
Los cuatro hermanos Dalton han vivido su vida bajo las coordenadas del circo. Han desarrollado sus vidas entre trapecios, cuerdas flojas, payasos, equilibristas y acróbatas. La presencia del cuadro de los Hermanos Valenzuela es como un árbol genealógico, un punto en el cual referenciarse. Los cuatro hermanos viven en ciudades diferentes y solo uno de ellos, Luis, sigue en actividad, aunque cambiando la carpa de circo por el escenario de los cruceros de lujo. En Dalton Revolucio esa fragmentación espacial está remarcada, señalada: el espacio individual se impone por sobre cualquier estrategia de conjunto y en los hermanos, el circo es apenas un recuerdo del pasado.
Pero ese recuerdo activa una memoria que excede al circo como práctica, porque involucra a la familia. El recorrido que hacen los hermanos se remonta a los orígenes, para focalizar en la historia de los padres, en la conformación del circo como estructura familiar (y viceversa). Un video cuyos fragmentos recorren el documental muestra una reunión familiar del año 1988 en Lanús, en la casa del padre. Transmite una apariencia de cierta felicidad, una presencia numerosa que oculta la ausencia que una de las hermanas revela al final. Trasponiendo desde la práctica del circo, es como si ante esa cámara que los observa y les pregunta, estuvieran haciendo equilibrio para no caer desde la altura.
En el trapecio, se trata de fuerza y coordinación. Y de solidaridad. No es un acto individual, como el de un equilibrista. Involucra la confianza en el otro, saber que en el vuelo de un trapecio a otro, va a haber una mano que lo va a sostener, que no lo va a dejar caer. La voluntad de equilibrio de los hermanos, sin embargo, deja entrever que esos valores se han perdido. Un indicio aparece en el relato que hace Marcela, una de las hermanas, sobre el tiempo que vivió en la casa de Luis. No menciona el motivo por el cual se fue, pero la distancia se intuye cuando espera a que su hermano no esté, para pasar a buscar sus cosas que quedaron en la casa. O cuando admite la distancia con el resto de los hermanos, sin explicitar motivos, razones, circunstancias.
Una reunión de los hermanos podía pensarse desde una perspectiva lógica. Pero solo parece poder lograrlo Isaak, un joven que decidió tener su propio circo, después de haber abierto un bar, después de haber pasado por un derrame cerebral. “Me dedico a soñar” es lo primero que se le escucha decir, sentado en la Carpa Revolucio que ocupa el lugar donde en el pasado jugaba al fútbol. Sus apariciones remarcan los obstáculos del mundo. Hacia adentro de la carpa, debe hacer equilibrio entre los miembros del circo que no aceptan las reglas comunitarias. Hacia afuera, podría parecerse al hombre bala, el que sale disparado hacia las objeciones técnicas del Ayuntamiento o al menosprecio de la comunidad.
La reunión, el resultado del reencuentro de los Dalton bajo la carpa de un circo, permanece fuera del documental. Una elipsis lleva el relato desde el momento de los ensayos a las conclusiones individuales. La imagen del reencuentro parece, entonces, desarmarse, se intuye como un intento. Lo que asoma en las perspectivas de cada uno tras el regreso, marcan las diferencias: solo para Luis parece haber existido cierto regocijo, mientras para sus hermanas la sensación va de la incomodidad a la tensión. Es en ese momento donde se desarma la película. Se tiene la percepción, entonces, que hasta ese momento, Dalton Revolucio funciona porque su director actúa como un malabarista: ha puesto en el aire todos los elementos que van circulando por sus manos. Los indicios del riesgo que aparecían dispersos en el relato y que no alteraban el equilibrio, ahora ayudan a que todo se desmorone. La película se vuelve otra y proyecta hacia atrás ese cambio de perspectiva.
Las distancias entonces, ya no son solamente físicas. Que cada hermano viva en una ciudad distinta indica la distancia en la relación. Un suceso del pasado entre dos de las hermanas, que no se explicita del todo, es el nudo sin resolver –más que una imposibilidad parece haber una negación para hablar del tema-. Pero es también el punto de partida para recuperar otra memoria de la casa, de ese padre escindido entre el payaso alegre y amoroso y el padre exigente hasta la brutalidad. En ese confesionario impensado del tramo final es que comienza a adquirir sentido el marco familiar. Se entiende que no eran referencias livianas, ni metáforas dichas al pasar. Que un cuarto podía ser, efectivamente, una sala de tortura –y que su desaparición hace que la casa ya no sea la que había sido. Que las lesiones corporales no son solo el producto del trabajo de años en los circos. Que los hijos pueden competir por ver quién le tiene más miedo a un padre. El retrato de familia ahora es diferente. Es como la imagen de un equilibrista, solo, en el centro de la pista, rodeado de los platos rotos que se le han caído de las manos.
Dalton revolució (Argentina, 2024). Dirección: Alejandro Jablonskis. Guion: Alejandro Jablonskis, Matías Spadaro. Fotografía: Alejandro Jablosnkis .Edición: Alejandro Jablosnkis. Elenco: Luis Dalton, Marcela Dalton, Cristina Dalton, Mónica Dalton, Isaac Domínguez. Duración: 105 minutos.
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