1.Carolina va al departamento que fue de su abuela, que acaba de morir. Aunque no tenía casi relación con ella -Carolina vive en Montevideo, su abuela en Buenos Aires-, quiere llevarse algo de sus cosas. Sus primas se adelantaron y ya compartimentaron todo: el cuerpo de la casa de la abuela ha sido fragmentado en piezas que irán a parar a otros lugares. Llegar tarde implica quedarse con lo que quede: unos libros, unos discos de vinilo y un cuadro. Curiosamente, Carolina quería algo más personal, algo que le recuerde a esa abuela de la que, sin embargo, no parece tener recuerdos. Los libros, los discos, quizás hasta el cuadro, parecen destinados a convertirse en una módica fuente de ingreso de dinero, una especie de herencia muy modesta que alcanzará para un helado, una cerveza. No mucho más.

2.Llega a una Buenos Aires veraniega, asaltada por el calor aplastante, para caer en la casa de su amiga Florencia, en la que no funciona el aire acondicionado. La excusa aparente de la visita es grabar algunos temas juntas. La real, la que se revela avanzada la película, es que Carolina parece escapar de una decisión que debe tomar: si casarse o no con Franco, su pareja desde hace años. Las canciones de amor que canta Carolina parecen contrastar con ese motivo del viaje, como si la voz de una desmintiera a la otra, como si la Carolina de Buenos Aires fuera distinta de la de Montevideo. Lo que narra Berta y Pablo (Szulansky, 2024)especialmente en su primera mitad, no es el proceso para tomar esa decisión, sino el deambular de las dos amigas por la ciudad de Buenos Aires para concretar esos pequeños trámites domésticos: vender los vinilos, vender los libros, grabar las canciones. Y en el final, ese recorrido se reanuda, cuando primero comience a buscar los libros de Salgari y luego cuando busque descifrar el contenido de la película hallada en uno de ellos.

3.Pero la Buenos Aires que registra la película es una ciudad rara, extrañada. Una ciudad alejada de todo registro turístico y postal, pero también de casi cualquier registro de lo cotidiano. Es curioso que sea de esa manera, en una película en la que los personajes centrales deambulan de un lugar a otro. Pero las vemos en subterráneos, en colectivos, caminando por calles imposibles de adivinar. Los planos parecen tender a ese anonimato del espacio: cuando el lugar puede generar cierta identificación, se priorizan los primeros planos; cuando no la generan, los planos son más lejanos, casi como si se trataran de cámaras escondidas que registran el transitar de los personajes. La excepción posiblemente se encuentre en los lugares que se identifican tanto desde lo visual como desde la palabra. Y no parece casual que todos ellos sean lugares de venta de libros: los puestos de los parques Rivadavia o Centenario, la librería Mono Sabio. Buenos Aires parece entonces una ciudad que solo puede ser nominada por los libros. Por ellos en sí mismos o por los lugares en donde se los puede comprar, o vender.

4.Esa ciudad marcada por los libros, entronca con la historia que se desarrolla en la segunda mitad. Entre los libros que Carolina se ha llevado de la casa de su abuela Berta, no parece haber nada demasiado digno de atención: los mira, los revisa, cuando viaja en el subte. Pero ninguno parece interesarle para su lectura. Solo uno la rescata de la indiferencia, pero no por su texto, sino por una dedicatoria escrita a mano en la primera página, con una letra casi infantil, dirigida a su abuela Berta y firmada por un Pablo desconocido para Carolina. Ese es el punto en el que la ficción que plantea un libro se entrecruza con una historia real para resignificarla y resignificarse. Lo que hay es un libro de misterio que Berta y Pablo fueron escribiendo y del que dejaron rastros en otros libros, en esas aventuras narradas por Emilio Salgari, que además en el contexto de la Colección Robin Hood parecen afirmarse en el territorio del descubrimiento infantil.

5.Carolina entonces rastrea los libros para descubrir el misterio. Se deja jugar por las coordenadas y los mensajes en clave que contienen, y que reconstruyen una relación que desconoce. El sentido del viaje a Buenos Aires se transforma en el momento en el que descubre que tiene entre manos ese “algo más personal” que quería tener de su abuela. Hay algo de felicidad que los mensajes que descubre van transmitiendo: lo que va descubriendo es una historia de amor que permanece en secreto y que ni siquiera su madre, en la otra orilla del Plata siquiera puede intuir. Esa felicidad cierra en dos momentos particulares. El primero, cuando pueden ver proyectada la película oculta. Una filmación antigua en Bariloche, donde aparece su abuela Berta y con ella, Pablo. Son imágenes naturales, no forzadas, de un viaje compartido en el que uno y otro se muestran ante la cámara en ese instante pasado de disfrute. Florencia es quien advierte, incluso antes que Carolina, el enamoramiento que transmiten esas imágenes. El segundo es el momento en el que la historia se cierra con el relato del hermano de Pablo que permite entender por qué esa historia permaneció oculta. Algo de esa historia, de esa búsqueda del pasado de la abuela, repercute en el presente de Carolina y se vislumbra en el llamado final a Franco.

6.Berta y Pablo puede verse como una historia de amor low-fi, en la que las emociones y los sentimientos aparecen siempre en segundo plano. Incluso en las relaciones que Carolina teje con su amiga y con una de sus primas –y con lo que puede intuirse de su comentario sobre su relación con Franco-, lo que prima es un distanciamiento afectivo que contrasta notoriamente con la historia de su abuela. En ese punto, habrá que pensar en que la película retrata un clima de época posible, y que se expande de esa carencia afectiva, hacia el resto de las escenas. De allí que aparezcan escenas en las que se generan pequeñas tensiones cotidianas a partir de los diálogos. Un lugar en el que se pone en juego una minimización de los conocimientos de los otros (como en la aclaración que Paulo hace sobre el formato de la película que le llevan) o del material que poseen (la discusión con la amiga por el espacio para grabar) y que pone a los personajes en un distanciamiento mayor. Pero más que relevar esas distancias, lo que la película parece poner en escena es una incapacidad para relacionarse mediante la palabra, que no tiene resolución posible y que tiende a repetirse, como síntoma de esa ciudad en la que circulan.

Berta y Pablo (Argentina, 2024). Dirección, fotografía y edición: Matías Szulansky. Guion: Jenni Merla y Matías Szulansky. Elenco: Ana Skornik, Inés Urdinez, Camila Buch, Paulo Pécora, Valentina D’Emilio.  Duración: 61 minutos.

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