«Las conquistas para el pueblo no se mendigan».
Raymundo Gleyzer.
La historia reciente es un tema pendiente tanto de la literatura como del cine nacional; no es que no se haya escrito o filmado sobre ésta, pero convengamos que la producción ha sido, cuanto menos, escasa y casi inexistente cuando hablamos del período anterior a la dictadura del ´76.
Seré millones, escrita y dirigida por Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichmar, se inscribe, en líneas generales, en el género documental, pero va más allá y en esa apuesta -tanto temática como estética- reside su potencial. Es muy interesante el recurso de «filmar una película» para construir el relato porque, en un doble mecanismo, despoja de toda solemnidad a los entrevistados y construye un ensayo sobre la mirada presente sobre el pasado a través de la experiencia de los jóvenes actores que la (co) protagonizan.
El tema que los reúne es el asalto (expropiación, dirán los protagonistas) al Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) que en 1972 llevaron a cabo Oscar Serrano y Ángel Abus, dos empleados del banco que militaban en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y cuyo botín (unos 10 millones de dólares) sirvió para financiar, entre otras actividades, la fuga de presos políticos de la cárcel de Ushuaia.
Tras poner al espectador en contexto con material de archivo, al estilo de los documentales clásicos, asistimos al «casting» de esta ficción; de aquí en más lo que se juega es la representación a través de las elecciones estéticas, los ensayos casi teatrales, la escenografía y la subjetividad porque… ¿no es acaso una ficción la evocación del pasado?
Seré millones no se propone construir una épica revolucionaria, por el contrario las historias de vida de los personajes hablan de la pasión por los ideales y la fuerte creencia en que el cambio hacia un mundo más justo era posible («de acá a quince años», dice Abús). Aparecen en escena la militancia barrial, el cine como herramienta de la mano de Raymundo Gleyzer, Santucho y las reuniones clandestinas con «El Gallego» -el cuadro político de esta célula- y también el día a día, el trabajo, el amor, la familia, los amigos.
En otro plano de lectura aparecen los actores (jóvenes) convocados para ponerse en la piel de los protagonistas y, al mismo tiempo, dar cuenta de su propia transformación al encontrarse de frente con esta historia. Es en este momento donde parece un poco tramposa la utilización de la reflexión en privado (casi como un confesionario de Gran Hermano) de los jóvenes porque pone en evidencia su absoluta ignorancia sobre los movimientos político-sociales de los años ´70 pero, aunque sea algo doloroso reconocerlo, ese desconocimiento es real y, de alguna manera, justifica cierto tono didáctico que a veces toma la película.
En ningún momento el documental adopta el tono absoluto de La Historia (entendida como ese macrorrelato organizador del pasado) sino que explora ese pasado desde una pasión intacta, la pasión por los ideales y la profunda creencia en el otro y en nosotros como herramientas transformadoras de la sociedad. Robar un banco por una causa mayor que el beneficio personal, abandonar la casa, el trabajo, la familia, los amigos, todo de la noche a la mañana, jugarse la vida por lo que uno cree, parecen hoy motores imposibles de concebir. Pero esas historias existieron, con épica o sin ella, con presencias, ausencias y reencuentros. Ese es el valor de Seré millones: la posibilidad de acercarnos a un episodio puntual de la historia reciente a través de una mirada creativa, que no reniega de su propia subjetividad.
Seré millones (Argentina 2013), de Omar Neri, Fernando Krichman, Mónica Simoncini, c/Oscar Serrano, Ángel Abus, Rocío Domínguez, Federico Pereyra, Pablo Trimarchi, Enzo Ordeig, Walter Hernández, Gonzalo Alfonsín, Carlos González, Celina Demarchi, Eduardo Lázaro, 103′.
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