Los riesgos de las certezas (Algunas ideas en torno a la traducción). Saliendo de ver Cosmos, de Andrzej Zulawski, me quedó la sensación de una experiencia fallida. Tanto mía como de la película. Había leído la novela hace un tiempo, por recomendación de un amigo, sin saber que se estaba por estrenar una adaptación a cargo de Zulawski, así que no podría hablar de esta película sino es desde el problema de la adaptación.
Si bien el gesto de Paulo Branco resulta heroico por el riesgo que toma al comprar los derechos de esta novela, no logro estar de acuerdo con la transposición del material a la pantalla y tampoco puedo pedirle a la película algo que no es, pero voy a intentar averiguar por qué.
A propósito de la adaptación, Renoir decía que el texto era para él únicamente un pretexto para ir a filmar algo cuya esencia surgiría del trabajo entre las personas. Desde esta óptica, el texto son los cimientos que harán posible la construcción. Sin ellos, la posibilidad de que el edificio se levante no existe. Los cimientos son de material concreto. De materia. La esencia, la forma, la particularidad del edificio-película, surgirá a medida que la construcción avance. Contraponiéndose a esta idea, el propio Zulawski dice en una entrevista que quiso captar la esencia de la novela despojándola del hermetismo que estaba presente en el clima de preguerra. El director polaco se propuso así un abordaje místico que busca extraer la esencia de un mundo para llevarlo a la pantalla.
Desde el minuto cero, a través de sus primeros planos cargados de un registro de actuación más absurdo que realista, lo que busca Zulawski es trasladar el vocabulario cáustico que construyen los juegos de palabras de Gombrowicz. ¡Y ahí está la cuestión! En la novela se produce un encuentro entre unos juegos de palabras que parecieran casi vomitadas y, como en todo texto, uno mismo como lector. La novela, por ser un material independiente del tiempo, se deja leer al ritmo que uno desee. Pero ese ritmo propio se empapa, a su vez, del ritmo que propone el texto, del universo paranoico en el que uno se sumerge al leerla. Hay muy pocos libros que me hayan sugerido imágenes tan fuertes, potentes, concretas, tangibles, como Cosmos, y ahí reside su fuerza. Mucha gente tiende a decir, acerca de algunos textos, que son «muy cinematográficos». Sanata. Las palabras construyen imágenes, pero eso no quiere decir que las palabras tengan un único sentido posible, sino al contrario: Gombrowicz, a través de las palabras, le cede a lo ordinario el don de lo fantástico. En cambio, la película de Zulawski anula toda abstracción para comprimir su catarsis en una figuración contenida: hace del universo gombrowicziano un contenido, y es ahí en donde Zulawski peca. Filma con conservadurismo y grandilocuencia europea un drama cuyo germen es la oposición a una cultura con mayúsculas.
Si bien una característica de la novela que la película trabaja es la extendida verborragia que no deja nada por decir y al mismo tiempo no dice nada, seguimos en una encrucijada. Hay películas que atrapan y películas que expulsan y acá me da la sensación de que ambos caminos se encuentran. Ese desfasaje entre la forma y el contenido no funciona. Cosmos está filmada de manera políticamente correcta y busca zoomear a personajes políticamente incorrectos o, al menos, a personajes que viven muy lejos del realismo.
Zulawski en sus entrevistas se jacta de haber querido hacer bello lo que Gombrowicz consideraba feo (éste último supuestamente odia a la gente, pero se pasó su vida hablando de otros, y la contradicción es un poco el germen de su pensamiento). Es fundamental tenerle cariño a los personajes que uno construye. Pero, así y todo, dudo que ese sentimiento esté presente, más bien los hace repetir frases poéticas y citas intelectuales a mansalva.
De por sí los textos de Gombrowicz son conocidos por ser muy complejos para traducir a causa de que su mundo cáustico está construido por palabras del lunfardo polaco. Traducir a este personaje es ciertamente ir a romperse la cabeza contra la pared y que, en el mejor de los casos, de ese accidente nazca un milagro. Esta película no logró trascender al resultado, se quedó con una mala traducción. En el final, los títulos se sobreimprimen en imágenes del backstage, gesto que la película en sí misma no habilita en ningún momento. Después leí en una entrevista al director que originalmente el final era ese, pero a mucha gente no le gustó, así que hizo tres finales. Esto deja en evidencia que el riesgo del productor le queda muy grande a este director que se despide del mundo con un gesto canalla. Quiso complacer (¿a los jóvenes? ¿a los festivales? ¿a la crítica?) usando un material que es todo lo contrario a complaciente. Él se ríe diciendo que se encontrará con Gombrowicz en el infierno; yo creo que en las profundidades Witold lo está cagando a palos.
Cosmos (Francia/Portugal, 2015), de Andrzej Zulawski, 103′.
