Tres películas. Tres películas no hegemónicas. Tres largos de una hora de duración rodados en 16 mm. Texturas y colores hermosos. Sin héroe protagonista con conciencia clara de sus objetivos y capacidad para comprender sus actos y dirigir sus acciones. Sin incidente incitador. Películas que inician en cualquier lado de la vida y te toman por completo. Sin grandes sucesos que tuerzan la dirección de la acción principal. Sin clímax. La estructura en tres actos se encuentra obliterada y puesta en cuestión.

Sin clausura del relato. Cortan en cualquier lado de la vida. Con una veracidad y una honestidad sorprendente. La mirada del autor acompaña sin juzgar. En pocas palabras: todo lo que las reglas del relato canónico contraindican. En una palabra: divinas.

En estas tres películas Ted Fendt fotografía su Filadelfia natal, pasa por New Jersey y luego se va para Viena tomando detalles que no resultan ser los paradigmáticos y abordándolos de manera anti turística también (una de las chicas, espejando al autor dice cuando una amiga quiere tomarle una foto junto a un monumento: “así no, es muy turístico”. La manera de retratar  deriva en que la representación de esas ciudades tan conocidas y mil veces fotografiadas resulten novedosas, sorprendentes y muy cercanas. Resultan asombrosos los planos intercalados de unas ciudades que se develan con vida propia más allá de la película en los que no aparece el personaje que deambula o en los que éste es abandonado por una cámara que por momentos se independiza de la acción. 

Podríamos conjeturar que este corpus trata sobre la desorientación existencial de nuestra época en jóvenes treintañeros retratada principalmente a partir de la deriva espacial de sus personajes y la deriva dialógica. Desorientación en acto.

En Short Stay (2016) encontramos desorientación, gente y trabajo. Mike, treintañero precarizado en alma, cuerpo y trabajo, va de un lado al otro sin rumbo claro a partir de iniciativas que no son propias. En el registro de esos recorridos insensatos se nos ofrece una Filadelfia que jamás vimos en películas y que por esa misma vivencia tan particular nos da tantas ganas de conocer. Situaciones cotidianas que descubren a seres de gran vulnerabilidad afectiva y fragilidad en sus lazos. Resulta muy conmovedor (siempre en tono de comedia semi amarga, sin sentimentalismos ni golpes bajos, incluso con situaciones muy graciosas que no dejan de ser tremendas) ver los intentos torpes de Mike de tener trabajo, de tener amigxs, de tener novias, de compartir fiestas. Sufre miserias mínimas y mezquindades “light” que justamente por ser tan corrientes se imponen como demoledoras, porque claramente dan cuenta de la calidad del lazo social actual. Nadie hace nada demasiado malo (a lo sumo, alguno hace algo feo). Alguien dijo que es un cuento moral a semejanza de los cuentos morales de Rohmer, dado que las situaciones reflejan las posiciones éticas de lxs personajes. La conexión se impone inexcusable.  

Acá lxs personajes no tienen educación superior, pero en las películas siguientes veremos que el nivel educativo no tiene absolutamente nada que ver con la desorientación existencial.

En Classical Period (2018) encontramos desorientación y Literatura. Lxs protagonistas discurren sobre la Divina Comedia y son todxs muy cultxs. Están en el limbo de la literatura. O en el Purgatorio. Sus devaneos y citas resultan inspiradoras: hacen dialogar a William Carlos William con Simone Weill y Denise Levertov, tentándonos a lecturas fuera de campo en una estimulante onda expansiva. El humor y el absurdo tampoco faltan acá, así como también sigue presente la reflexión melancólica en una mixtura deliciosa. La metatextualidad es hermosa. Hablan de las diferentes velocidades de las almas en la Divina Comedia, de cuando las almas cantan… mientras ellxs son almas que deambulan en la comedia de la vida contemporánea. El director repite actores. Rasgo vigorizante del cine independiente en el que muchas veces se dan encuentros prolíficos en la creación entre amiguxs.  Amiguxs quizás en el mismo rol, como un spin off desvaído o simplemente la misma persona haciendo de otra. Cal, el vecino bizarro de Mike con quien juega a la escoba de 15, aparece acá y sigue llamándose Cal, pero ahora disertando y discurriendo sobre Dante.

Una de las chicas cuenta que lee todo el tiempo, no duerme por quedarse leyendo, pero enseguida se olvida todo lo que lee y tiene que volver a leer: “ya tengo demasiados libros en casa, y hay tantas cosas que he leído, pero me cuesta decirte alguna cita. Hay libros y ensayos que son fundamentales para mí y no los recuerdo”. La misma chica hablando de tres almas que se encuentran con Dante en el AntePurgatorio y le hacen pedidos de rezos, recorta a Pía, de quien no se sabe bien quién fue históricamente y que hace la petición más modesta: sólo pide ser recordada. Como ella que pide poder recordar.

Al final dice: «ahora que terminé el Purgatorio repasé algunas notas, me gustaría leer algunas de las referencias…» Entonces nombran poetas… y la película termina así como empezó, en un corte en el devenir de la vida y no cierra, aguijoneando nuestra curiosidad e incitándonos a leer y a imaginar cómo siguen sus vidas.

En Outside Noise (2021) encontramos desorientación post Universidad. Tres amigas en Viena que tampoco saben bien qué hacer ahora ya con sus tesis de maestrías y con sus regresos de viajes a New York. Otro estrato social, la misma generación de 30´s,  la misma desorientación existencial.

Una de las chicas no encuentra sentido a levantarse, entonces no se levanta… Pero no es depresión ni nada grandilocuente y especial. Es tedio. Y los potenciales empleos que se le ofrecen le resultan poco atractivos (“es apenas un trabajo asalariado”, dice), nada conmueve. En una conversación al pasar se nombra al etnólogo Arnold Van Gennep, quien, al tratar los ritos de pasajes en diversas culturas habla de una fase liminal o de transición en la cual no se está ni en un lado ni en el otro; eso sucede a las chicas; acá nueva metatextualidad. En este punto podemos arriesgar que hay un diálogo evidente con Classical Period y el limbo en la Divina Comedia, y todo esto vehiculizado por textos hermosos, aunque no cumplan bajo ningún concepto con las reglas de la dramaturgia clásica.

Finalmente, si podemos encontrar a Chejov mezclado con Rohmer en Fendt, a partir de ciertos rasgos de naturalismo poético, de la imbricación de los personajes y su ambiente, en los diálogos aparentemente sencillos, pero de gran profundidad filosófica, no podemos, por otro lado, dejar de reconocer una apuesta absolutamente fresca, graciosa y con una visión lúcida de la actualidad y sus jóvenes protagonistas.

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