Lisa sabe que ella y su familia están muertas. Ella es el elemento fuera de lugar, la oveja negra, la que se saltó el esquema; es la adolescente, y la rebeldía característica de su edad es lo que impide que sus padres la tomen en serio. Lisa no se desespera, se muestra hastiada, pucherea, se cruza de brazos y se aísla para interpretar en su clarinete el clásico cuento infantil ruso Pedro y el Lobo mientras en la televisión de su casa veremos a Reagan dando un discurso. La voz del narrador del cuento, que nos llega de a ratos y siempre interrumpido desde el disco sobre el que Lisa ensaya, refuerza la atmósfera onírica que envuelve a la casa. La cámara va y viene en travellings que acompañan la composición. En la excesiva luminosidad sepia de la casa, Lisa tiene una habitación con pósters de David Bowie, The Smiths, The Cult y usa una remera de Siouxie and the Banshees que no sólo indican rasgos de la personalidad de la chica sino también en que época estamos ubicados. Del afuera no obtendremos más que una espesa neblina.
Lisa también tiene un hermano menor que la despierta cada mañana para padecer el infierno de la calma rutinaria que antecede la tragedia. Pero un día la rutina se altera; su papá empieza a fumar y se ve más relajado. Ese atípico día reciben la visita de un extraño electricista que también fuma y con este detalle instala el terror en el seno familiar. Viene, además, a imponer orden retando a la protagonista en su habitación. Lisa ve en sus ojos la cara de la muerte a quien tendrá que enfrentar en una escena que no generaría el mismo desgarro si en vez de estar trabajada desde el amor y la luz hubiera sido explotada desde el terror. Cruda lección de independencia para una chica cuya vida fue truncada un día antes de cumplir sus dulces dieciseis.
Lo que Haunter -el título original de la película- transmite no es terror, es la desesperanza de la vida repetida de cada día, la de una familia de clase media que no quiere enterarse de nada con tal de no alterar la seguridad abúlica que los enclaustra. Por eso mismo, lo que diferencia a Lisa de su familia es su voluntad, su inconformismo y su capacidad empática. Cuando tiene la chance de escaparse con ellos, una vez que el grupo asume el tan negado desenlace, elige quedarse. Para acorralar al lobo que acecha a quienes habitan la casa, toma el cuerpo de la víctima potencial de la bestia, invirtiendo el sentido negativo de la posesión. Haunter, como Absentia de Mike Flannagan, es una película chica, que puede pasar desapercibida la cartelera, pero que sabe mixturar el terror y el drama más angustiante.
Un pasado infernal (Haunter, Canadá/Francia, 2013), de Vincenzo Natali, c/Abigail Breslin, Peter Outerbridge, Michelle Nolden, 97’.
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