La premisa central de toda película de terror gira alrededor de la figura del monstruo y de la respectiva amenaza que éste le represente al statu quo. El monstruo es una otredad terrorífica que se conforma en oposición a los valores realzados por la cultura blanca, occidental, cristiana y burguesa. La normalidad expresada en términos de pureza, abstinencia, castidad, feminidad y espiritualidad se ven trastocados por la presencia del monstruo. El conflicto de estas películas se intenta resolver mediante un regreso normativo al statu quo. En este sentido, el Otro que nos amenaza deberá ser normalizado y controlado.

Piedra, papel y tijera, dirigida por Martín Blousson y Macarena García Lenzi,se inaugura con la muerte de un padre y el duelo que deberán afrontar sus hijos, Jesús (Pablo Sigal) y María José (Valeria Giorcelli). La llegada de Magdalena (Agustina Cerviño), hermanastra que eligió el extranjero para su vida profesional, a la casa paterna traerá un sinfín de discordias filiales. Magdalena, en la iconografía religiosa, es la figura que viene a instalar un debate social: ¿santa, esposa o puta? Y, a su vez, es la legítima discípula de Jesús. En la película, Magdalena es la hija del padre con otro matrimonio, es la impura, la actriz que residió durante un período corto en el hogar paterno, pero que luego optó por España para el desarrollo de su camino laboral. El mayor pecado cometido por esta mujer es el haber elegido la exogamia como destino. Su rebelión al statu quo es reconocerse como diferente a esa familia cristiana que presenta devoción por los pasajes bíblicos, y por ello será cruelmente castigada por sus hermanos, quienes intentarán hasta las máximas consecuencias convencerla de que “no hay mejor lugar que el hogar”.

La endogamia consolidada en una casa burguesa anticuada, de estilo ochentoso, se vuelve asfixiante, laberíntica y siniestra. Los objetos que integran la puesta en escena son tan disfuncionales a la actualidad que el hecho de ver un smartphone con un cuchillo eléctrico resulta por momentos gracioso y, por otros, nos instala en uno de los más grandes aspectos de la perversión humana. Es que en esta casa paterna todo se conserva como si el padre estuviese vivo y como si ninguno de los hermanos hubiese atravesado la pubertad y experimentado la adultez. La niñez de Jesús y María José permanece intacta y disfrazan bajo el velo de la inocencia sus juegos macabros.

En Piedra, papel y tijera predominan los interiores. El único plano exterior que se visualiza transcurre en una terraza que se ubica frente a una iglesia. El plano dura apenas unos segundos y esa sensación de ver a María José en contacto con el viento y la luz del sol transmite quietud, paz y esperanza. Sin embargo, pareciera no haber escapatoria a la endogamia. Ninguno de los personajes sale de la locación llamada “hogar” y cuando alguno intente hacerlo, sucederán hechos insólitos que los arraigan aún más a la habitación donde el padre estuvo postrado antes de morir.

Las referencias claves de Piedra, papel y tijera son ¿Qué pasó con Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962)y Misery (Rob Reiner, 1990). Los juegos de roles y de poder se van acentuando mediante el intercambio de picados y contrapicados, acompañados de una iconografía religiosa invasiva (estampitas, estatuillas, rosarios y Biblias), urnas fúnebres, chatas sanitarias y un cobayo. Las referencias son sutiles, de hecho, la película está basada en la obra teatral Sangre de mi sangre, de la propia Macarena García Lenzi. Las citas explícitas están vinculadas al largometraje El mago de Oz (Victor Fleming, 1939) no sólo a través de sus escenas y canciones más memorables, sino también a partir de la construcción del personaje de Dorothy -como aquella jovencita que, por arte del azar, se extravió de su casa y debe regresar a ella- con el objetivo de intensificar la oscuridad del arraigo familiar.

Con actuaciones impecables y una dirección de fotografía digna de méritos, Blousson y Lenzi nos invitan a explorar los límites filiales en una narración de terror psicológico. Estos directores demuestran que únicamente con tres actores, una misma locación -la casa- y un solo exterior se puede hacer una grandiosa película de género, donde no hacen falta grandes efectos especiales, sino la eficiente ejecución de buenas ideas. Sin lugar a dudas, la dupla de hermanos compuesta por Sigal y Giorcelli pase a formar parte, dentro de la historia del cine argentino, como una de las más emblemáticas e inolvidables sobre psicópatas mentales.

Calificación: 8/10

Piedra, papel y tijera (Argentina, 2019). Guion y dirección: Martín Blousson, Macarena García Lenzi. Fotografía: Nicolás Colledani. Edición: Martín Blousson Elenco: Pablo Sigal, Valeria Giorcelli, Agustina Cerviño. Duración: 84 minutos.

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