universo claramente machista. Una escena pequeña lo plantea en su verdadera dimensión. En la Unión Marchegiana, una profesora de educación física da clases de fútbol y organiza partidos con niñas de hasta 14 años. En un momento, al final de una clase, pregunta si les gustó jugar contra los varones y la respuesta es que les pareció horrible, porque a los varones solo les interesaba ganar. Hay allí una clave que señala una contradicción no resuelta que debería pensarse: si las mujeres ven al fútbol como una pasión, como un divertimento o un disfrute más que como un medio de vida, la exigencia de la profesionalización y su correlato en la necesidad de triunfar, iría en contra de ello para sumarse a la forma en que lo practican los hombres.

Desde ese lugar puede entenderse que el fútbol funciona como un punto de partida para comprender las disputas que las mujeres vienen dando en la sociedad. Lo que puede parecer una mezcla desordenada de temas trascendentes, en verdad aparecen articulados por el fútbol como la forma de eclosión popular de esas tramas. En un momento, el documental recupera las imágenes de las marchas por la Ley del Aborto. Pero más que en la marcha en sí misma, se detiene en la forma en que las mujeres armaron pequeños partidos en la calle, a la espera de la resolución en el Congreso (de hecho, esos juegos se mantienen como fondo de varias de las entrevistas). No se ve en el documental, pero en esa oportunidad, fue Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, quien dio el puntapié inicial de un partido (una práctica en desuso, pero actualizada en el gesto: hay una hermosa foto de ese momento que puede rastrearse por internet). Allí aparece la síntesis: la unión del fútbol como pasión popular, con las luchas del feminismo y los derechos humanos.

Pero donde el documental parece encontrar el camino es menos en lo afirmativo que en la exposición de los claroscuros. El contraste entre las conquistas y los frenos, entre aquello que se expone ante la vista de cualquier desprevenido y lo que queda oculto. Es el contraste entre el homenaje a las Pioneras en la cancha de Racing y el estadio vacío. Entre las jugadoras que estuvieron en el Mundial de México en 1971 y en el reconocimiento de la AFA que tardó casi 50 años. En jugar para un club, pero saber que el pase a otro equipo se mide en cantidad de pelotas. En que jueguen más mujeres al fútbol pero que las dirijan los varones. En que se puede perder contra un rival superior pero después nadie se junta a ver qué es lo que pasó. En que una jugadora puede ser madre, pero se la considera una lesión que puede convertirse en un probable final de su carrera.

En ese relato, lo que va encontrando Cambio de frente son los resquicios por donde buscar aquello que queda en el fondo. En especial, la permanencia de los criterios establecidos por la sociedad patriarcal, de los que el fútbol femenino no ha logrado todavía liberarse. Ese es el verdadero cambio de frente: el que a la vez que rescata el camino recorrido, sigue señalando lo que falta y la trampa que no puede desactivarse. Que las mujeres sigan siendo una mercancía puesta a disposición de un mercado que puede contenerlas en función de lo nuevo y de amortiguar las presiones de la ebullición que viene desde abajo. En ese sentido, la ruptura de ese modelo parece encontrar un camino cuando se observa que en las marchas por el aborto, conviven mujeres que llevan camisetas de clubes tradicionalmente rivales. En ese gesto mínimo, se está empezando a desarmar el mecanismo del mercado que incentiva la rivalidad deportiva para trasladarla a otros ámbitos. Las mujeres, dice con claridad Cambio de frente, comprenden que la lucha es otra y que el enemigo no es ni otra mujer, ni el club rival.

Cambio de frente (Argentina, 2021). Guion y dirección: Maximiliano Rivas, Matías Guzmán, Mariano Alesso. Duración: 68 minutos.

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