1. “La mayoría de las veces vivimos en el olvido”, dice Carmelo Saitta casi en el final del documental, como una referencia al lugar que parece asignársele en la música argentina. El efecto de esa frase intenta ser contrarrestada, con un dejo de esperanza, en otra que dice casi inmediatamente: “Lo único que puede esperar un compositor es que la gente reconozca su obra”. Saitta no es precisamente un artista popular y su obra no se acerca siquiera a esos parámetros, ligada a la música electroacústica. Esa es la razón por la cual su nombre no trasciende más allá del círculo de pertenencia musical. Una sucesión de hitos personales que el documental dispone a lo largo de poco más de una hora revela entonces el lugar que ocupa y el reconocimiento del que goza incluso en el exterior. En ese punto radica la razón de ser de la película: no se busca saber quién es Carmelo Saitta, sino revelárselo a quien no lo conoce.

2. Rescatar del olvido. O del segundo plano. O del ocultamiento. Una película pone a la luz a un personaje, intenta definirlo a partir de lo que hace, lo que opina. Lo que fue y lo que es. Carmelo Saitta, Collage 1944 parte de un presente en el que el personaje pasa por ensayos y estudios de grabación para registrar la obra que le da nombre al documental. Desde allí va arrojando hilos hacia el pasado. 1944 es el año de nacimiento del personaje. En Italia. En esa Stromboli que Rosellini eternizó unos años después junto a Ingrid Bergman. El abuelo de Saitta aparece en esa película: es un fragmento breve, apenas una escena en la que el pasado y el origen quedan reflejados. La imagen recupera el pasado familiar y el documental lo replica recuperando al personaje para la posteridad. Saitta vuelve a su tierra de nacimiento 50 años después, pero nada de todo aquello ha quedado, salvo el volcán, que cada tanto amenaza con despertar de su letargo. En el medio, el tiempo.

3. La composición es una cuestión de tiempo, asegura Saitta en una entrevista que le hacen en Radio Nacional Clásica. El tiempo es, en esa concepción, otra figura: plantearse un problema y tratar de resolverlo. El tiempo es el intento de resolver el problema. De encontrar la respuesta a la pregunta originaria. No hay fórmula posible: las fórmulas responden preguntas que ya han sido hechas, no las nuevas. Más adelante ensaya una definición casi arquitectónica de una obra: una construcción de bloques y terrazas, dice. Formas diferentes de organizar un material que parecen partir de otro concepto cercano a su música, el de la improvisación.

4. La idea de collage remite a los conceptos del punto anterior, tanto a la improvisación como a la arquitectura de bloques y terrazas. En el basamento del collage está la idea de los elementos que se combinan, incluso superponiéndose, para generar una nueva obra. La organización de los materiales en el documental responde a esa idea. Se desprende de la organicidad que puede suponer una estructura rígida, para acercarse a asociaciones libres en las que todo depende del vértice Sattia. No hay estructura dominada ni por la sucesión temporal ni por la organización temática. El collage puede verse entonces como una especie de rompecabezas desarmado en el que las piezas están dispuestas de un modo aleatorio, sin necesidad de que unas encastren con otras. El documental va persiguiendo fragmentos con la conciencia de que son solo eso: fragmentos. Que el ordenamiento que pudiera realizarse estaría contradiciendo al personaje retratado. Como hace Saitta, Gino Gelsi se entrega a la improvisación. Al salto que lleva por diferentes tiempos y lugares. A pasar de un premio en Roma a construir La Máquina de Sonar e instalarla con su hermano en una plaza de Rosario. De una entrevista televisiva de hace treinta años a una charla en el Rojas de 2008. De un concierto de Gerardo Gandini al interés por la cultura maya y azteca. El documental cumple un cometido: deja ver que Saitta no es solamente un compositor (“Uno es lo que es y no lo que quiere ser”, dice en un momento como afirmándolo), multiplica su imagen desde esos pequeños retazos de una historia que se disponen como si se hubieran arrojado sobre un plano y se observan cómo han quedado.

5. Puede pensarse que el estreno de este documental en pleno verano porteño es un sinsentido. Enero no parece ser un mes atractivo para estrenar un documental. Pero al igual que ocurrió con Galasso, pensar en nacional (Sosa, 2024), se revela como una oportunidad. Los documentales entran en diálogo no solamente con el público que asiste a verlos, sino que lo establecen también con su entorno. En la Argentina de comienzos de 2024, este documental parece estar dando por anticipado, las respuestas concretas a los cuestionamientos que desde el gobierno se ciernen sobre la cultura. Cuando escuchamos a Saitta decirle al vibrafonista con el que comparte un ensayo en su casa que “esto que hacemos no tiene rédito”, es imposible no ligarlo con otras artes y ponerla a enfrentar con las miradas actuales pro-mercado que provienen ya no solo de políticos a cargo de gestión, sino de periodistas y hasta cineastas. Y allí también está el otro momento poderoso en ese planteo. Saitta habla del problema que implican las elites. Y dice que no todo el mundo puede acceder al arte, pero que eso no es responsabilidad del artista sino de toda la sociedad. En este momento en el que todos parecen preocupados por limitar, restringir, derogar, reprimir, ese señalamiento apunta al corazón de la política que nos rodea. En todo caso, queda en el espectador partir de esa afirmación para encontrar los caminos para salir del laberinto. Y al contrario de lo que podía suponerse, termina por convencernos de que no hay mejor momento para estrenar el documental que este, un tiempo en el que urge resolver los problemas que se están planteando.

Carmelo Saitta, collage 1944 (Argentina; 2023). Dirección: Gino Gelsi. Dirección: Gino Gelsi, Gerardo Panero. Fotografía: Daniel Hermo, Tomás Pernich. Edición: Gino Gelsi. Duración: 64 minutos.

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