01-afiche-pajaritobajaLa tarde en que fui a ver A vuelo de pajarito todavía tenía sesenta y un años. Fue hace poco, apenas un par de semanas, de modo que el detalle carece de importancia (si es que de todas maneras lo tenía). El público que llenaba la sala del Malba, como ninguna otra de las veces en que yo estuve antes, tenía más edad que la mía en ese momento, y en algunos casos mucha más. También había gente joven pero en franca minoría.

Esta observación que recreo desde mis flamantes sesenta y dos adquiere algún sentido si la contemplo desde la curva ascendente de los años; todos los veteranos que nos congregamos en esa tarde a ver esa película teníamos quizá el mismo deseo: evocar una época que era mejor en tanto éramos jóvenes. Un tiempo en el que queríamos entender, en el que entender era lo mismo que saber, y en el que muchos creíamos que todo era cognoscible y que mediante la información y su hermano mayor, el conocimiento, llegaríamos a un futuro mejor. El futuro llegó, es este presente y es, en este país, hoy y aquí, mejor; no como lo imaginábamos entonces, no sin el dolor y las pérdidas que estos duros años arrojaron sobre las espaldas de muchos de los presentes en aquella función. Es mejor al menos porque ahora podemos detenernos y reflexionar sobre aquel pasado, sin trabas, ni propias ni del entorno, libres como nunca lo fuimos, con una sensación de libertad que no se puede entender si no se han vivido los años que nosotros vivimos, ni héroes ni mártires, simplemente protagonistas de años violentos y canallas.

Ahora se trata, otra vez, de entender: por qué las cosas fueron como fueron y cómo llegamos a esta madurez, si no en triunfo, sacando al menos un empate digno después de tantas derrotas, viviendo además una épica que no es de estos tiempos.

De eso trata A vuelo de pajarito; o más bien de eso trató para mí, a esas reflexiones me llevó mientras la veía y también hoy que soy más viejo que dos semanas atrás. Cada espectador hará su propia película con este testimonio de la intensa vida del Pajarito Rogelio García Lupo, periodista de investigación, escritor, militante, según la cuenta su hijo, el director Santiago García Isler. García Lupo fue un protagonista de esos, todos nuestros ayeres. Escritor y militante de cada uno de sus oficios en una época en que ejercerlos de la manera intensa en que él lo hacía era caminar en la cornisa. Leíamos como un credo sus libros Mercenarios y monopolios en la Argentina y Contra la ocupación extranjera, sus artículos en La Opinión o la revista Crisis.

img_1215Toda esta trayectoria está en A vuelo… contada con la precisión y la intimidad que supone la relación filial. En este caso el cariño y la cercanía parecen actuar como un límite, quizá se podría haber ido más lejos en los porqués de esa pasión detectivesca ejercida sobre la realidad política; sin embargo el cariño nos ofrece detalles íntimos de la vida de Pajarito, de su presente en el que dona su inmenso archivo a la Biblioteca Nacional, de su pasado en el que funda Prensa Latina junto a Rodolfo Walsh, de su amistad con el Che y García Márquez, de su inigualado olfato para estar presente en dónde estaba la noticia o en dónde podía anticiparla.

El Pajarito García Lupo es parte de todos nuestros ayeres y también de nuestro presente, preservarlo en la eternidad de las imágenes es un motivo de felicidad para nosotros los de entonces, que somos los mismos.

A vuelo de pajarito (Argentina, 2014), de Santiago García Isler, c/Rogelio García Lupo, Juan Gelman, Osvaldo Bayer, Eduardo Galeano. Documental.

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