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Azul, estoy muy poco de acuerdo con tu crítica al film. Antes que nada quiero aclarar que yo no leí «Cosmos», aunque sí me empapé de varios textos de Gombro. De entrada me parece un error juzgar a una película con las coordenadas de la adaptación correcta o incorrecta. La película se tiene que defender por sí misma, es una manifestación única. En todo caso el juicio sobre si la adaptación es buena, mala, o más o menos apropiada lo tiene que hacer el autor (me parece) que es el que realmente comprende el espíritu de su obra o intención. En otras palabras, que hablás por Gombrowicz. Por ahí a él le hubiese encantado. Esto también vale para la inclusión de las referencias a las entrevistas de Zulawski. Importa poco y nada lo que el tipo diga por fuera, porque puede ser verdad o mentira o chamuyo. Lo que importa es lo que hay en la pantalla.
Dicho esto prosigo con otra cosa. No entiendo a qué te referís caracterizando a la puesta en escena como «conservadora» o «políticamente correcta». Creo que el esfuerzo es justamente ir en la dirección opuesta, pero sin caer en lo básicamente provocador y simplista, quiero decir, que hay una contraposición clara, en clave lúdica, de esa antinomia «cultura alta/baja» o, en términos gombrowiczeanos, «madurez/inmadurez». Por ejemplo la mutación del lenguaje en onomatopeyas y las citas cargadas y teatralizadas. O la operación de promover un gesto de locura que después se encuentra (o explica) como algo normal.
Quisiera resumir. En mi opinión el gesto de Zulawski es menos cercano a «adaptar como corresponde» que a apropiarse de un texto y hacerlo más suyo, pero infundido por cierto «espíritu gombrowiczeano» más general (yo veo rasgos de Ferdydurke por ejemplo), en lo que respecta al desmenuzamiento de la Forma, el valor de la inmadurez, etc.
Y sobre los finales, son un chiste muy claro hacia Gombrowicz, como lo especifica lo que dice el personaje de Witold cerca del auto. Y, para mí, está muy bien que se burlen hasta de Witold, y hasta irónicamente «respetándolo» si notamos la levedad de la última frase de la novela que se incluye en el cierre.
Es probable que no me haya explicado del todo bien. Mi intención está relacionada conque tengo una opinión contrapuesta y me interesa intercambiar observaciones. En mayor profundidad pero no tanta como realmente me gustaría, acá hay una nota donde comento lo que creo:
https://lasidentificaciones.wordpress.com/2016/04/20/cosmos-y-la-perturbacion-de-la-forma/
Un saludo grande.
En el final quise decir que se burlan de Witold Gombrowicz, no de Witold el personaje de Cosmos.
Valentino, yo leí tu crítica ayer y también sentí la discordia y a la vez la coincidencia sobre la duda. Yo empecé a escribir este texto en base a esa duda, a cómo hablar de la película por sí misma sin hablar de la relación con la novela. Pero escribiendo esas mismas dudas me di cuenta de que me resultaba falso hablar de la película como obra total, de que mi inquietud se volvió justamente, una inquietud acerca del problema de la traducción o de la adaptación, cualquiera de los dos conceptos le calza a la idea. No sé que hubiera pensado Gombrowicz de esto y en tal caso no deberíamos ni plantearnoslo, el chiste final es claramente eso, un cierre con humor. No hablo por él, hablo de construir una película en base a un material ya escrito, a un material de otro que uno se apropia. En cuanto a lo que dice Zulawski en entrevistas, puede que tengas razón, en tal caso importa por sobre todo lo que dice la película.
Me resulta interesante tu abordaje despegado de la novela, de hecho ahora que releo lo que escribiste me da la sensación de que las ópticas no son tan opuestas! Algo de lo que ves es lo que vi yo EN EL LIBRO. No lo pude ver así en la película, porque la puesta en escena me resultaba una interpretación que se empeñaba en serle fiel a un espíritu y ahí es dónde me da la sensación de que la película se encierra en su propio callejón sin salida: reitero la palabra Interpretación. Me da la sensación de que Zulawski sólo tuvo la intención de reproducir, antes que la de crear una óptica propia, un algo que sobrevuele más allá del texto… Yo no me la creo. No me pude creer a esos personajes, no me pude creer el espíritu del que hablás. Sólo vi reproducción y altanería en la manera de filmar, en los diálogos dichos a cámara (en esta película, claro está, no en general). Si estoy hilando bien, a lo que voy es que me parece mal hablar de fidelidad e infidelidad. No habría nada peor que pensar una adaptación buscando serle fiel al material escrito, ahí es justamente, dónde nace la reproducción, y para mi en la reproducción no hay novedad, no hay descubrimiento, no hay riesgo, sólo pretensiones y certezas que atentan contra la idea de construir una película original (original no como adjetivo sino como obra-en-si-misma).
