Lara está a punto de cumplir 16 años; es una joven decidida, con convicciones, deseos y proyectos. Se encuentra en pleno proceso de transición de género. Lara se percibe mujer, la vemos mujer: es mujer. La película se centra en este personaje de sensibilidad desbordante e hipnótico semblante. Girl sintetiza en Lara los problemas universales de la adolescencia: el despertar sexual, los cambios físicos, las insatisfacciones, la sociabilización y la formación de la identidad. A medida que avanza la narración se devela el día a día de su protagonista, sus vínculos familiares, la relación con sus pares y su proceso de cambio. Cada ángulo de la película está construido con una osada mezcla de verdad y opacidad que se entretejen en una trama tan intensa como comprometida y aguda.
Dos anhelos tiene Lara. El primero es convertirse en una bailarina de ballet de excelencia, propósito que resulta complejo para cualquier ser que camine sobre esta tierra. Es conocido el sacrificio que el cuerpo debe atravesar en el proceso de aprendizaje de la danza clásica; los cuerpos de los bailarines son exactos, adiestrados, formados o (de)formados por el trabajo constante. Sin embargo, la protagonista logra aplicar en una de las mejores escuelas de danza de Bélgica. Entonces, si bien el camino no se le presenta sencillo, tampoco se le revela imposible. El segundo es alcanzar la operación de reasignación de sexo, proyecto para el que cuenta con el entero apoyo de su familia; tiene un padre dedicado que procura a todo costo satisfacer la decisión de su hija. Lara es asistida por especialistas que la acompañan y asesoran con profesionalismo y calidez.
Pronto descubrimos que el conflicto en Girl radica en el mundo interior de su protagonista. Lara no se enfrenta a la hostilidad de un mundo que la discrimina, sino a sí misma. Ella atraviesa las ansiedades e inseguridades propias de una niña en desarrollo, hasta convertirse en su propia enemiga. Es un personaje sumamente activo, hace, empuja y ejecuta todo lo que está a su alcance para alcanzar sus metas, aunque a veces no logre encontrar la lucidez necesaria, lo que es propio en alguien de su edad.
La danza aquí se presenta como metáfora. El frenesí que despliegan las agresivas coreografías diseñadas por Sidi Larbi Cherkaoui reflejan el convulsionado estado de ánimo de la joven. El cuerpo se manifiesta como algo incómodo tanto para la danza, como para la vida. Es un cuerpo que requiere una adecuación. Lara se siente insatisfecha con él, que además es su herramienta de trabajo y le exige una precisión milimétrica. La ambición por la perfección la obsesiona. El cuerpo es para Lara un territorio que desea conquistar y gobernar soberanamente.
La cámara se centra obstinadamente en Lara, críptica en sus pensamientos, medida es sus palabras, es de una expresión física y emocional muy potente. El cuerpo es expuesto en reiterados planos, vemos la fisonomía de la joven desde prácticamente todos sus ángulos. Además, la presencia de numerosos espejos diseminados en cada locación, nos enseña lo que a simple vista nos es negado. Planos cerrados acechan a la protagonista mostrando hasta la más mínima mueca.
El film sigue de cerca la cotidianeidad de Lara y se impone con un ritmo pausado, pero no por ello se torna aburrido; por el contrario, la trama despliega una tensión que cautiva desde el arranque. Aunque posee un punto débil: su conclusión. En el desenlace, la película presenta un serio problema, su final desentona con el resto de la narración. La solidez de la construcción del personaje principal y las relaciones que tiende a lo largo del relato se derrumban en un segmento último innecesario, un certero golpe bajo pone a toda la película en riesgo.
Girl es la ópera prima del joven director y guionista belga Lukas Dhont, película alcanzó reconocimiento internacional gracias a los premios obtenidos en su paso por el festival de Cannes en la sección Un certain regard, en el año 2018: la Caméra d’or, el Premio FIPRESCI, la Queer Palm y el premio a Victor Polster -su protagonista- por la Mejor Interpretación. Luego de este festival, cosechó distinciones prácticamente en todos los certámenes en los que participó. La historia, inspirada en hechos reales, refleja la vida de la bailarina transgénero, Nora Monsecour, quien participó activamente, junto al director, en la escritura de la ficción.
Películas como Girl, (a pesar de las observaciones y críticas que pueda hacérsele) colaboran a la visibilización de una problemática actual de la humanidad. Lamentablemente no vivimos en una sociedad tan abierta y comprensiva como la que enseña Lukas Dhont, vivimos en un mundo en el que –todavía hoy– hay lugares en donde lo que se encuentra por fuera de la “norma” es penado por la ley. Lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales y personas no binaries, sufren segregación y exclusión por decidir sobre sus cuerpos, negando lo naturalizado durante siglos por un patriarcado indiscutido. La comunidad trans es la más castigada por la discriminación, tanto en ámbitos familiares cómo educativos, sanitarios y laborales. Son quienes más padecen desventajas económicas y limitaciones a la hora de conseguir trabajo, teniendo tasas de desempleo muy superiores a las del resto de la población. En este sentido, resulta necesario acompañar las legislaciones que poco a poco van surgiendo, como la ley de identidad de género y cupo laboral trans con un correcto seguimiento y aplicación efectiva. Educar, acompañar y ejercitar la empatía son algunas de contribuciones inexcusables que tenemos que poner en ejercicio como individuos. Bienvenida cada obra que destaque, discuta e interpele los problemas urgentes y sensibles del mundo.
Calificación: 8/10
Girl (Bélgica 2018) Dirección: Lukas Dhont. Guion: Lukas Dhont, Angelo Tijssens. Música: Valentin Hadjadj. Coreografias: Sidi Larbi Cherkaoui. Fotografía: Frank van den Eeden. Reparto: Victor Polster, Arieh Worthalter, Valentijn Dhaenens, Oliver Bodart y Tijmen Govaerts. Duración: 100 minutos. Disponible en Netflix.
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