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En un mundo uniformado, descubrir la excepcionalidad puede empecinar la mirada y conducir a la locura. En principio, conocemos a quien será el protagonista y nuestra subjetiva más importante, Germain Germain (Fabrice Luchini), profesor de literatura en el Instituto Flaubert, sito en un edificio de gélida estructura moderna que anticipa la llanura emocional pronta a ser alterada. Germain es un escritor fracasado, docente desencantado por la inapetente creatividad de sus alumnos e indignado con la decisión institucional de hacerlos vestir a todos con el mismo uniforme para evitar que se noten las diferentes clases sociales. La película entonces irá buscando y marcando esas diferencias desde esa mirada.

Corrigiendo los trabajos prácticos de sus alumnos junto a su esposa Jeanne (Kristin Scott Thomas), Germain Germain se topa con un relato curioso de naturaleza voyeurista que presenta atisbos de lúcida ironía. Claude García (Ernst Umhauer), un alumno enigmático de mirada sagaz y ambigua sexualidad, relata cómo durante su fin de semana tomó la decisión de ayudar a su compañero de escuela Rafa (Bastien Ughetto) con sus tareas de matemática para poder entrar en su casa, cuatro veces más grande que la propia, y ver de cerca la vida de la clase media con la que siempre fantaseó. Allí conoce a la madre de Rafa, Esther (Emmanuelle Seigner), ama de casa aburrida que sueña con ampliar su hogar y otras nimiedades sin enterarse demasiado de lo que ocurre a su alrededor, y con la que iniciará un juego de seducción. Estas visitas irán conformando la subtrama de la película, desarrollada en pantalla mediante un montaje alterno, crónicas que a su vez significarán para el profesor una inyección estimulante dentro de su exhausta vida. Pero como toda pasión desbordante, esta tendrá también sus consecuencias.

Con esta excusa, En la casa empieza a desarrollar una metanarrativa fascinante a la que se nos va introduciendo de forma amable, al principio con un suspenso algo inquietante pero contrarrestado por el irónico sentido del humor. En el camino vamos encontrando citas cinematográficas y literarias directas, que van desde Flaubert (nombre del instituto y autor que el profesor recomienda puntualmente al alumno) con su obsesión por encontrar la escritura perfecta –la misma actitud de Germain Germain frente a los relatos de Claude- y su desprecio por la burguesía, hasta Woody Allen, a quien le regala un guiño directo en la escena en que el protagonista y su mujer van al cine, además de compartir con este formas de ironizar sobre la clase media intelectualizada y psicoanalizada. También el nombre del protagonista pareciera ser un homenaje a Humbert Humbert, el pederasta profesor de literatura de “Lolita”, de Vladimir Nabokov, más si tomamos en cuenta la tensión sexual que irá creciendo entre Germain Germain y Claude.

Claude es el único personaje del que desconoceremos orígenes, presente y pasado, excepto alguna que otra mención a una madre abandónica, que cuadraría dentro de la imperante obsesión (y búsqueda) del chico por el hogar y las figuras paternales. Esto le da cierta entidad quimérica, como si se tratara de un elemento fantástico surgido para alterar los órdenes dados. Germain Germain se entrega al maquiavélico juego de su aprendiz, involucrando al inconsciente Rafa en un perverso triángulo que va desnudando y desintegrando los deseos subrepticios del profesor, también reflejados en las diversas modificaciones que irá sufriendo el relato paralelo.

Dans-la-maisonSi bien es una adaptación de la obra de teatro del español Juan Mayorga, El chico de la última fila, Ozon no propone una puesta en escena exclusivamente teatral aunque se perciba el espíritu en alguna que otra secuencia. Por el contrario, ofrece un trabajo de montaje dinámico y una dirección de cámara sutil y precisa. Por esto mismo pueden diferenciarse los distintos matices cinematográficos que ambos relatos atraviesan (de comedia ácida a thriller erótico) hasta mezclarse y volver borrosas las líneas divisorias, tal como se propone desde la uniformidad del comienzo contra la que el protagonista deseará luchar.

Una vez llegados al epicentro del relato, la película se empieza a volver más obsesiva, paranoica y oscura, y terminamos inmersos en la mente de Germain, padeciendo la misma desorientación frente a un mecanismo en el que empieza a resultar más confuso discernir los estadios de realidad o ficción y, sobre todo, cuál es nuestra posición como espectadores (si es que hay una sola) en esta partición de los hechos que discrimina clases sociales (de clase media a clase alta, nunca muy abajo), niveles culturales y razonamientos morales.

Aquí puede leerse un texto de Emiliano Oviedo sobre Vida en pareja (5×2) y uno de Gabriel Orqueda sobre el cine de François Ozon.

En la casa (Dans la maison, Francia, 2012), de François Ozon, c/ Fabrice Luchini, Ernst Umhauer, Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner, Denis Ménochet, Bastien Ughetto, 105’.

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