Con esto quizás me explico un poco y respondo en parte a tu inquietud acerca de una puesta en escena conservadora y aprovecho para adherir que los jump cuts hace rato que no son una novedad formal, que son usados incluso por películas bastante tradicionales. De hecho, y este argumento va en contra de lo que decís acerca de la Forma en tu texto, no existen en el cine hoy en día novedades formales (excluyendo a los formatos que cada año se renuevan, eso es un tema más amplio y discutible), sólo nuevas maneras de poner en crisis los procedimientos de siempre, nuevas maneras de poetizar con las herramientas del cine, ponele. Con esto voy a: El zoom en conjunto con los travellings! Tarkovsky, Hong-Sang Soo, Raúl Ruiz, sólo para citarte los primeros que se me vienen a la mente, reyes soberanos en materia de travellings y zooms.
La música particularmente me la bajó por completo. Straub decía a propósito de la música en el cine, algo así como que empasta, rellena (decía otra palabra muy clave que no me puedo acordar), y en este caso, la música está utilizada para generar un clímax, o eso creo. Igual te digo, releo tu texto y secretamente quizás envidio un poquito el disfrute que le encontraste a la película. Yo no pude y por eso reitero, la vi y la leo desde la óptica de la traducción como problema, y no me parece mal, tampoco creo que tengas que estar en desacuerdo con verla desde ese lugar, que es tan válido como el tuyo que no lo leíste.
Mucho gusto!
Hola Azul, antes que nada quería agradecerte por responder de forma tan extensa y cuidada a cada cosa que indiqué, pero más que nada por el respeto y la altura de la misma. Yo no sé si pude cuidar esto en mi primera intervención, disculpas. Dicho esto, quisiera arrimar posiciones. Voy a arrancar por el final. Creo que en parte nuestras impresiones distintas se pueden explicar a causa de las expectativas con las que entramos a la sala. Vos habías leído la novela y tenías ciertas ideas sobre lo que la película tenía que presentar en relación al texto en que se basaba y la genialidad puesta ahí de W.G.; yo no había leído «Cosmos» y me esperaba una película que pusiera en escena algunas nociones del autor (pero más que nada esperaba divertirme con las burlas y el absurdo). Quizás vos tenías la vara muy alta, yo muy baja, o un poco y un poco.
Me resulta super interesante la discusión sobre lo «novedoso» en el cine. Claramente asistimos (en esto estoy de acuerdo) a un momento de agotamiento creativo en cuanto a lo formal en el cine (¿cómo se explica la casi total ausencia de movimientos colectivos en cine, aceptando y dejando de lado el contexto de individualización posmoderna?). Se me viene a la mente la frase con la que Roger Koza cierra la crítica de «Carol» en su blog: «El cine clásico es la transgresión de nuestro tiempo». Muy discutible igual, pero correr la perspectiva así fomenta la discusión. Me permito un chiste: ¿atacar la Forma, hoy en día, podría haber sido realizar una versión «clásica» de «Cosmos»? (Y esto habría sido serle menos fiel al texto y quizás «transformarlo» más.) Por otro lado, yo no quería decir que hubiera novedades formales en la película de Zulawski (el zoom+travelling hacía mucho que no lo veía en un film contemporáneo), sino una búsqueda de ruptura, lo que me parece un desafío gigante y ambicioso (respeto eso a priori) porque la forma se viene rompiendo desde las primeras vanguardias (o tal vez antes, qué se yo), en consecuencia, yo vi un encabalgamiento en las nociones de W.G. Por eso quizás habría que pensar qué sería romper la Forma en el presente. Por lo pronto quiero agregar que yo no vi esos manierismos del cine europeo que vos calificás como conservadores y te molestan tanto, pero me parece perfecto que así sea porque de ese modo podemos tener una excusa para hablar del film y otras cosas más.
Por otro lado, no estoy de acuerdo con lo que decís sobre la música. Para mí está muy lejos de buscar un clímax. Empieza a sonar en un momento «cualquiera» y prosigue en los cortes de plano y escena sin puntualizar nada, ni siquiera busca generar eso que tanto persigue el cine actual y que llamamos «atmósfera». Y no me parece adecuado hablar de clímax porque en el film no hay ninguno. Incluso podríamos pensar que la música suplanta al clímax en esa secuencia larga del final donde Leon canta: cuando termina vemos que Lucien se ahorcó, pero esto nunca fue mostrado (no sé cómo se presenta en el libro). Quiero decir, en una aproximación más clásica este ahorcamiento habría sido el clímax, o la antesala al clímax del encuentro entre Lena y Witold que tampoco se construye como tal. Dicho esto, a mí también me la bajó la música, al comienzo del film, pero a medida que avanzaba y la miraba bajo esta óptica, medio que me terminó gustando.
En definitiva, cuando salí de la sala estaba contento: había disfrutado la película por encontrar más o menos lo que iba a buscar. Más allá de que por momentos sea un tren volando al cual es difícil seguirle el paso, me reí mucho y me dejó pensando bastante, lo que siempre es bienvenido. También puede tener que ver que fui a ver la película en grupo y que adelante había un señor desconocido que se reía en los momentos menos apropiados con una risa ridícula y contagiosa (a nuestro juicio mandado por el mismo Gombrowicz desde quién-sabe-dónde).
Un saludo grande, es un gustazo intercambiar estas opiniones.